C37 El colorete sangriento
Mis ojos se abren de par en par y empiezo a retorcerme para que me deje. Me mira como un puñal y me agarra del hombro con la mano libre para impedir que me mueva. "Quédate quieta". Me dice, con cara de ansiedad.
Empiezo a sentirme asfixiado porque su mano en mi boca bloquea el oxígeno. Sacudiendo la cabeza varias veces, intento darle a entender que no puedo respirar. Él ignora mi insinuación