+ Add to Library
+ Add to Library
The following content is only suitable for user over 18 years old. Please make sure your age meets the requirement.

C1 Prólogo

"Mamá, ¿has vuelto a beber?", preguntó la pequeña mientras observaba a su madre servirse otro vaso de whisky sobre la encimera. La madre no respondió, o quizás eligió ignorarla. "¡Mamá!", insistió la niña. "¡Mamá!"

La mujer se bebió casi medio vaso de whisky y se sirvió otro más, sin prestar atención a su hija, cuyos llantos persistentes resonaban en la cocina.

El estruendo de un trueno sacudió el exterior, haciendo que la niña gritara aterrorizada. Los truenos siempre le habían causado pavor. Corrió hacia su madre, buscando refugio y consuelo como cualquier niño lo haría en medio de una tormenta. La madre no esperaba que su hija se abalanzara sobre ella, lo que la hizo tambalearse, aunque bien pudo haber sido el alcohol. El vaso se le escapó de las manos y se estrelló contra el suelo, fragmentándose en incontables pedazos. El sonido del vidrio al romperse, sumado al retumbar del trueno y el destello del relámpago, provocó que la niña gritara espantada.

"¡Mamá!", exclamó.

La mujer ya no soportaba más los gritos de la niña. Era demasiado para ella.

"¡Me tienes harta, maldita niña!", rugió. "¡No haces más que quejarte y llorar! ¡Es solo un trueno! ¡Supéralo! ¿O prefieres que te ate al árbol de afuera?"

Sin embargo, las amenazas solo hicieron que la niña llorara con más fuerza.

"¡Cállate de una vez! ¡Basta ya! ¡Silencio!"

La pequeña continuaba llorando, implorando a su madre por protección, por un poco de consuelo. Pero lejos de sentir compasión, la madre se enfureció aún más.

"¡Estoy harta de ti!", gritó, empujando a su hija al suelo. Acto seguido, se despojó de su cinturón y comenzó a golpear sin miramientos a la frágil niña.

La niña se protegió el rostro con los brazos, anticipando el dolor que estaba por venir. Sin embargo, ese dolor nunca se materializó. En ese preciso instante, el delgado cuerpo de un niño se interpuso entre ella y su madre. El pequeño lanzó un grito de dolor al sentir el impacto del cinturón en su espalda. A pesar del dolor, no se echó a correr. Se mantuvo firme, cubriendo a la niña, resguardándola del aguijonazo del cuero.

La niña lloraba, consciente de que el niño estaba soportando el dolor destinado a ella. Un tercer azote lo hizo aullar de sufrimiento, un grito tan intenso que su madre pudo reconocerlo al instante.

"¡Dios mío!", exclamó la madre, aterrada.

De inmediato dejó caer el cinturón y se apresuró a tomar a su hijo entre sus brazos. Sujetó su rostro con ambas manos, invadida por el arrepentimiento de haberle hecho daño.

"¡Lo siento tanto, mi vida! ¡De verdad que lo siento!"

Las lágrimas resbalaban por las mejillas del niño, pero él no se quejaba. La mirada que le dirigió a su madre era un entrelazado de dolor y repulsión. En sus ojos, ella se había transformado en un monstruo. Rechazó a su madre con un empujón y se giró hacia la niña que sollozaba en el suelo. La tomó en sus brazos y le susurró palabras de consuelo para calmar su llanto.

"Tranquila, pequeñita. Estoy aquí contigo." Después, fijó su mirada en su madre, lleno de desdén.

"Ella estaba... incordiándome. Me hizo romper el vaso", se justificó la madre, a la defensiva.

"¡Estaba asustada!" La voz del niño, aunque suave, estaba teñida de una profunda emoción. "Solo buscaba tu consuelo". Estrechó aún más a la niña en sus brazos, apenas un par de años menor que él. "¡Tú querías golpearla!"

La madre intentó hablar, pero las palabras se disolvieron en el aire. Las lágrimas comenzaron a deslizarse por sus mejillas al encontrarse con la mirada de repugnancia de su hijo.

El niño se levantó y ayudó a la pequeña a ponerse de pie. "Vamos, pequeña. Estaré contigo hasta que la tormenta se calme. Mientras yo esté aquí, nadie podrá hacerte daño."

Llevó a su hermana hasta su habitación, tratando de secar las lágrimas que surcaban su rostro.

"¿Por qué mamá no me quiere?", sollozó ella. Él se quedó sin palabras. "Claro que te quiere. Se asustó muchísimo al darse cuenta de que te estaba golpeando." Ella lo miró con ojos fatigados. "¿Te duele mucho?"

El chico ofreció una sonrisa y negó con la cabeza. "No, no duele nada." Pero en el fondo, ambos sabían que no era cierto.

"Permíteme verlo", insistió ella.

"De verdad, estaré bien", afirmó él con firmeza. "Soy más resistente que tú. Unos cuantos golpes no me afectan."

"Gracias. Si no estuvieras aquí para cuidarme siempre, no quiero ni imaginar lo que mamá podría hacerme."

"Siempre estaré aquí para cuidarte", prometió él.

Esas palabras reconfortaron a la niña, pero poco después, él se marchó. Aquel fue el momento más sombrío de su vida.

"Prometiste que siempre estarías aquí para protegerme", dijo entre lágrimas.

Él le devolvió una sonrisa melancólica. "Lo siento. Sabes que jamás te abandonaría si tuviera opción."

Ella se abalanzó hacia él y lo abrazó... quizás por última vez.

"Sé fuerte, ¿de acuerdo? Cuídate mucho. Siempre estaré contigo en espíritu. Y algún día, regresaré por ti."

Se desprendió de su abrazo y se quitó el collar que llevaba al cuello. Era un relicario que había tenido desde bebé. Lo abrió y le mostró las fotografías en su interior: eran de él y de ella. "Lleva esto siempre contigo. Cuando oigas el trueno, sujétalo fuerte y piensa en mí. Estaré justo a tu lado, protegiéndote. Nunca más tendrás que sentir miedo."

Report
Share
Comments
|
Setting
Background
Font
18
Nunito
Merriweather
Libre Baskerville
Gentium Book Basic
Roboto
Rubik
Nunito
Page with
1000
Line-Height