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C2 CAPÍTULO II

''¿Quién demonios es?'' murmuré con fastidio, girándome sobre mis talones solo para encontrarme con Mark, otro compañero de trabajo que se acercaba rápidamente. "Dios, esto es justo lo que detesto". Él también formaba parte del grupo de hombres que suspiraban por mí, pero por el amor de Dios, no estaba de ánimo para lidiar con hombres pobres y sin experiencia. Lo único que quería era a ese maldito actor porno ardiente, que explorara cada rincón de mi cuerpo.

''Rinna, ¿nos vemos para almorzar?'' preguntó él con una sonrisa. "Lo siento, sí... Pero espera, necesito ir al baño'', le respondí distraída antes de alejarme de él a toda velocidad. Con él sacudiendo la cabeza en desaprobación, lo ignoré y corrí al baño tan rápido como pude.

En cuanto llegué, me encerré de prisa en un cubículo y solté un suspiro profundo antes de sentarme en la tapa cerrada del inodoro. Sin perder un segundo, saqué mi teléfono y en cuanto abrí mi cuenta de Instagram, me recibió la imagen que había estado esperando ansiosamente durante minutos.

Era él, mi estrella porno, recostado contra un Lamborghini negro con una mano casualmente metida en el bolsillo de su pantalón vaquero. Llevaba puestas sus gafas de sol negras y, aunque solo se vislumbraba un poco de sus ojos azules como el océano helado, eso bastó para dibujar una sonrisa en mi rostro.

Como era de esperar, había una mujer junto a él, pero rodé los ojos, la ignoré y me concentré en la foto de Raxan... "Nuevo video en camino", leí su pie de foto y me dieron ganas de saltar de alegría. Esto era exactamente lo que deseaba. Podría pasar la noche en vela viendo sus videos.

''Por fin...'' susurré después de contemplar su foto. Estaba hambrienta y exhausta, pero en ese momento, una sonrisa adornaba mi rostro. Raxan Miles había hecho mi día. Todos sus antiguos videos estaban grabados en mi mente como si fueran datos en la memoria de un robot. Tenía un deseo intenso por él, y solo pensar en cómo se movía con esas mujeres me hacía sentir un calor interno. La imagen de su sudor deslizándose por su amplio pecho desnudo y el tamaño de su miembro era simplemente indescriptible.

Era inmensamente grande, con una longitud indiscutible de nueve pulgadas, y eso era precisamente lo que yo deseaba. La mayoría de las mujeres también lo anhelaban, aunque las otras no me caían bien, no podía evitar disfrutar viéndolas llorar cada vez que él las tomaba con fuerza, y la expresión de su rostro al llegar al clímax también me rondaba la mente. "Uhmmmm... No, Rinna... Déjalo", me dije a mí misma mientras sentía cómo mi clítoris latía con más fuerza y negaba con la cabeza. Estaba en el trabajo y no era el momento de masturbarse.

Tras reprenderme, volví a concentrarme en mi teléfono y lo observé detenidamente... "¡Espera, oh! ¡Dios mío...!" Mi boca se abrió de par en par después de contemplar la foto durante un buen rato... "Reconozco ese lugar donde está aparcado su coche", exclamé emocionada, murmurando para mí mientras ampliaba la imagen... "Sí... ¡Oh, Dios! Raxan está aquí, en Los Ángeles". En cuanto reconocí el edificio, salté de alegría.

"¡Está aquí, en Los Ángeles, oh! ¡Dios mío!", canturreaba mientras miraba su foto... "Pero, ¿tendré la oportunidad de verlo?" Mi sonrisa se desvaneció al instante al pensarlo... "Pero voy a hacer todo lo posible", me animé a mí misma y, tras asentir con determinación, salí del baño.

"¡Oh, Dios! Hoy no estoy para organizar reuniones", me quejé mientras caminaba por el pasillo... Parezco una vaga, pensando en Raxan Miles en lugar de dirigirme a mi oficina, así que me acerqué a mi amiga Cecilia, la recepcionista... "Gracias a Dios que has llegado, Rinna. Ven y ayúdame, necesito ir al baño", susurró Cecilia en cuanto me acerqué...

"Cecilia, yo soy secretar..." "Rinna, por favor, ayúdame, querida", me interrumpió a mitad de frase y, antes de que pudiera replicar, salió corriendo. ¡Oh, Dios! Esto es justo lo que detestaba... Era capaz de pasar la noche en vela viendo porno, pero cuando se trataba de trabajar, deseaba que la tierra me tragara.

Negando con la cabeza, me dirigí hacia el asiento de la recepcionista... En una empresa de renombre como esta, distintas personas comenzaban a llegar y yo las recibía con profesionalismo, dándoles incluso indicaciones precisas para llegar a sus habitaciones... Con una sonrisa forzada, atendía a cada uno, pero una vez se iban, mi rostro volvía a ensombrecerse y me dejaba caer en un letargo perezoso... Cecilia no podía estar hablando en serio... Había dicho que iba al baño, pero hasta ahora, no había aparecido por ningún lado...

De repente, mientras me encontraba medio adormilada, el ruido de una bolsa al ser depositada sobre la mesa me sobresaltó y me arrancó de mis ensoñaciones... "¡Oh, Dios, qué...!", exclamé, con los ojos abriéndose desmesuradamente al atisbar la bolsa de polietileno... "¡CONDONES!" El contenido me dejó atónita y, poco a poco, levanté la vista para encontrarme con la mirada del propietario.

Quedé boquiabierta al fijarme en él... Un joven atractivo con gafas de sol negras... Era indudablemente arrogante, pues en vez de expresar su deseo, estaba absorto en su iPhone 12, deslizando el dedo por la pantalla sin cesar...

"Mientras observaba a este chico tan guapo, me entraron ganas de echar un vistazo a mi Instagram y revisar la foto de Raxan una vez más... Vestía igual que él, con gafas de sol negras, camisa blanca y también sostenía un paquete de condones... ¡Oh, Dios, como una auténtica estrella del porno! No, Rinna, quizás te equivocas", me dije a mí misma, sacudiendo la cabeza en señal de disconformidad.

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