C3 Amante despiadado

PERSPECTIVA DE VERA

Observé mi rostro sonrojado en el espejo y solté un profundo suspiro. Vaya forma de empezar en mi primer día de trabajo. ¿Cómo es que no se contiene?

Resoplé y deslicé mis dedos bajo la tela de mis bragas. Sus caricias me habían torturado y ahora estaba empapada. "Por suerte, todo ha terminado, solo tengo que irme a casa y olvidarme del sexo."

"No ha terminado."

Alcé la mirada y a través del espejo lo vi detrás de mí. La lujuria en sus ojos era evidente mientras me rodeaba con sus brazos y sentí su erección presionando contra mi espalda.

"Estás en un baño de mujeres, no deberías..." Mi voz se quebró y se esfumó de golpe.

Con su mano derecha me selló los labios, mientras que la izquierda alzaba mi vestido y se colaba en mi intimidad. La acarició y luego me mostró mi reflejo húmedo en el espejo. "¿Cómo puedes decir que ha terminado si estás así de mojada, señorita?"

Deslizó su lengua por mi oreja izquierda. Introdujo en mi boca el dedo que había usado para excitarme y con su otra mano acarició mi pecho.

"¿Qué hombre mezcla los negocios con el placer de esta manera? ¿Es así como tratas a tus empleadas? Representas un peligro sexual que no sé si puedo manejar, detesto lo fácil que me someto a ti." Le mordí el dedo y lo empujé.

Me giré para enfrentarlo. "¿Por qué estás tan obsesionado con el sexo? ¡No puedes ni controlar tu propio deseo! ¿Qué hombre hace eso con una chica que acaba de conocer? Lo siento, pero no creo poder trabajar contigo." Tomé mi bolso y me alejé.

No entendía por qué me había alterado de repente. Al fin y al cabo, me había gustado, ¿no? No esperé por él, me subí al primer taxi que vi y no miré atrás. Su mirada cuando lo rechacé me perseguía. No puedo decir que sea un hombre horrible, pero definitivamente no es normal ser tan obsesionado con el sexo.

Cuando llegué a mi apartamento, mi mejor amiga Hannah ya me estaba esperando. Tiene una copia de mis llaves, así que siempre que viene a visitarme, me espera adentro.

Hannah es una esposa adorable y madre de dos. Aunque es ama de casa, no está desocupada en absoluto; es bloguera e influencer en redes sociales. A veces me pregunto cómo encontró al hombre perfecto si apenas sale de casa.

Pensándolo bien, me doy cuenta de que no importa en dónde estés o quién seas, la persona indicada te encontrará. Ella es totalmente diferente al hombre con quien se casó, y él la está cambiando sin que ella se dé cuenta.

"Se te ve agitada, chica. ¿Qué pasa? Vine para que me lo cuentes todo, ¿cómo fue tu primer día de trabajo? Seguro que fue una experiencia genial, ¿verdad?" Hannah dijo mientras me metía un trozo de pan en la boca.

"¡Lo hice otra vez! ¡Hannah, pellízcame!" Le agarré el brazo con fuerza.

"¿Qué hiciste otra vez? ¿Qué te pasa? ¿Es normal comportarse así después del primer día de trabajo? Deja el drama y cuéntame." Me pellizcó los labios de forma juguetona.

"Te lo digo muy en serio, ¡amiga! Por Dios, siéntate y escúchame. ¡Creo que voy a enloquecer! ¡Ay, por todos los cielos!" Me abanicaba la cara mientras intentaba tragar el pan.

"Está bien, ahora me tienes desconcertada. Estoy sentada, reacciona y no me hagas esperar más." También me empujó hacia un asiento.

"Mi jefe... conocí a mi jefe y... ¡Santo cielo, ayúdame! ¿Cómo puedo decir semejante tontería?" Me sacudí la cabeza intentando aclarar mis pensamientos.

"Se ha vuelto completamente loca. ¡Espera! No me vas a decir que tu jefe está buenísimo, que es el sueño de cualquier mujer y que te enamoraste de él a primera vista... Eso ya lo hemos vivido. Recuerda que por eso sufriste tu primer desengaño amoroso y..."

"¿Acaso te parezco estúpida? ¡Ya terminé con todas esas tonterías del amor! Lo que iba a decir es que... mi jefe, por Dios, ¡tenía una polla enorme y aterradora!" exclamé, ilustrando el tamaño con mis manos.

Hannah me observó con los ojos entrecerrados y revisó mi cuello buscando indicios de malaria o fiebre. "Quizás realmente tengas un problema en la cabeza. Voy a llamar al Dr. Halmes para que te atienda", dijo con sarcasmo.

"¡Hannah, estoy perfectamente bien! Le acaricié su tremenda polla y hasta se la chupé hasta que se vino en mi boca. Fuimos a una reunión de negocios y me puso cachonda. Hui de él para volver a casa justo ahora porque pensé que él..."

"¿Qué hiciste? ¿Ya se conocían de antes? ¡Por el amor de Dios, Vera! Vamos, chica, ¡eso es pasarse de la raya!" Se levantó de un brinco y comenzó a caminar de un lado a otro en mi pequeña cocina.

"Ya ves, ¿no? Podría haberme resistido, tal vez no me habría obligado y habría abierto la puerta. Pero, maldición, disfruté cada momento y todavía deseo más, ¡incluso ahora mismo!" Mi mano se desplazó inconscientemente hacia mis pechos, que se insinuaban bajo el sujetador de encaje que llevaba, tan apretado que me costaba respirar.

"Como te dije antes, necesitas ver a un médico. No encuentro ninguna razón por la cual una persona normal haría algo así con su jefe en su primer día de trabajo. ¡Él también necesita ayuda!" replicó Hannah.

"Era irresistible... la manera en que estaba sentado... mastur..."

Hannah me agarró de la oreja y me arrastró hacia el baño. "Con un baño frío, quizás vuelvas en sí. ¡No me vuelvas a hablar con esas vulgaridades! ¡Ya no te reconozco, Vera!"

DESDE EL PUNTO DE VISTA DE JACKSON

La espanté, ¿verdad? ¿Qué demonios me pasa? ¿Cómo diablos llegamos a este punto? Siempre lo había evitado, ¡hasta que llegó ella! ¿Por qué tuvo que entrar justo en ese momento? ¡Y ahora no puedo saciarme de ella! Maldita sea, ¡estoy perdido!

Golpeé la pared hasta que mis nudillos sangraron. ¡Así fue como alejé a mi esposa! "¿Acaso no hice bien en evitar ese género, en especial a mujeres como ella durante cinco años? Me las arreglé solo hasta que ella surgió de la nada en ese momento tan tentador!!!"

Llegué a tener tanto miedo de mí mismo y de lo que era capaz, que hasta evitaba a mi propia madre y hermana. ¿Cómo puedo llegar a obsesionarme tanto con el sexo? ¿Y por qué demonios ella se convirtió en una adicción para mí? Ni siquiera mi esposa... no, mi exesposa se metió en mi sistema de esa manera.

¿Fue la forma en que me miraba con pena? No, ¡no necesito su piedad ni la de nadie! ¿O fue la manera en que sus manos suaves me cuidaban con tanto cariño y deseo? ¡Maldita sea, no necesito que nadie se preocupe por mí, porque al final todos se van cuando descubren quién soy realmente!

¿Será por cómo me respondía tan prontamente y... no, imposible! ¡No la necesito! No sé nada de ella y ¡no me interesa saberlo! Solo necesito ir a casa, tomar unas pastillas para controlarme y ayudarme a mí mismo, y todo volverá a estar bien.

Salí del hotel a toda prisa hacia mi coche y conduje a casa como si la policía me persiguiera. En cuanto aparqué en frente de mi casa, salté del coche y entré corriendo.

"¡Papá! ¿Ya volviste?" Mi hijo Tim corrió hacia mí para darme un abrazo, pero lo esquivé y subí corriendo las escaleras hacia mi baño privado.

Sé lo que debe estar pensando y preguntándose qué me pasa, pero también sé cómo desviar su atención.

Para presentarme brevemente: mi nombre es Jackson Taylor Anderson. Soy padre de un niño de cinco años. Estuve casado en una relación muy complicada que terminó de manera igualmente complicada, en un momento complicado y por una situación complicada. Mi vida, en resumen, es complicada.

Tengo 36 años y soy el CEO exitoso de una compañía que fabrica ropa y pañales. J. T. C. fue mi punto de partida, el único sueño que se ha materializado y la vida que deseo... si no fuera por esto...

Al entrar en mi baño, cerré la puerta con llave y me despojé de la ropa. Abrí el grifo, activé la ducha, llené la bañera y me sumergí en ella.

Tomé todo lo que estaba a mi alcance... jabón, aceite, cualquier cosa, y lo restregué sobre mi miembro. Me masturbé intentando hacerlo correctamente para tranquilizarme, pero por primera vez, no logré controlar mi deseo sexual.

"¿Papá?!"