C34 La tortura
EN ESE MOMENTO, el corazón de Isla palpitó tan rápido que ni siquiera pudo oírlo.
Zero se inclina hacia ella y le acerca la cara a la oreja izquierda. Cierra los ojos cuando su aliento le roza la mejilla: es cálido y refrescante. Maldita sea, maldice en su interior.
"No puedes dormir porque me estás esperando", susurró.
Y ahí va, su vergüenza explotó.
Zero le olisqueó el pelo