C5 Jason

Desde el punto de vista de Caira

Mi corazón latía alborotado como un tambor en plena fiesta al verlo acercarse por el corredor del aula. ¡Dios mío! Qué tonta fui al llevar ese vestido con él, ¿y si me reconoce y me expulsa de la escuela igual que en el centro comercial? Acabo de empezar hoy, no puedo ser expulsada por una tontería.

Él desprendía una aura de autoridad con cada paso que daba. También identifiqué al chico que venía detrás de él; era el mismo con el que estaba en el centro comercial. Al entrar al salón, se desató una ola de júbilo y emoción entre todos. Me sorprendí a mí misma preguntándome: "¿Quién demonios es este tipo y por qué causan tanto revuelo su presencia en la escuela?"

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Jason observaba a Caira con deseo mientras ella se paraba frente a la clase. Lucía tan hermosa y atractiva que, al mirarla, soltaba sonrisas cómplices mientras pensamientos impuros cruzaban su mente. Ansiaba poseerla.

"Va a ser un manjar", murmuró relamiéndose los labios.

Cuando la llamaron para presentarse, Jason la siguió con la mirada, hipnotizado por el balanceo de sus caderas al caminar hacia el frente. La deseaba; esos ojos tan bellos y un cuerpo capaz de encender a cualquier hombre. Si solo pudiera tenerla una noche, se daría por satisfecho. Pero conquistarla no sería complicado; tenía lo necesario y, después de todo, el 95% de las chicas en la secundaria Camford eran fáciles.

"Sin duda será mía. Nunca una chica guapa se me ha resistido", dijo con una sonrisa de suficiencia.

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Mikel entró al aula con Zack a su espalda, el bullicio era ensordecedor, por lo que decidió ponerse los auriculares. Al entrar, su mirada se posó en alguien que le resultó familiar: la mujer del centro comercial. No tenía idea de que asistían a la misma escuela y menos aún que compartían grado. Pero eso era lo de menos en ese momento. Se sentó mientras todos lo observaban como si vieran un espectro. Momentos después, la señora Jenny (la profesora) se acercó a su mesa con una sonrisa, y Mikel intuyó de inmediato que venía con alguna tontería.

"Bienvenido de nuevo, Mikel. Espero que este semestre te mantengas constante, ya que estás en tus calificaciones finales y tu asistencia es crucial. Vamos a realizar numerosas salidas de campo, campamentos de vida silvestre y prácticas, así que es imprescindible tu presencia si realmente deseas graduarte de la preparatoria", concluyó la Sra. Jenny con una sonrisa.

"Gracias por preocuparse, señora, pero no creo que mi graduación de la secundaria deba preocupar a nadie más. Así que, le sugiero que se ocupe de lo suyo, especialmente si valora su empleo", replicó Mikel sin dignarse a mirarla siquiera de reojo.

"Mikel Camford, necesitas empezar a aprender cómo..."

"¿Podemos continuar con lo que tenemos planeado para hoy?" interrumpió Mikel de manera grosera, mientras la Sra. Jenny se retiraba de su mesa visiblemente molesta. A él, francamente, no le importaba.

"Esta señora de verdad necesita aprender a no meterse en lo que no le incumbe", murmuró Mikel para sí.

"Bien, que pase el nuevo estudiante", indicó ella, avanzando hacia el frente del aula.

~ Caira ~

Me presenté ante la clase, temblando casi imperceptiblemente, di mi nombre y compartí la información que consideré relevante sobre mí, para luego regresar a mi asiento. Al llegar, vi a Mikel sentado no muy lejos, en el asiento número 026, y me miraba fijamente. Mi corazón se aceleró. ¿Estaría intentando recordar dónde me había visto antes?

Me senté de espaldas a él rápidamente para evitar que viera mi rostro. No estaba preparada para ser expulsada otra vez, o peor, para que aquello terminara con mi vida.

Llegó el receso para el almuerzo y decidí explorar la escuela. Todo a mi alrededor me maravillaba mientras paseaba; aún no podía creer que estuviera en la escuela de mis sueños. Observé un hermoso edificio con cristales opacos donde se veía a estudiantes comiendo en su interior; seguramente era la cafetería. El hambre ya apremiaba, así que entré y me dirigí a una mesa vacía para sentarme. Poco después de hacerlo, un camarero se acercó corriendo a mi mesa.

"Señorita, ¿le tomo su pedido?" preguntó el camarero mientras me extendía el menú.

La carta estaba repleta de platos tentadores, pero al final opté por un café y pescado.

"¿Así se siente estudiar en el instituto Camford?" me pregunté a mí misma, impresionada. Los estudiantes eran tratados como si fueran de la realeza.

"Me dan ganas de jamás graduarme del instituto", comenté entre risas. Todavía estaba sola cuando un compañero de mi clase se acercó.

"Hola, hermosa", me saludó al acercarse.

"Hola", contesté, sintiendo un cosquilleo de nervios.

"¿Te importa si comparto la mesa contigo?" preguntó, aún de pie.

"¡Por supuesto!" dije, y él tomó asiento frente a mí.

"Soy Jason, ¿y tú cómo te llamas?"

"Caira", respondí con sencillez.

"Qué nombre tan hermoso para alguien tan angelical como tú. Me encantaría que fuéramos amigos, ¿te parece bien?" Jason volvió a preguntar.

"Está bien", contesté con la misma simplicidad, como si me costara expresarme más.

"Bien, querida, ya que ahora somos amigos oficialmente, te invito a la fiesta de inauguración de mi casa", anunció, entregándome una tarjeta de invitación. La tomé y la leí; era una invitación a una fiesta de inauguración, una pena que no pudiera aceptarla.

"Te agradezco mucho la invitación, pero no acostumbro a ir a fiestas", le dije, devolviéndole la tarjeta. Su rostro se tiñó de decepción en cuanto decliné.

"¿Por qué, querida? Será divertido, y como eres nueva, deberías socializar para hacer amigos", argumentó Jason, y no pude negar que tenía sentido.

"No estoy segura de poder ir...

"¿Qué te hace dudar? ¿Acaso no confías en mí?" preguntó, encogiéndose de hombros con una mezcla de confusión y preocupación.

"No, eso no es lo que quería decir... está bien, haré todo lo posible por ir" dije, aceptando mi derrota.

"Perfecto, querida, nos vemos allí" dijo él con un guiño, alzándose de la silla y marchándose, dejando la tarjeta de invitación sobre mi mesa.

Poco después de su partida, el camarero de la cantina llegó con mi café.

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Jason esbozó una sonrisa triunfal en cuanto se alejó de su mesa; hablar con ella no había sido complicado, era tan inocente como aparentaba.

"QUE EMPIECE EL JUEGO", declaró con una sonrisa complaciente.