La criadora elegida del Alfa es una Zeta/C8 CAPÍTULO 7 - Igualdad de atracción
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C8 CAPÍTULO 7 - Igualdad de atracción

Mientras el viento frío acariciaba su rostro enloquecido pero apuesto, el Rey Alfa Dantés se sumía en sus cavilaciones. ¿Cómo podía una loba huir así sin meditar, en el reducido espacio de su mente, las consecuencias de sus actos? Se había escapado tras ser seleccionada como la nueva reproductora del Alfa, un honor que otras lobas anhelaban fervientemente.

Era una decisión que emanaba no solo del deseo de la Diosa de la Luna, sino también de su mandato como Rey Alfa. Le resultaba incomprensible el razonamiento de esta Loba Zeta. Y para colmo, ni siquiera se detuvo a considerar quién sería el primer Alfa en compartir su lecho.

"¡Qué lástima, o más bien qué repulsión, que la Loba Zeta huya sin siquiera imaginar que el primer Alfa que se le acercara esa noche podría ser su fortuna, su destino!", reflexionó mientras negaba con la cabeza.

"Rey Alfa Dantés, ¿se encuentra bien?", inquirió su Beta al aproximarse.

"¿Estamos ya cerca de la Isla de los Pícaros?", preguntó el Rey Alfa Dantés, evadiendo la cuestión de su Beta. Tales preguntas le parecían triviales. ¿Cómo estar bien en semejante situación?

"Faltan unos veinte minutos, Rey Alfa Dantés", informó Beta Manro, mientras su mirada se perdía en la vastedad oceánica. A lo lejos, divisaba un débil resplandor en la isla que buscaban.

"Esa Loba Zeta tiene demasiado coraje siquiera para plantearse cruzar a nado este extenso mar con tal de huir. Me pregunto si aún vivirá o si ya se habrá ahogado", comentó el Rey Alfa Dantés, apoyando sus manos en la barandilla de proa del barco y, al igual que Beta Manro, escudriñando el horizonte marino.

Beta Manro soltó una carcajada. "Es una loba excepcional, mi Rey Alfa. ¿Recuerda por qué la escogí aquella noche? Me intrigaba por qué, mientras sus compañeras se desvivían por acaparar la atención, ella se apartaba, esquivando los reflectores. Creí que buscaba llamar la atención de quien manejaba el foco, que era su estrategia para ser notada y seleccionada como la reproductora del Alfa. Debí haberlo sospechado", confesó, sacudiendo la cabeza con un dejo de pesar en su voz.

"De hecho, acabas de tomar una excelente decisión. Debemos encontrarla y devolverla al lugar que le corresponde por derecho". El Rey Alfa Dantes aspiró profundamente, anhelando percibir la presencia de su valiente Loba Zeta fugada.

Beta Manro asintió, aunque interiormente se preguntaba por qué su poderoso Rey Alfa mostraba tanto interés en la compañera reproductora del nuevo Alfa. Lo observó con detenimiento y luego se sumergió en sus reflexiones, recordando los eventos previos a la noticia de la fuga de la compañera del nuevo Alfa.

II

Con una mirada cargada de interés, Andreitte volvió a formular su pregunta al renombrado Alfa solitario. "Alfa Branden, ¿cuál es esa única solución que tienes en mente?"

En un instante, el Alfa solitario parpadeó, perdiéndose en los profundos y cautivadores ojos marrones de la loba que había encontrado. Se sentía cada vez más sumergido en su carisma a medida que sus miradas se entrelazaban.

"¿Te parezco suficientemente atractivo, Andreitte?", desvió la conversación con su propia pregunta, una que frunció el ceño de ella en señal de desconcierto.

"¿Por qué no? ¿Quién no lo haría?" respondió Andreitte con una sonrisa cómplice, anticipando el rumbo de la conversación.

Alfa Branden exhaló un suspiro de alivio, mirándola con ojos que brillaban de atracción. "Te veo valiente, hermosa y, sin duda, encantadora, Andreitte. Y me reconforta saber que también me encuentras atractivo. Hay una atracción mutua entre nosotros".

"Alfa Branden, no quiero sacar conclusiones precipitadas, pero por favor, sé claro con lo que estás pensando", solicitó con emociones encontradas. ¿Se sentiría feliz al saber que este apuesto Alfa solitario se sentía atraído por ella o temería acabar siendo su amante?

"Considerémoslo un acuerdo mutuamente beneficioso. Empecemos por reconocer esta atracción que sentimos el uno por el otro y veamos a dónde nos lleva. Sé mi Luna, Andreitte", propuso con la mayor naturalidad, pero para ella, la idea fue todo menos natural. Sus ojos se abrieron desmesuradamente y su corazón latió con fuerza, inundada por la incredulidad.

"Estoy... confundida, Alfa Branden. Necesito un momento para pensar", expresó ella, con la confusión eclipsando la belleza natural de su rostro. Ansiaba encontrar a su compañero, sin importar quién fuera. La idea de ser la Luna de un Alfa la atraía en cierto modo, pero en lo más profundo de su ser, sabía que la realidad de no ser su verdadera pareja era una circunstancia abrumadora.

"Considera que, al menos, solo tendrás un Alfa, y ese seré yo, Andreitte. El Rey Alfa no podrá insistir en obligarte a seguir siendo la criadora de los Alfas, una vez le revele que eres mi compañera y Luna. Haz de esto tu principal reflexión mientras tomas tu decisión, Andreitte". Su voz, melódica, sumergía a Andreitte en la tarea de forjar otra decisiva elección en su vida, una que sería beneficiosa para ambos, según sus palabras.

Se encontraban en ese instante, cautivados e inmersos en el magnetismo y la atracción que emanaban naturalmente el uno del otro, cuando el Beta de Alpha Branden irrumpió en la habitación.

"Alfa Branden, tienes que ver esto. Una luz intensa, que parece venir de un barco, se aproxima cada vez más a la isla", informó con un temblor en su voz.

De manera abrupta, Alfa Branden se puso de pie y salió apresuradamente de la habitación. Sus pasos eran largos y decididos hasta que llegó a la bahía.

"¡Maldición! Debemos prepararnos ya", exclamó, consciente de que una batalla se avecinaba a causa del recién designado criador de Alfas que se encontraba en su habitación.

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