C32 ¿Desnuda...?
Aitana
Miraba a mi madre, tan tranquila como alterada.
Ambas cosas en la misma medida.
No sentía que nos hubiéramos pasado en todo lo que reclamamos.
Hacía tiempo ya, que ni mi hermana ni yo, teníamos la paciencia o el tiempo para tratar con gente mentirosa.
Estábamos contra reloj, todo cada maldito segundo.
— Está noche no me esperes