C36 La serpiente del destino
Aitana
Desperté en una cama de hospital.
Ya era hora de saber, por qué demonios me desmayaba cada dos por tres.
En mi letargo, pude sentir el calor del cuerpo de Ashton.
Poco a poco, fui siendo consciente cada vez más, de su mano sobre mi vientre y su cabeza pegada a mi cuerpo.
Estaba sobre una silla, sentado, pero apoyado del torso para arriba en el colchón, en el que yo reposaba