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Mariem se levantó despacio y lo miró como una serpiente llena de odio y con una sonrisa burlona le dijo:
—¡Príncipe¡ que me casé con un Príncipe, me pregunto lo que haría papá si supiera que no eres más que un muerto de hambre usurpador.
—Y de que te vale a ti tener sangre noble cuando no pasas de ser más que una puta.
—Puta, eso es lo que se te ocurre decirme, claro