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C7

En ese momento junto al Patriarca Liam experimento un sentimiento de seguridad que no había advertido desde hacía ya varios años; la amargura y las preocupaciones de los últimos días habían desaparecido, él se sentía como un niño inconsciente de todo lo negativo que sucedía a su alrededor.

Pasó un poco más de un minuto y el viejo de pronto le habló:

—Tenía meses esperándote, pensé que los idiotas del oráculo no te iban a encontrar, y eso que el profeta Omi les dejó todo bien indicado. Dime una cosa, ¿quién es ahora el Máximo?

—Omar, el primogénito del profeta Omi.

Al Patriarca se le dibujó una sonrisa de conformidad en el rostro.

—Excelente, ¿y los profetas?

Liam lo miraba con perplejidad.

—Los que están ahora son de la casta de los Serín.

—Muy bueno, veo que el guardan ha hecho bien su trabajo.

—¿Que guardián?

El Patriarca con desidia le dijo:

—Es mejor que no sepas, bueno, más adelante lo sabrás todo, estas muy chico todavía, a medida que pasen los años irás aprendiendo cosas del Patriarcado... Cosas que uno debe hacer para cuidar lo que más ama en ese mundo, incluso por encima del oráculo.

—No entiendo.

—No pretendo que lo hagas, como ya te dije, a medida que crezcas vas a ir descubriendo y aprendiendo, por ahora estoy complacido con el Máximo y los profetas que están contigo, estoy seguro que ellos no te van a traicionar como lo hicieron conmigo tu sabes quienes, claro, debes tener cuidado con los maestros, esos eran amigos del Máximo Dimitri, cuídate de sus malos consejos, ellos son crueles, no tienen ni una semilla de piedad, solo aplican conocimiento y leyes, no tienen la capacidad de poseer un pensamiento convergente, por un lado es bueno, porque cuidan el oráculo, pero hay casos en que la gente con un pensamiento como el de ellos no ayudan en nada en momentos de cambios o conflictivos.

A Liam le costaba entender lo que el viejo le decía, y lo miraba y decía dentro de sí:

"Es tan real, escucho tan claro su voz, no se estaré soñando”

De repente se quedó mirándolo con fijeza y en un momento se abalanzó hacia él y lo abrazó y le empezaron a correr sus lágrimas y le dijo:

—Lamento tanto que hayas muerto, todos estos años he lamentado lo que te dije, no era verdad, yo no te odiaba.

—Yo también lamenté haber sido tan duro contigo, ahora debes ser fuerte y seguir adelante con tu designio, siempre lo supe, sabía que para algo muy importante los dioses te habían puesto en mi camino.

—Me están obligando a tomar un lugar que no me corresponde.

—No digas eso, los dioses te escogieron.

—No, esto es un invento tuyo y de ese profeta, tú me engañaste.

—No te engañé.

—Me engañaron, tú y Arturo, y quiero entender por qué.

—A su tiempo entenderás, cuando los dioses te lo muestren, entenderás todo lo que nunca te pude decir, no dejes el designio de los dioses, cuando subas al forimnh entenderás todo.

—¿Solo quiero que me digas tú.

—Sube al Forimnh y lo entenderás.

De pronto Liam comenzó a sentir que perdía sus fuerzas y se desvaneció en los brazos del Patriarca.

Al rato despertó tosiendo, y los profetas lo tenían en el piso al lado del pozo, él regresó de su visión más confundido y desanimado de lo que ya estaba, y deseaba salir huyendo de aquel lugar. Él estaba en un día glorioso que a muchos les habría encantado vivir, pero al contrario estaba lleno de amargura porque había perdido todo lo que había construido con sus propias manos, y ahora le pertenecía al oráculo, y se sentía como un esclavo que no tenía posibilidades de escapar.

A Liam le pusieron la ropa ceremonial que iban debajo de las investiduras del Patriarca que luego recibiría, y lo llevaron al salón de las tres deidades reservado solo para los líderes principales del oráculo y el Patriarca, pues allí estaban la cúpula y la fuente de poder que sostenían la vida de ese universo que los dioses Anunnaki habían creado para ellos y los otros clanes que poseían poderes que en los otros mundos no podían ser usados. El observo las deidades forjadas en oro y plata, vestidas de forma preciosa, a Liam le llamó la atención el dios del caos, que se parecía a la descripción cristiana de un demonio de color rojo y cuerpo de serpiente, y a su vez tenía rasgos de un dios oriental con grandes ojos achinados y de rostro iracundo; en contraposición estaba a su lado la diosa de la creación del universo que estaba hecha de oro, plata y piedras preciosas, pero sus manos eran de barro y sus vestiduras de distintos colores, y su rostro expresaba sencillez y amabilidad, junto a ellos el dios del señorío, al cual todo anunnikum temía, pues poseía una balanza donde pesaba las decisiones y proceder de cada ser del clan, y en base a ello lo favorecía o lo dejaba a merced del impiadoso dios del caos, este dios era en realidad un ángel con alas de color azul.

Su entrada al gran salón de las tres deidades le confirmaban a él que en definitiva aquellos hombres lo estaban considerando su líder, de otra manera jamás lo habrían llevado a tan sagrado lugar frente a los dioses.

Allí solo entró el joven chambelán, los profetas y el máximo, y procedieron a colocarle las investiduras del Patriarca que eran todas de gamuza y color negro y bordados en hilo de oro en los bordes de las mangas y el ruedo; primero le pusieron una especie de túnica que le llegaba un poco más abajo de las rodillas con mangas largas, y era liza, después le pusieron un cinturón que tenía figuras emblemáticas del oráculo, más encima una capa larga sin mangas que le llegaba hasta los tobillos y era de una gamuza gruesa y algo pesada, y tenía bordados en oro y piedras preciosas en los bordes y en los broches a lo largo del pecho, y de último otra capa corta que le llegaba a la cintura que tapaba sus hombros y se abrochaba en la parte alta de su cuello.

Después le pusieron ungüentos sagrados en su cabeza y sus pies, y lo calzaron y le pusieron la tiara ceremonial que solo se usaba en las liturgias donde el Patriarca estaba presente.

Y el profeta más viejo le untó el ungüento en sus manos, entonces los demás se apartaron y el máximo se acercó a él y su chambelán le entregó una caja, él la abrió y sacó de allí un dije de diamante azul como de tres centímetros que tenía una forma ovalada con dos largas cadenas de oro, ellos lo llamaban el ojo del búho, pues tenía poderes para mostrar eventos pasados a través de cualquier espejo y mostraba la ubicación de cualquier persona u objeto que el Patriarca quisiera encontrar, aunque había excepciones y hechizos, donde el ojo no podía ingresar y mostrar la información.

El máximo colgó el ojo de búho en el cuello de Liam, y con la otra cadena rodeó su torso, y el dije quedaba justo encima del corazón del que lo portaba. Después sacó otro dije, éste era llamado el agujero, era de diamante negro y medía menos de tres centímetros, este tenía el poder de transportar de un lugar a otro, y si se combinaba con el ojo de búho podía realizar viajes en el tiempo hacia el pasado, la cadena del agujero se portaba en la muñeca de la mano izquierda y se escondía en el hueco de la mano para ser usado.

Por último los tres profetas se acercaron con una caja de oro alargada, y cuando la destaparon habían dos varas de oro que medían 1 metro 40 centímetros, la más delgada se la entregaron a Billy, el joven la recibió con reverencia inclinando su cuerpo y jurando ante los líderes del oráculo jurando velar por el bienestar del Patriarca. Después los tres profetas se acercaron y el principal tomo la vara y le dijo a Liam:

—Este es tu cayado, representa tu autoridad y dominio sobre el clan, con el nadie podrá pasar por encima de ti, los poderes de la fuente están ligados al cayado en caso de una batalla lo podrás usar como un arma, a medida que trascurran los años tu cayado se hará más poderoso y el de tu chambelán, y cuando estés preparado subirás al Forimnh a encontrarte con los dioses, ellos te enseñarán nuevos poderes y sabiduría, pero aun eres muy joven para que te encuentres con ellos, esperaremos el a que llegue momento correcto, usa el cayado de manera correcta en favor del clan y del oráculo.

El profeta le entregó a Liam el cayado y le ordenó inclinarse ante los dioses y jurar cuidar del clan poniendo sus manos encima del lado izquierdo del su pecho, él obedeció y se inclinó y cerró sus ojos mientras tomaba la posición indicada. Los profetas y el Máximo lo rodearon y comenzaron a recitar oraciones; mientras ellos hacían, Liam pensó dentro de sí:

“Nunca pensé que llegaría a esto, ¿porque si no lo pedí?”

Después del juramento el máximo llevó a Liam frente a un espejo, y con una expresión de complacencia en su rostro le dijo al joven Patriarca:

—Si fueras un impostor y los dioses no te hubieran elegido, el cayado ya te habría matado, y no podrías cargar las investiduras del Patriarca, quiero que te mires al espejo y comprendas lo que eres, muchos desearían estar en tu lugar y disfrutar de tu gloria, y llevar en sus venas la sangre de los Patriarcas que por siglos han cuidado de nuestro pueblo.

Liam se vio en el espejo, y sólo podía recordar al difunto Patriarca, las veces que él portaba las investiduras, él no imaginó nunca heredar de esa manera el lugar que le correspondía a otro.

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