C6 Capítulo 6

"Me encanta cómo te has comportado hoy con tu padre, de verdad que me encanta", dijo él mientras sus manos la rodeaban por detrás. "Te mereces un premio, gatita", murmuró antes de besar su cuello, provocando que ella comenzara a retorcerse.

"Termina de lavar los platos y después ven a mi estudio", ordenó antes de marcharse.

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Ella lo miraba fijamente a los ojos, respirando con dificultad a través de sus labios entreabiertos, mientras él la penetraba bruscamente, empujándola contra la pared. Las manos de ella trazaban patrones en su espalda, sus pieles chocaban una contra la otra al ritmo de sus gemidos entremezclados en el aire...

¿Forzarla? ¿Violarla?

No, esas palabras no tenían lugar aquí. Él no la forzó; ella se forzó a sí misma para salvar a su padre. Él le había dado una opción y ella la había tomado.

Podría haberlo empujado, golpearlo con un jarrón, pero no lo hizo. Aceptó su contacto, permitió que hiciera lo que quisiera...

¿Lo deseaba ella? No, o quizás sí, un poco más, porque cuando él la provocaba, ella gritaba y suplicaba. Se odiaba a sí misma por actuar tan desesperadamente y sentía que había perdido su dignidad. Él estaba jugando con su mente y su corazón...

Un pensamiento la atormentaba: quería acabar con su vida, pero no podía; tenía a su padre, su única familia.

No era ella quien reaccionaba, sino su cuerpo.

Era una tonta por haber confiado en la persona equivocada, y no una, sino dos veces. Anhelaba paz, pero todo lo que recibía era dolor, más y más dolor...

Una lágrima se escapó de sus ojos cuando él terminó dentro de ella, se retiró y ella se desplomó en el suelo, incapaz de sostenerse en pie.

"Me he acostado con alguien que ya está casado y es padre de hijos. Qué vergüenza, maldita sea, qué vergüenza", se reprendió a sí misma, y al levantar la vista lo vio dirigirse al baño para deshacerse del condón usado.

Se levantó, se vistió con su atuendo y salió de la habitación directamente hacia el baño para asearse.

"Soy fuerte, estaré bien, todo estará bien", se animó a sí misma antes de salir del baño y encontrarse con Adhyansh.

Le lanzó una mirada; sus ojos, llenos de dolor, se clavaron en su rostro por unos instantes antes de que ella se alejara.

Desplomándose en el suelo, bajó la mirada, sus ojos fijos en las baldosas, pero su mente estaba en otro lugar; solo estaba allí en cuerpo.

"Divyank, no hagas esto, no lo quiero, por favor, es demasiado pronto para todo esto", suplicó, asustada, mientras él se inclinaba sobre ella. "¿No me quieres, Adwitiya?", preguntó él, mientras sus dedos acariciaban con delicadeza desde su frente hasta sus mejillas.

"Sí, sí te quiero, pero no estoy lista para esto", insistió ella, y él le sostuvo las mejillas. "Solo siéntelo, te gustará".

"¿Confías en mí?", preguntó él, besando desde su mejilla hasta la mandíbula. "Sí... sí", respondió ella, aunque confiaba en él, en ese momento estaba muerta de miedo.

"¡Aah, no, no, por favor, me duele, me duele!"

"Despacio, Divyank, por favor, para, para, para, para".

"Va a doler un poco más, Adwitiya, y después solo habrá placer".

"No, para, quiero irme a casa, no quiero hacer esto, duele, por favor".

Se tapó los oídos mientras esas palabras resonaban una y otra vez en su cabeza. "Ayyiappa, por favor, ayúdame", suspiró y bebió agua, tomando respiraciones profundas.

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Adhyansh entró a la cocina y la encontró sentada en el suelo, abrazando sus rodillas, con los ojos desorbitados.

No había pegado ojo en toda la noche anterior, incapaz de entender qué le estaba sucediendo. ¿Por qué él le hacía esto? ¿En qué había fallado?

"Hazme un café", escuchó de repente la voz de Adhyansh. Ella levantó la vista, lo vio, asintió y se puso de pie. "Palabras".

"Por supuesto, señor", murmuró ella mientras comenzaba a prepararle el café. Él seguía incomodándola con sus miradas insistentes detrás de ella.

"Listo", dijo entregándole el café. Sus manos ardían con ganas de abofetearlo y golpearlo, pero se contuvo.

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"Lo... lo siento, señora, no quise besarla esa noche", se disculpó él, evitando su mirada. "Primero que nada, fui yo quien te besó. No tienes que disculparte conmigo, ¡fue mi error! Y por favor, deja de llamarme señora, trabajas para mi padre, no para mí", le respondió ella con educación.

"¿Entonces, podríamos ser amigos? Quiero decir, no tengo amigos en mi vida, por eso... maldición, siempre me encanta hacer el ridículo", dijo ella entre risas, extendiendo su mano. "Hola, Adwitiya Mishra".

"Adhyansh Aneja", respondió él, estrechando su mano con una sonrisa sincera.

"Adwitiya, prepárame unos fideos", ordenó él. Ella comenzó a preparar los fideos y, de repente, con una sonrisa maliciosa, vertió toda la botella de chile en polvo en los fideos y sonrió con malicia.

"Aquí tiene sus fideos, señor", dijo ella, colocando el plato frente a él y alejándose un poco para observar su reacción.

"Adhyansh Aneja odia desperdiciar comida, así que de una forma u otra se los va a comer", pensó ella, golpeando el suelo con el pie impaciente.

"Dadda, yo quiero eso", los ojos de Adwitiya se abrieron de par en par al ver a Yuvaan relamiéndose los labios con ganas de probar los fideos.

"Por supuesto, campeón", antes de que Adwitiya pudiera intervenir, Adhyansh le dio una cucharada de los fideos a Yuvaan mientras Adwitiya rogaba internamente que la tierra se la tragase.

"¡Aahh, qué picante, qué picante!", gritó él, sintiendo cómo le ardía la boca y la garganta, su cara se tornó roja, las lágrimas empañaron su vista, escupió todo y comenzó a toser con fuerza.

"¿Qué pasa, campeón?" Adhyansh entró en pánico y probó un poco de los fideos que tenían chile en polvo.

"¿Pero qué demonios, Adwitiya? ¿Por qué le pusiste tanto chile en polvo?" Gritó y rápidamente le dio agua a beber, mientras Tripti corría a la cocina a buscar helado para Yuvaan.

"Yo... lo siento, no sabía que... quiero decir..." balbuceó, sin saber qué decir. Quería que Adhyansh fuera quien comiera eso, no Yuvaan. Aunque no le agradaban sus hijos, nunca quiso hacerles daño, al menos.

"Papá, es que..." lloró. "Tranquilo, campeón, toma esto", dijo Adhyansh mientras le metía helado en la boca y le acariciaba la espalda y la cabeza.

"Ella es tan mala", dijo Yuvika con una mirada fulminante hacia Adwitiya, incapaz de soportar ver a su hermano gemelo sufrir.

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Sus ojos se abrieron de par en par al observar su rostro; la sangre le brotaba de la comisura de los labios con cada tos. Adwitiya no se había percatado de la sangre en sus labios.

"Aaah", tosió ella de nuevo. "Mierda, estás sangrando", dijo él mientras le limpiaba la boca con su pañuelo antes de que ella pudiera darse cuenta.