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C4 Verdad y atrevimiento

Capítulo 4: Verdad o Reto

FIESTA EN CASA, LOS ÁNGELES

Leo se lo estaba pasando en grande. Aunque no era el anfitrión, todas las miradas se dirigían hacia él. Es lo que tiene ser atractivo, famoso y adinerado. El corazón de Darby se comprimió al contemplar esa imagen tan seductora. Recuperando el control, buscó un sitio donde sentarse. No debería extrañarse al ver a Leo así.

Todo el mundo sabe que es un donjuán y que no es fácil acercársele. Desde que Darby lo conoce, la relación más larga que Leo ha mantenido con una chica fue de un mes, y en aquel entonces ella era la capitana de las animadoras. En cuanto él posó sus ojos en otra, la dejó sin más. Muchas de las peleas más serias entre las chicas del colegio, que terminaron con varias suspensiones, fueron por culpa de Leo. A pesar de todo, las chicas seguían lanzándosele descaradamente.

Darby se mofó de sí misma, su patetismo la igualaba a esas chicas. El hecho de que le faltara el valor para lanzarse a sus brazos no la hacía mejor. Muchas noches se despertaba con el clítoris latiendo tras soñar con él de manera erótica. Apoyándose en el sofá, escudriñó la sala en busca de su hermana. Abigail, como cualquier chica del instituto Greenville, estaba bailando muy pegada al que Darby identificó como el mejor amigo de Leo. También daba la impresión de estar ebria. Se levantó, se acercó a ellos y agarró a Abigail del brazo con firmeza.

"¿Qué diablos?" Exclamó Abigail, empujando a Darby con todas sus fuerzas. "¿Por qué me agarras?"

Darby rodó los ojos. "Pareces borracha y apenas llevamos cuarenta minutos aquí. Deberíamos irnos a casa." Dijo.

Abigail la miró con desdén. "Me iré a casa cuando me dé la gana. ¡Así que lárgate!" Gritó.

Dándose cuenta de que era inútil insistir, Darby regresó al lugar donde estaba antes para esperar pacientemente a su hermana. De repente, la música se cortó y uno de los chicos del equipo de baloncesto, que llevaba el nombre de Derrick en la camiseta, se hizo con el micrófono.

"Hola a todos, gracias por venir a mi fiesta. Ahora jugaremos al 'verdad o reto' y todos los presentes deben participar. No se aceptan deserciones", anunció él. Un rugido de emoción se elevó mientras todos se apresuraban a formar un gran círculo.

Darby, aún impactada por la propuesta del juego, había leído que las cosas podían ponerse intensas en un abrir y cerrar de ojos. Sin embargo, de alguna manera, terminó sentada entre la multitud, justo frente a Leo. Sus miradas se encontraron y su corazón latió con fuerza, obligándola a bajar la vista hacia sus pies.

"Vamos a señalar a cada uno para que elija entre verdad o reto. Y deberán cumplir con lo que se les pida. Aunque normalmente hay formas de evadirse, en esta fiesta, nadie puede escapar", sentenció Derrick.

Darby había supuesto que la mayoría optaría por la verdad, pero para su sorpresa, la balanza se inclinó hacia el reto. Abigail no fue la excepción y aceptó el desafío de practicar sexo oral a un chico al azar. Claramente ebria, no mostró arrepentimiento y se entregó a la tarea con entusiasmo. Mientras tanto, Darby no podía dejar de seguir a Leo con la mirada, preguntándose qué desafío enfrentaría. Temía pasar vergüenza cuando llegara su turno.

"Leo", rugió Derrick, haciendo que el corazón de Darby se disparara. "¿Verdad o reto?"

Con la mirada fija en Darby y una sonrisa pícara, él respondió: "Reto".

"Ohhhh, el chico malo claramente escogería un reto", comentó Derrick, mientras la expectación crecía entre los presentes, ansiosos por conocer el reto de Leo. "Así que, Leo, te desafío a elegir a cualquiera de las chicas aquí presentes y tener un encuentro íntimo con ella. Estoy seguro de que cualquiera de ellas desearía un momento contigo. Es como si fuera un boleto gratis", dijo Derrick, soltando una carcajada.

Las chicas lanzaron gritos de emoción, todas se acomodaron para llamar su atención, esperando ser la elegida. La atención de Darby, sin embargo, se desvió hacia Abigail, quien balbuceaba y reía mientras un chico jugueteaba con sus pechos.

Leo se levantó de su asiento, aún con una sonrisa complaciente dibujada en su rostro. "La elijo a ella", respondió mientras se detenía frente a Darby.

El silencio se apoderó de la habitación y a Darby le tomó un instante comprender lo que sucedía. Lo miró con los ojos desorbitados. "¿Yo?"

Con una sonrisa, Leo asintió. "Sí, tú. Debemos irnos ahora mismo", dijo, ayudándola a levantarse antes de que ella pudiera asimilar lo que estaba pasando. Los murmullos crecían en intensidad, pero a él no le importaba mientras guiaba a Darby escaleras arriba hacia una de las habitaciones en la casa de Derrick.

"¿De verdad está pasando esto?" preguntó Darby cuando Leo cerró la puerta con llave detrás de él.

Él sonrió ampliamente. "Claro que sí. Seguro escuchaste que una vez que se elige, no hay vuelta atrás". Leo la observaba atentamente, recorriendo con la mirada su figura de pies a cabeza. Ella era tan hermosa como había imaginado desde la distancia. De cerca, era aún más impactante. Aunque evidenciaba timidez, había un atisbo de indomable en la profundidad de su mirada.

Ella era el tipo de chica que siempre lo cautivaba. Le sorprendía que, a pesar de los años que ella llevaba observándolo, nunca hubiera intentado acercarse. A diferencia de las demás, incluso las más tímidas perdían su reserva en su presencia. Leo podía percibir que ella poseía un notable autocontrol.

"Si no quieres, está bien", dijo, aunque sus palabras no reflejaban su verdadero deseo. Leo anhelaba que ella lo deseara tanto como él la deseaba en ese momento.

Darby se recogió un mechón rebelde de su moño detrás de la oreja. "Lo deseo mucho", confesó, aún incrédula de su golpe de suerte. El hombre de sus sueños estaba ante ella, y no solo podía verlo, sino también olerlo y tocarlo.

Cuando él se acercó un paso más, Leo desprendía el aroma que ella había imaginado. Sus piernas se debilitaron cuando él exhaló sobre su piel y se aferró a su camisa con fuerza para mantenerse en pie. Sonriendo para sí, Leo la alzó del suelo y la depositó con delicadeza sobre la cama. A diferencia de sus otros encuentros, deseaba disfrutar cada minuto con esta enigmática chica que aceleraba su corazón de manera incomprensible.

"¿Cuál es tu nombre?" le susurró él al oído.

Ella, con la inocencia de una niña, respondió en un susurro, "Darby".

"Darby", repitió él, saboreando el nombre como si fuera mantequilla fundida. "Es un nombre tan hermoso como la diosa que lo lleva".

Ella se sonrojó intensamente. "Y tú también eres muy atractivo".

Con delicadeza, Leo deslizó sus manos por la suave piel de ella, despojándola de su ropa con suavidad y acto seguido, se quitó la suya. Ella yacía en la cama, visiblemente tímida, esperándolo. Él volvió a recostarse sobre ella y guió la mano de Darby hacia su miembro. "Tranquila, puedes tocarme".

Al recorrer con sus dedos el firme miembro, Darby inhaló agudamente cuando este reaccionó a su tacto, inundándola de placer. Leo se inclinó hacia ella y capturó sus labios con los suyos. Rozó sus pezones, provocando un leve temblor en ellos. Sus labios trazaron un camino por su piel hasta llegar a uno de sus pezones, el cual succionó. La condujo con paciencia hasta que ella se acostumbró a su presencia. Darby gimió, aferrándose a la sábana mientras él exploraba cada rincón de su cuerpo. Leo separó sus piernas, se posicionó firmemente, acarició su miembro y se introdujo en su ser. Un dolor punzante la hizo clavar sus uñas en la espalda de él. Tras unos embates lentos, Leo incrementó el ritmo, acompañado de gemidos que denotaban una mezcla de dolor y placer. Ambos encontraron un ritmo sincronizado, mientras él se movía con cadencia dentro de ella, permitiéndole sentirlo por completo.

Darby enlazó sus piernas alrededor de él, experimentando una oleada de sensaciones desconocidas. Ansiaba más de él, deseaba que ese momento durara eternamente. Al alcanzar el clímax, Leo se dejó caer exhausto sobre la cama, respirando con dificultad. Era justo como lo había imaginado: simplemente celestial.

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