C3 La broma

Cuando por fin dieron las 5, apagué el despertador y salí de la cama para hacer mi rutina matutina. Me vestí y bajé las escaleras para empezar a desayunar.

Todo el mundo se despertará pronto para ir al colegio o al trabajo, todos menos yo. No se me permitió ir a la escuela. Tenía que aprender por mi cuenta. Me pasaba por la biblioteca siempre que tenía ocasión y leía libros para formarme.

Por si te lo preguntas, también tuve que aprender a leer. Fue duro vivir entre gente que te miraba con odio y asco, pero me las arreglé.

Mi habitación estaba en el ático, lejos de todos los demás. No era gran cosa, pero era toda mía. En cuanto a la ropa, rebuscaba en la basura de todo el mundo y sacaba la ropa que tiraban.

Sí. Mi vida era genial.

Hice bacons, huevos y tostadas para todos. Normalmente comía lo que quedaba y a veces no era mucho, pero nunca me quejaba.

"¡Límpialo!" exigió Brittany, una de las adolescentes que se quedaban en la casa de la manada.

Había derramado zumo en el suelo, a propósito. Cogí una fregona y limpié el desastre. Luego lo derramó en otro sitio. Sin quejarme, lo limpié.

Si aún no lo has adivinado, era muy popular y mala. Siempre conseguía lo que quería. Yo no era la única al que pisoteaba; era así con todos. Pensaba que por salir con el hijo del alfa tenía privilegios.

"Patético" me dijo tirándome el zumo a la cara.

¿Adivinas qué hice después?

Por supuesto, limpié el desastre sin rechistar. Ahora se me pegaba la ropa, pero no quise cambiarme hasta limpiar la cocina.

Cuando todos terminaron de desayunar, me asee y me fui a "mi habitación". Me di una ducha rápida y me puse unos vaqueros holgados y una camiseta, con unas converse desgastadas. Me recogí el pelo castaño oscuro que me llegaba hasta la cintura en un moño desordenado y me dirigí a la biblioteca.

Me senté al fondo de la biblioteca, lejos de todas las miradas escrutadoras. Cogí un libro y empecé a leer.

Así era mi día, a veces. Me senté en silencio, alejada de todo el mundo, hasta que oí una silla rozando el suelo delante de mí. Levanté la vista e inmediatamente bajé los ojos y volví al libro que estaba leyendo.

Delante de mí estaba el mejor amigo de mi hermano, Josh. Estaba enamorada de él desde que tenía memoria. Tenía el pelo rubio arena, los ojos plateados, la nariz recta y la mandíbula afilada. Estaba buenísimo y las chicas siempre se le tiraban encima.

Fingí leer mientras intentaba contener el rubor que pugnaba por hacer acto de presencia.

"¿Qué estás leyendo?", preguntó.

Levanté la vista y miré a mi alrededor para ver con quién hablaba. Se rió entre dientes mientras me mostraba esa sonrisa capaz de enamorar a cualquier chica. No ayudaba que sus hoyuelos fueran más prominentes cuando sonreía.

"Sí, estoy hablando contigo" se rió de nuevo.

"Shakespeare", murmuré.

"Genial"

"He oído que mañana es tu cumpleaños", dijo apoyando las manos en la mesa e inclinándose hacia delante.

"Sí", tartamudeo un poco nerviosa por la cercanía y por el hecho de que me esté hablando.

"Entonces... ¿Qué vas a hacer mañana?"

"Na-nada"

"¿Qué tal si te llevo... a una cita?", sugirió.

"No lo sé", me sonrojé, apartándome unos mechones de pelo detrás de la oreja.

"Venga. Sal conmigo", sonrió con esa sonrisa que hace caer las bragas.

"Claro", dije inseguro.

En ese momento oí risas a mi lado. Volví mi atención hacia la fuente y vi a alguien que sostenía un teléfono y a algunos de sus amigos que miraban el teléfono riéndose.

Miré hacia Josh y le vi intentando contener la risa.

Esto era una broma. Yo era una broma.

"Deberías haber visto tu cara. Como si alguna vez fuera a salir con una perdedora como tú" dijo con una sonrisa burlona, burlándose de mí.

Cogí mis cosas y se me escaparon algunas lágrimas. Salí corriendo de la biblioteca, mientras sus risas se hacían más fuertes.