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C2 Despertar

La noche era fresca y tranquila... de esas en las que el sueño es más placentero, especialmente cuando uno se descuida y no se acuesta temprano. Un zumbido persistente y ensordecedor sacó a Carol de su profundo sueño, provocando que soltara un gemido de pena, buscara a tientas la almohada extra en su cama y se cubriera la cabeza con ella, esperando que amortiguara el ruido y le permitiera seguir descansando. Había trasnochado el día anterior y necesitaba aprovechar cada minuto de sueño antes de que su alarma sonara a las seis. La almohada logró atenuar en gran medida el sonido, y Carol estaba a punto de volver a sumergirse en el sueño cuando otro teléfono comenzó a sonar. Este estaba justo a su lado, en la cama, imposible de ignorar. Y para empeorar la situación, el volumen era mucho más alto que el del primero, así que no había manera de hacer caso omiso, aunque lo deseara.

"¿Quién demonios llama a alguien a las dos de la mañana, por el amor de Dios?" se preguntó mientras se sentaba en la cama, pero incluso antes de enfocar la mirada en el teléfono con sus ojos cargados de sueño, ya intuía quién era, o al menos tenía una sospecha bastante acertada. Una rápida ojeada al móvil, que había dejado de sonar pero que volvió a hacerlo en cuanto lo tomó, confirmó sus sospechas. Era Victoria. Carol se sintió tentada de ignorar la llamada, pero sabía que lo mejor era contestar de una vez y averiguar qué quería su hermana. Si no respondía, Victoria no haría más que bombardear su teléfono con más llamadas y, si lo apagaba, su querida hermana no tardaría en llamar a sus padres para desahogarse con ellos. Cuando Carol vivía cerca, no importaba la hora de la noche, sus padres aparecían en su casa para reprocharle que hubiera ignorado a su preciosa Victoria.

Fue por situaciones como esta que Carol decidió mudarse lejos de la ciudad de sus padres. Con un suspiro, respondió al teléfono, pero antes de que pudiera articular palabra alguna, el estridente chillido de Victoria le invadió el oído, tan alto que tuvo que alejar el teléfono hasta que su hermana dejara de gritar.

"Hola, Victoria", dijo Carol una vez que Victoria dejó de gritar. A veces resultaba irreal pensar que Victoria era una adulta, dada su manera de actuar.

"¡Dios mío! ¡No vas a creer lo que acaba de suceder!" exclamó Victoria con emoción al teléfono, y Carol casi podía imaginarla saltando de la emoción. Victoria parecía no darse cuenta de que ya tenía veintisiete años y que había dejado atrás la adolescencia y mucho menos la infancia.

"¿De verdad?" replicó Carol con un tono cargado de sarcasmo. "¿Era tan urgente que no podía esperar hasta mañana? ¿Tienes idea de la hora que es? Estaba durmiendo, por Dios. Algunos tenemos que trabajar, ¿sabes?"

"Oh, cierto. Bueno, como te decía, es algo muy importante y estoy segura de que te morirás de envidia cuando lo sepas. Estaba ocupada antes... celebrando, ya me entiendes".

"Está bien, adiós. Voy a apagar mi teléfono ahora mismo."

"¡Espera! Me comprometí. ¡Eso es! Me voy a casar con un tipo increíblemente rico y nunca más tendré que trabajar en mi vida", anunció Victoria, rebosante de felicidad, a través del teléfono.

"¿Cómo dices? ¿Qué has hecho?"

"Comprometida. Ya sabes, cuando un hombre se arrodilla, abre una cajita y te pide matrimonio. Eso mismo. ¡Dios mío! Ha sido lo más romántico del mundo".

"Eh... ¿felicidades?"

"Sí, gracias. Y claro, tú serás mi dama de honor principal. No te sientas mal porque tu hermana menor se case antes que tú. Después de todo, solo nos llevamos nueve meses".

"¿Y con quién diablos te vas a casar? Si hace nada estabas quejándote de lo idiota que era Joe y ahora ¿vas a casarte con él?" Carol no pudo evitar preguntarse si su hermana estaba pensando con claridad.

"¡Ay, no! Jamás me casaría con ese completo idiota. Estoy comprometida con un hombre increíblemente rico..."

"Ya me lo habías mencionado. ¿Cómo lo conociste y cuánto tiempo llevan juntos?"

"Pues, lo conocí hace un par de semanas durante mis vacaciones. ¿Te acuerdas que me fui a Francia? Pues sí, ahora estamos locamente enamorados y él quiere casarse conmigo. ¿Puedes creerlo? Estoy eufórica."

"¿Planeas casarte con alguien a quien conociste hace apenas dos semanas y que prácticamente no conoces? He de admitir que has hecho muchas tonterías a lo largo de los años, pero esto supera todo. ¿Están al tanto mamá y papá? ¿Qué opinas que dirán al respecto?"

"Están encantados por mí. Ya sabes que siempre me consienten y mi felicidad es lo más importante para ellos. Esperaba que tú también te alegraras. Pero, como siempre, no me sorprende tu reacción. Siempre has sido una envidiosa. De todos modos, la boda es la próxima semana y todos mis amigos están a mil..."

"¿Y cuándo te propuso matrimonio?"

"Eh... esto... hace dos días. Como te estaba diciendo, todas mis amigas están ocupadísimas, así que necesito a alguien que me acompañe a comprar cosas para la boda. Por eso te estoy llamando." dijo Victoria, con un tono que dejaba claro que Carol no tenía opción en el asunto.

"Qué detalle tan dulce de tu parte, pero no tengo el menor interés en acompañarte. Tengo mi propia vida, con mis cosas y mi trabajo, ¿sabes? Ah, y un consejo para la próxima... si necesitas un favor tan grande de mi parte, sería mejor que no me despertaras a las dos de la mañana para pedírmelo." Carol exclamó y colgó el teléfono, convencida de que su hermana estaba borracha o algo por el estilo. Victoria era la última persona en el mundo que se esperaría que quisiera casarse. Después de colgar, Carol apagó sus teléfonos, se levantó para ir al baño y volvió a la cama para poder levantarse a tiempo para el trabajo.

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