La oscura venganza del Alfa/C6 Ha llegado la hora
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C6 Ha llegado la hora

Perspectiva de Nikolai

Fruncí el ceño al ver a Stephan entrar en mis aposentos, haciendo una leve reverencia. Detesto las interrupciones, especialmente a estas horas, pero si él estaba aquí, era por algo urgente.

"Alfa", Stephan hizo otra inclinación. "Traigo noticias que podrían interesarte".

Elevé una ceja, conteniendo el aliento. Solo podía tratarse de una cosa. Durante años, cada fin de semana, había aguardado su regreso con noticias alentadoras o, al menos, con información crucial para mis planes. El brillo en sus ojos esta vez me decía que algo había cambiado. Stephan, el explorador y espía de la manada, tenía la misión de vigilar de cerca a Jonas Verbeck y su clan.

"Dime", exigí, con la mente acelerada.

"Verbeck planea una gran celebración en la manada, invitando a otros clanes y a personalidades destacadas del país".

Bajé la mirada, reflexivo, sopesando los posibles contratiempos. "¿Qué tipo de celebración es esa?"

"Una fiesta de máscaras para celebrar su hegemonía en el mundo de los lobos y el éxito de su segunda hija, Barbara. Es la oportunidad perfecta, Alfa".

Asentí. Tenía razón.

"¿Y cuándo tendrá lugar esta celebración?"

"En la próxima luna llena", contestó sin titubear.

"Está bien, puedes retirarte", indiqué, despidiéndolo con un gesto. Necesitaba revisar el plan al detalle, descartando cualquier paso en falso que pudiera arruinar esta oportunidad.

Mi pecho se expandió. Después de ocho años, había llegado el momento de poner en marcha el plan que había diseñado. Había requerido de toda mi fuerza de voluntad para no irrumpir en la residencia Monhowl y desatar mi furia. Drew había luchado contra mi impulso para detenerme en más de una ocasión. Fue entonces cuando comencé a urdir mi venganza.

Cuando Verbeck descubriera que había sobrevivido al ataque, sin duda estaría armado y en alerta, aguardando mi embestida, como lo haría cualquier hombre consumido por la venganza. Pero eso no me proporcionaría la satisfacción que anhelaba de una venganza dulce y gélida.

A medida que los años transcurrían en silencio, sin indicios de la manada Selene acechando la puerta de Jonas, comenzarían a relajarse, a dejar de lado su vigilancia. Y sería en ese momento cuando atacaría; cuando el recuerdo de Nikolai Slade se hubiera esfumado de sus memorias.

Había realizado mi propia investigación sobre Jonas y su familia hace años. Tras inspeccionar meticulosamente el territorio, también había confeccionado un detallado mapa de su residencia. No podía permitir que mis planes se desmoronaran por algún descuido no anticipado, por lo que asigné a Stephan la tarea de espiar y recopilar más datos sobre ellos.

De mi investigación, supe que Jonas tenía una hija favorita a la que amaba y valoraba tanto que no la cambiaría por nada en el mundo. Mi plan debía ser tan impactante que le provocara incontables noches en vela. Por eso, su hija era el blanco.

Revisando el plan una vez más, extraje el mapa, ahora descolorido pero aún nítido, del cajón y comencé a hacer anotaciones con un bolígrafo. Recordaba detalles como la ubicación de la entrada principal y el pasadizo secreto que llevaba a los aposentos de Jonas.

El equipo de seguridad, que se encontraba en tres puntos estratégicos de la zona, había sido implacable hace años, cuando Jonas esperaba que me presentara en busca de venganza poco después de mi recuperación. Tras tres años, sus defensas habían comenzado a debilitarse. Al final, se relajaron tanto que Stephan pudo infiltrarse y regresar con información actualizada tras cada incursión.

Al levantarme para alistarme para la misión, mi mirada se detuvo en el retrato de Elle en la pared. De manera instintiva, mis dedos recorrieron la cicatriz en mi pecho y, por un instante, no pude evitar que las imágenes vívidas de aquel día invadieran súbitamente mi mente.

Aprieto los ojos con fuerza, mi mano presionando el pecho. "Esta vez no te decepcionaré, Elle. Lo prometo", murmuro, enjugando rápidamente las lágrimas que se deslizan de mis ojos antes de que alguien pueda notarlas.

Cuanto más fijo la mirada en el retrato, más ira se gesta en mi interior. La cicatriz en mi pecho late con fuerza, como si quisiera recordarme mi incapacidad para proteger a la persona que más he amado, impulsándome hacia lo que debo hacer.

Paso una mano por mi cabello, consumido por la frustración.

Ha llegado, al fin, el momento de la venganza.

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