La violinista del Diablo/C1 Una triste realidad
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C1 Una triste realidad

Desperté como todas mis mañanas, preocupada, estresada, ansiosa, desesperada.

¿Que íbamos a desayunar? ¿Que íbamos almorzar? ¿Que cenariamos?

Mi madre enferma, mi hermana embarazada.

Pensamientos negativos me acechaban.

Me levanté de la cama y mire mi rostro en el espejo.

– ¿¡Que quieres de mí Dios!?, ¡ ¿Porqué nada me sale bien?!. Me quejé

No pude evitar llorar y reír de mi situación tan compleja.

Desde que tengo uso de razón hemos vivido así desde que mi padre nos abandono por ir tras las falda de otra mujer, una que dejó a su marido por él, que conveniente, lo digo por ella que jugó muy bien para destruir un hermoso hogar.

Ella se llevó a sus dos hijos y él dejo a mi madre cuando yo tenía la edad de mi hermana y ella tenía 7 años.

Mamá trabaja doble turnos en restaurantes, de día otro de noche. En ese sentido ella fue fuerte.

Yo estudiaba por las mañanas y tomaba clases de instrumentos musicales por la tarde en un centro comunitario gratuito en mi ciudad. Teníamos los mejores profesores, ahí nació mi amor por el violín. Ese instrumento era mi vida, algún día tocaría en un escenario y demostraría el gran talento que tengo.

Le pase un pañuelo para limpiar el polvo.

Entre al baño y me di una ducha...

Tome lo primero que ví, un jean y un suéter algo viejo y desgastado. Soy descomplicada a la hora de vestir.

Peine mi cabello y lo recogí con una coleta.

Está era mi rutina diaria, me despertaba y tocaba violín en las calles, centros Comerciales, cementerios, dónde se presentara la oportunidad. Con lo que ganaba lo usaba para los gastos de la casa, o más bien, para medio comer.

Tocaron la puerta de mi habitación.

– ¿Kelly? ¿Puedo entrar?, Dijo mi hermana Carmen

– Claro entra. Respondí

Mire su vientre y exhale, tenía 15 años era una menor de edad. Me culpaba a mí misma por no estar más pendiente de ella y prevenir este tipo de cosas.

– Hoy tengo cita después de las 10 de la mañana ¿Vendrás conmigo? Me preguntó

Sonreí acariciando su pancita

– Claro que sí ¿Que hace mamá?

– Está en la cocina con su comadre

– ¿Vino mi madrina?

– Sí, trajo unas compras, me pareció ver pan. Respondió

Vivir de la caridad de otros es extraño, te hace sentir menos, eso sentía yo.

– No se hasta cuándo viviremos con esta escasez. Bufé

Carmen me miró extrañada y nego moviendo la cabeza.

– Aveces las cosas pasan por nosotros mismos, Dios tiene algo para nosotras, es cuestión de tener fé. Dijo muy segura

Yo reí de sus palabras

– Si como no.

Ella me miró, camino hacia la cama y se sentó

– Cometí un error al no cuidarme y no tener la confianza de decirte las cosas.

– Es exactamente lo que me pregunto a diario, hacia todo lo que podía para que no dejaras de estudiar, estabas a punto de terminar y mira, mira la sorpresa que nos trajiste. Dije con desden

Vi sus ojos llenos de lágrimas

– Lo sé, me reprendo a diario por estar en estás condiciones, si se desayuna no se almuerza si se almuerza no se cena, es nuestro día a día. Se puso de pie y dió pasos a la puerta – Pero mi bebé no tiene la culpa Kelly, ¡No la tiene! ¡Aunque no lo creas Dios no me abandonará ni a mi ni mucho menos a este bebé! ¡No lo hará!. Dijo en voz alta, segura de sus palabras

– Veremos que tanto te ayudará tu Dios. Murmuré muy bajito.

Tampoco tenía la intención de hacerla enfadar en su estado, no discutiría con ella, era mi sobrina la que sentiría el impacto de esta discusión.

Ella salió y yo me quedé ahí de pie mirando por la ventana.

– ¡Siempre es lo mismo lo mismo lo mismo!, Ya estoy cansada. Mire la hora en mí reloj de pulso.

No quería salir pero debía hacerlo, llegue a la cocina y saludé a mi madrina.

– Buenos días, ¿Cómo estás?, Le di un beso en la mejilla al que ella me respondió de la misma manera.

Miré las bolsas que trajo y sonreí apenada,ella lo hacía con todo el amor del mundo pero se supone que a mi edad debería de ser yo quién mantuviera las cosas del hogar.

– siéntate hija. Dijo mi madre

Coloco en el comedor una taza de chocolate y un plato con huevos revueltos y pan.

– Gracias. Susurré

– Gracias a Dios y a tú madrina, dijo mi madre, la miro a ella y tomó sus manos – Que Dios multiplique día a día todo lo que haces Estela.

Sentí el corazón abatido.

– Si gracias a Dios, repique

Ellas me miraron por la forma en la que me expresé.

– No me gustó tu tono Kelly, me reprendio mi madre – ¿Acaso no crees en Dios?

– Sí, si si, claro que sí, lo que me pregunto a diario es ¿Porque carajos no hemos tenido un buen trabajo, corrijo un empleo, porque trabajo pasamos todo el tiempo, no comemos una buena comida? Siempre hemos vivido así desde que se fue mi padre.

– No tengas esos pensamientos querida mía, dijo mi madrina – Aveces las las cosas no son cuando uno quiere si no cuando Díos quiere que suceda ¿No lo has pensado de esa manera?

– Ja ¡Pues valla manera! Bufé – ¡En fin! Regreso a las 10

Se miraron sorprendidas...

Me levanté de la silla y subí a la habitación, pinté mis labios color rosa, tome mi bolso y el violín.

Salí a la calle y mientras caminaba me encontré con Alana una vieja amiga de infancia.

Ella es noble y hermosa así como es su corazón es su físico, es alta, blanca, le gusta el cabello corto y natural nunca ha usado tinturas ni maquillaje y cuando lo hace usa colores bajos nada extravagantes.

– Hola amiga, ¿Cómo estás?

– Bien, tenía días sin verte ¿Dónde has estado? Empezamos a conversar mientras esperábamos juntas el autobús.

– Pues te cuento, si hoy no te veía te hubiera buscado. ¡A qué no adivinas a quien me encontré!.

Me entró la curiosidad

– ¿A quien?

– Alfredo, dijo sonriendo y sin perderse la cara que hice al escuchar ese nombre.

– ¿Enserio? ¿Dónde lo viste?, Me entró la curiosidad de saber todo.

Ella paso su brazo por mi hombro y muy emocionada respondió.

– Cuando salí de mi turno en el hospital, camine y mientras esperaba el transporte decidí ir hacia un Bar y ¿Que creés?

– ¿Que?. ¡Ayy habla no te guardes nada! , Exclamé

– Él estaba ahí, con un amigo por cierto muy guapo también y es el dueño del bar ¿Cómo la vez?

– Tiene un bar, es dueño del bar ¡Que bueno!, Me alegre mucho.

Alfredo es mi ex novio.

– ¡Noo mula!, el dueño del bar es el amigo

– ¡Ahhh! Ya entendí, ajá sigue ¿De que hablaron o qué?. De verdad sentía intriga por saber de que hablaron

– ¿De quién crees o qué?, Dijo entre risas – ¡Ya viene el bus, anda saca la mano!.

Subimos y pagamos el pasaje , nos sentamos y la miré

– ¿Pregunto por mí?.

– obvio sí tonta, tanto así que su amigo él bombón le entró la curiosidad de conocer a la hermosa Kelly Zocuso.

– No puedo creerlo, llevo tiempo sin verlo. Ah de estar muy guapo

– No más que su amigo, así que está noche iré por tí, te pondré bella y hermosa más de lo que estás porque nos iremos a consquistar corazones ¿Que te parece? Es buena mi idea ¿Verdad que si? Y no digas que no, la pasas mucho en las calles, es hora de que salgas a otro lado.

Decir no era empezar a escuchar un loro hablando sin parar y eso no lo quería, así que asentí en respuesta. Aplaudió de la emoción y me abrazó, los otros pasajeros nos miraron confundidos.

– ¡Disculpen amigos pasajeros disculpen! Es que tendremos una cita con dos guapos galanes ya verán porque la emoción.

Algunos pasajeros rieron y otros nos miraron como bicho raro y eso le molestó mucho a Alana .

– ¡Y tú! ¿Porque me miras así? ¿Quieres problemas o qué? ¡Eh!. Le gritó a un señor

– Ya basta. Le dije apenada

Pero esto apenas comenzaba porque el señor le respondió

– ¡Vieja loca!, Bufó

Alana se levantó de su asiento

– ¡vieja loca su madre!, gritó

– ¡Que boca tan sucia! Y así quiere un novio ¿Quien irá a ser ese loco!, Destiló haciendo que todos en el bus nos sorprendieramos .

Mire a mi amiga y agarre su mano

– Alana no, quédate tranquila. Le susurré pero al parecer creo que le heche sal a la herida.

– Tranquila, ¡Si tranquila!, Se levantó nuevamente del asiento y gritó – ¡Oiga usted viejo pito muerto!, Todos nos quedamos boquiabiertos

– ¡Cristo bendito!, Exclamó una señora de edad.

– ¡Voy a darle duro en esa bocota que tiene eh!, Gritó

– ¡Les voy agradecer que se comporten o los bajo a los dos!, Gritó el conductor

Alana sacudió sus manos

– Ya está, me callo, me calmo.

Yo le dije en voz baja

– Shhhh, ya cálmate, todos nos ven

– ¿Y qué? Que nos vean, bola de chismosos.

Yo sonreí tratando de disimular la vergüenza que esta chica me hizo pasar en esta mañana...

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