Linda/C1 Patética Vida
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C1 Patética Vida

Recargada en mi destartalado auto, lucho por abrir la puerta del conductor para refugiarme de este frío viento que me despeina y me moja la mismo tiempo.

Había llovido tanto hace apenas unas horas...

Por lo que, cuando salí del edificio de oficinas donde trabajo el aire frío me golpeó.

Y de forma tan fuerte que se me entumieron los dedos de las manos.

Tanto se me entumieron que no pude evitar que las llaves se me cayeran en un charco de agua sucia que hay bajo mis pies.

Los dientes me castañean y me reprocho haber sido tan tonta al haberme traído por la mañana solo un sueter tan delgado.

En verdad no creí que lloviera por la tarde, aunque lo hubieran dicho en el reporte metereologico.

"Maldición!"

Digo cuando me tengo que agachar para recoger las llaves.

Mi pantalón negro se rompe un poco de la entrepierna y me pongo de pie tan rápido con las llaves en mis temblorosas, mojadas y sucias manos.

Pero al hacerlo de esta forma me mojo la cara y los lentes en el proceso con agua negra.

Las chicas populares de la oficina pasan justo en ese mismo momento para reírse de mi desgracia.

Ellas me señalan abiertamente mientras caminan tomadas de la mano bajo un paraguas grande negro con corazones rosas.

Un auto deportivo negro se detiene al lado de ellas y ambas se suben al auto ayudadas por un hombre guapísimo que les quita de la mano el paraguas.

Me quedo como la tonta que soy mirando la galante escena.

Observo que dentro del auto se escuchan risas, música alta y el auto acelera alejándose de mi vista.

Suspiro saliendo de mis locas imaginaciones y me forzó a hacer que la llave entre en la maldita cerradura para poder refugiarme de este tiempo tan inclemente.

Cuando por fin lo logro, después de varios tirones en la puerta, aviento mi horrible y gastado bolso asiento del pasajero.

Cierro la puerta para que el frío no me siga golpeando.

Froto mis manos para poder ponerme en marcha para dirigirme a mi diminuto departamento.

Pero debido a mi retraso con las tontas llaves y mis torpes dedos el tráfico a esta hora está imposible.

Miro el reloj que tengo pegado en el tablero el cual me indica que son las nueve en punto de la noche.

Yo aún sigo estancada a varias cuadras de mi desviación para poder entrar al complejo de departamentos donde estoy rentando.

Estaciono, por fin, mi viejo auto y tomo mis cosas.

Me despido de ollie, mi peluche de perrito, que es mi único acompañante en el auto.

Me apresuro a entrar a mi minúsculo lugar privado.

Cuando enciendo la luz puedo ver mi lugar y es deprimente...

A veces me pregunto porque sigo viviendo en este cuchitril.

Pero luego recuerdo que no puedo costear nada más que esto con el miserable sueldo que obtengo después de pasar encerrada tantas horas en esa oficina.

Con ese lúgubre pensamiento se me pasan las ganas de salir corriendo de aquí.

"Al menos tengo un techo sobre mi cabeza y no estoy en la calle durmiendo o en el asiento trasero de mi auto."

Me animo un poco a mi misma.

Arrastrando los pies me dirijo a la mini ducha para darme un merecido baño caliente.

Con pijama cálida en mi cuerpo y una taza de té humeante en mi mano, me dedico a leer un o dos capítulos de este nuevo libro que encontré en la oficina.

Un libro que nadie reclamó como suyo.

"Amor, siempre amor, todo es amor desmedido del protagonista por la protagonista..."

"Ojalá yo fuera la obsesión de alguien como en esta novela."

Me digo a mi misma porque no hay nadie mas conmigo en este instante.

Cuando ya se me están cerrando los parpados y estoy casi tirando al suelo el libro abierto en la página que supuestamente estoy leyendo, una música estruendosa me despierta.

"Hoy no, es entre semana malditos escuincles de mierda!"

Maldigo a los vecinitos de unos cuantos departamentos alejados del mío.

Debido a que estas paredes son como de papel, más el factor de que casi son las once de la noche y todo esta más tranquilo afuera, puedo escuchar hasta las más leves risas de los molestos universitarios.

Esos chiquillos de mierda todavía son adolescentes, por lo que me tienen más que harta con sus fiestecitas de fraternidad y depravación.

Las han tenido siempre los fines de semana desde que se mudaron hace unos cuantos meses atrás.

He tenido que pedirles varias veces, por las buenas, que le bajen el sonido de su estruendosa y espantosa música.

Pero nunca lo han hecho.

Bueno, la verdad es que solo una vez les pedí amablemente que bajaran la música.

Las demás los amenacé con llamar a la policía para que bajaran el volumen.

Ellos se rieron de mi como si les hubiera contado un chiste muy gracioso.

Pero ahora, porque tienen que hacer tanto escandalo entre semana!

"Malditos bastardos hijos de papi!"

Grito a todo pulmón tendida en mi cama tapándome los oídos con las almohadas.

Sin embargo todavía puedo escuchar los cláxones de los autos en las calles, las risotadas de hombres y mujeres...

Las botellas rompiéndose en el piso, los gritos de celebración, por los que todo un escándalo afuera!

Groserías gritadas a todo pulmón en la calle, vítores, cánticos que no entiendo pero cada vez más encienden mi furia.

Necesito dormir!

Mañana entro temprano a la oficina y quiero dormir en paz!

Pateo y manoteo en el colchón tratando de sacar algo de mi rabia.

Me detengo de golpe cuando se deja escuchar y sentir una fuerte explosión cercana silenciando todo después del horrible estruendo de la misma.

Afuera de mi ventana todo se iluminó naranja y por suerte mi ventana no se rompió en mil pedacitos cuando pequeños objetos golpearon con fuerza contra ella.

Me pongo unas pantuflas y me asomo por la ventana para intentar ver que es lo que pasó.

La vista afuera simplemente es...

Apocalíptica por decir lo menos.

Flamas que alcanzan una altura indescriptible, calor, humo, restos de casa ardiendo.

Autos en la calle que se detienen a ver el tétrico espectáculo, chicas que lloran del otro lado de la acera, todo un siniestro.

El departamento donde se estaba llevando a cabo la ruidosa fiestecita ahora es solo un hoyo negro entre los demás departamentos.

Un hoyo negro que ruge con las llamas que se elevan hacia el oscuro cielo nocturno.

"Dios bendito!"

Dicen unas mujeres debajo de mi ventana.

Creo que son unas vecinas porque también están vestidas con pijama y bata para dormir.

Ellas miran atentamente hacia el lugar en flamas.

Yo también miro en esa dirección maravillándome de la belleza mortal de las flamas que parece que danzan y se persiguen incesantemente.

Las luces de los autos de la policía y la de los bomberos nos hacen girar la cabeza para que podamos ver su llegada al lugar para que controlen el caos del incendio.

Los bomberos saltan rápidamente del camión con hachas en mano.

Gritan fuertemente ordenes a los vecinos de que se alejen.

Urgen por las mangueras para sofocar el fuego a sus compañeros bomberos.

"Al parecer fue una explosión de gas lo que ocasionó que el departamento explotará!"

"Es tan terrible lo que les sucedió a esos buenos chicos, eran tan jóvenes!"

Le dice la vecina a la otra cuando regresa de preguntarle algo a los policías.

La otra vecina se apresura a decir también.

"Pobres chicos, ninguno de ellos se merecía esto!"

Si como no.

Malditos hijos de papi que nos mantenían a todos despiertos con sus parrandas, gritos, música fuerte y sus groserias gritadas a todo pulmón.

Y ahora dicen que no le merecían...

En verdad que esto es lo mejor que me ha pasado en muchos meses, porque la verdad es que odiaba que esos juniors hicieran sus fiestecitas ruidosas y sin sentido casi cada fin de semana.

Debido a mis horarios tan extendidos no le hablo a nadie de este vecindario.

He visto a muchas personas cuando llego por la noche o salgo temprano en la mañana al trabajo.

Pero nunca, ni por equivocación alguno de mis vecinos o vecinas me ha dado un saludo.

Ni una sola vez.

"No puedo creer que hace unas horas atrás nos estaban pidiendo permiso para que organizaran una fiesta relámpago por la victoria que obtuvieron en el campeonato estatal y ahora esto!"

"Si, el chico que tocó a mi casa pidiendo permiso me recordó tanto a mi hijo que no tuve corazón para decirle que no."

"Era tan lindo en verdad!"

Lindo...

Esa no sería la descripción que yo les daría a esos monstruos ruidosos cuando de repente otra explosión hace que volteemos la cabeza para ver.

Los policías hacen retroceder a todos los curiosos que se habían acercado demasiado a la escena.

Yo debería de sentirme algo triste por el fallecimiento de los jóvenes chicos pero...

La verdad es que me siento por dentro feliz!

No debería sentirme así pero no puedo evitarlo.

Me siento extrañamente feliz de que se haya terminado de una vez por todas los excesos de esos bastardos.

***By Liliana Situ***

Valoro mucho tu opinión.

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