Lo que fui sin ti/C12 La muerte
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C12 La muerte

Media escuela habla sobre la fiesta que se llevará a cabo el viernes en casa de quién sabe quién. ¿Por qué siempre hay tanto alboroto cuando se trata del alcohol? No lo sé, yo misma me la vivía pensando en las fiestas y en el baile, pero después todo aquello pasó a segundo plano y me centré en cosas más importantes.

Ahora las chicas hablan de sus atuendos, de quién asistirá y de la razón por la que esa fiesta puede ser la fiesta del semestre, aunque apenas llevemos tres semanas de clase. Tal vez por eso les emocionan las fiestas, porque apenas vamos iniciando y no estamos atascados en tareas, exposiciones y exámenes.

Como debí imaginar, a mí nadie me informa de la fiesta por lo que supongo que tampoco fui invitada a esta. Lo bueno es que no me interesa, prefiero salir con Germán a cualquier lugar donde la paz y tranquilidad reinen.

He llegado a pensar que presentarle a mamá a Germán es una buena idea. Podría llevarlo al cementerio, pero además de que es demasiado pronto, podría pensar que soy rara porque no es muy agradable llevar a tu nuevo... ¿Amigo? A la tumba de tu madre. Una cita con los muertos no es la mejor forma para conocerse.

Entro al salón y me encuentro con Aiden de frente. Yo iba entrando y él saliendo. Me quedo sin palabras por un momento. Últimamente sus humillaciones solo son sonidos de burla cuando entro al aula, después de la escena de las ITS ha estado tranquilo. Estoy preparándome mentalmente para cualquier comentario vergonzoso que me haga querer largarme de este pueblo para siempre, pero simplemente me toma de los hombros y me hace a un lado.

—Fíjate por donde caminas.

Y entonces desaparece por la puerta. ¿Eso es todo? Vaya, hoy está de buen humor.

Tomo asiento en mi preciado lugar y saco un bolígrafo y la libreta. Echo un vistazo al salón: Dado que hoy llegué temprano, lo encuentro poco concurrido. Hay cuatro personas: tres chicas y un tipo con capucha que mira su teléfono; seguramente está jugando algo. Dos de las chicas están tomadas de la mano, supongo que son las que vi besándose el primer día. La otra juguetea con su bolígrafo mientras lee unas hojas que tiene sobre la banca.

¡Mierda! Golpeo mi pierna con la palma de la mano. El maldito ensayo no lo imprimí. Eso es lo que sentí que se me olvidaba esta mañana cuando Valentina me deseó un buen día y me recomendó sonreírle a la vida. El lunes en la noche apenas dormí por hacer ese jodido trabajo para literatura y ahora resulta que olvidé imprimirlo.

Me levanto de un salto, tomo la USB de la mochila y corro hacia la biblioteca de la universidad. Seré obsesiva, pero cualquier dato/archivo que me parezca importante, lo respaldo y guardo una copia en mi memoria. Ser humano precavido vale por dos y claro que sí pues ahorita me sacará de un apuro.

Corro a la biblioteca en el último piso. Llego jadeante y corro hacia una computadora. Más vale que la impresora no sepa que estoy apurada, esas cosas huelen el miedo, olfatean tu desesperación y se tardan en imprimir.

Meto la memoria en la computadora y espero a que esta la lea. Una vez que se abre la carpeta de archivos, encuentro mil cosas que probablemente ya no me servirán. "Trabajos de Cálculo, Ensayos de Biología, Fotos de la pijamada". Ugh, recuerdo aquella noche con Haziel, nuestro "desfile de modas" fue un desastre, qué vergüenza. Pronto que depuraré esto, nada más ocupa espacio.

Encuentro el archivo correcto y le doy imprimir. Bien, aún tengo tres minutos, puedo hacerlo. Mientras el trabajo se imprime, le echo un vistazo a los archivos que tengo, varios son tonterías o cosas de la escuela: Prácticas de laboratorio, algunas reseñas de libros, algunas son fotos con Haziel y así. Entonces llego a una carpeta que me llama la atención: "Halladas y reconocidas." ¿Qué carajo? Eso no es mío, o al menos no recuerdo haber creado una carpeta con ese nombre.

Le doy doble click y abro la carpeta. Se despliegan una cantidad de archivos, al menos cien. Ninguno tiene un nombre como tal, todos son iniciales y números que supongo corresponden a la edad. "DLM 22, AFAG 23, XDC 17, CTMR 19." Abro el primer archivo y me sorprende que inicialmente haya una foto de una chica morena, de ojos oscuros, cabello lacio y negro y una mirada perdida. Su rostro está sucio, tiene un par de cicatrices en la barbilla y una herida abierta en la ceja. Vienen sus datos en la siguiente hoja: Su nombre, su edad, su lugar de residencia, la fecha en que desapareció y el lugar en que fue vista por última vez.

Aparte de ello, vienen más datos como su ocupación y familia. No puede ser, ¿por qué tengo una carpeta llena de archivos de las chicas que encontramos aquella vez en el bar de trata de personas? No recuerdo que fueran tantas chicas, aunque no soy una fuente confiable porque esa noche estaba en shock y no vi todo el panorama.

No sé si esto pertenezca a la policía o algo, pero juro que no recuerdo haber creado esto. Lo peor es que cualquiera pudo tener acceso a esta USB, pues casi a finales de segundo semestre la perdí y durante dos semanas no estuvo conmigo hasta que se me ocurrió ir a un café internet que frecuentaba (en realidad fue sugerido) y ahí me la devolvieron. No recuerdo los rostros de los del café internet, pero no tiene sentido que esos tipos tuvieran acceso a información como esta.

Esto debe ser sumamente confidencial. Me parece más lógico que sea de la policía, pues aquella vez en el bar se desmanteló la red de trata. Sí, pero sigo pensando en cómo carajo llegó a mi USB.

Abro dos archivos más y veo los perfiles de las otras chicas, no recuerdo a ninguna de ellas. Pero pobres, seguramente sufrieron demasiado a manos de esos criminales. Pensar que de no ser por Mateo y la organización, ellas estarían en otro país siendo esclavas sexuales o peor... y Haziel y yo estaríamos acompañándolas.

Estoy por abrir el cuarto archivo cuando veo una carpeta hasta el final. No la vi antes porque me entretuve revisando información de chicas desconocidas para mí, pero ahora que la veo, llama mi atención. "Sospechosos actuales". Oh, mierda. Así que tienen sospechosos de esta red. ¿No que habían detenido a todos? ¿Acaso me mentiste en esto, Mateo? ¿Qué pasó con la promesa de cero secretos entre nosotros?

Si existen sospechosos como tal, significa que no atraparon a todos, significa que posiblemente tenemos una conexión entre esa red de trata y alguna otra. ¿Podría ser la del mafioso que tanto buscan?

Abro la carpeta y se despliegan dos documentos, uno de ellos tiene por nombre una secuencia de números y el otro nada más tiene por nombre la palabra: "Agentes infiltrados". Sabrán ustedes cuál fue el archivo que llamó mi atención, pero un instinto profundo me dijo que no era buena idea saber qué personas estaban infiltradas. La información otorga poder, sin embargo, te posiciona en un riesgo mayor. Hay gente que mataría por información o peor aún, que torturaría por información.

Abro el archivo que tiene números y veo un documento de tal vez cien páginas que contiene fotografías e información de muchísima gente. Desde jóvenes hasta viejos, son tan variados que juro haber visto a un asiático por ahí perdido. Paso las páginas rápidamente. Por dios, esta gente se ve normal, te podrías encontrar con uno de estos en el supermercado y ni se te pasaría por la cabeza que tiene antecedentes penales y que son sospechosos de estar inmiscuidos en una red de narcotráfico con trata de personas y prostitución incluido.

Escucho pasos acercarse y cierro el archivo, cierro la ventana abierta y saco la memoria. Me volteo y veo a una chica acercarse corriendo a un estante. Suelto el aire que, sin darme cuenta, estaba conteniendo. Mierda, esta situación me está poniendo paranoica. Dejé a Mateo porque no quería meterme en situaciones peligrosas y ahora justo estoy a punto de caer en una.

Tomo mi ensayo impreso y salgo de la minúscula biblioteca. Mi reloj marca las 7: 04, genial, primera vez que llego temprano a la escuela, pero tarde a clase.

Llego al salón y veo que la doctora en letras ya está sentada revisando algo de su maletín.

Entro al salón sin mucho ánimo y tratando de pasar desapercibida. Pero la maldita puerta rechina con fuerza y todos se voltean a verme. Genial, con lo que me gusta ser el centro de atención. La doctora me ve y chasquea la lengua, me quedo parada esperando indicaciones.

—Tarde, señorita —dice arrastrando las palabras—. Pase, ¿trajo su ensayo?

Asiento en respuesta, con la vergüenza que siento, no podría hablar, aunque quisiera. Me adelanto para darle mi trabajo.

—No se apure, su castigo por llegar tarde será leer frente a todos su ensayo.

Trato de no poner una cara de exasperada y desesperada. No me da pena hablar en público, después de la clase de Estadística en la que teníamos que exponer al menos una vez por semana, me convertí en una persona experta exponiendo, pero un ensayo es una cosa distinta. En un ensayo viertes palabras que salen de lo más profundo de tu alma. Además, que castigo tan inmaduro, ni en la secundaria hacían eso.

—Aiden Laredo —dice la profesora—. Su trabajo.

Aiden se levanta de su banco y entrega a la doctora su ensayo. No me atrevo a echarle una mirada, solo espero que lo suyo esté peor que el mío.

—Catarina Téllez.

La pelirroja se levanta y camina con tanta gracia que casi parece flotar en una danza armoniosa. Intento apagar mi sentimiento de irritación, vamos no la he tratado no sé si es buena onda o no. Es más, podría ser una excelente persona y yo la juzgo solo porque está con mi ex.

—Ahora sí, señorita...

—Dinaí —digo engreída—. Dinaí Macías.

—Muy bien, señorita Macías, comience.

Me pongo erguida y miro hacia el frente. Inmediatamente bajo la mirada hacia las hojas que tengo en las manos. Bueno, mi momento ha llegado.

—Hice un ensayo sobre la muerte porque sobre el amor me pareció lo más cliché —aparte, claro, no quería hablar del amor porque solo me sentiría peor—. "Desde el momento en que somos concebidos es nuestro destino morir. No hay hecho más certero que el saber que algún día, en algún momento impreciso, nuestra mente se apagará, nuestro organismo dejará de funcionar. ¿Qué tipo de regalo es el otorgarte la vida cuando al final te la arrebatarán? Mil veces nos preocupamos por el futuro, trabajamos duro y arduo perdiéndonos de mil experiencias solo por tener un seguro y al final todo diera como resultado nada. Ponemos empeño en acciones cuyos frutos rendirán dentro de varios años sin saber que la muerte acecha, que se asoma para admirarnos y en cualquier momento que decida tocará nuestro hombro y dirá: "Es hora de irnos". Dejamos de lado el aquí y el ahora, dejamos para después una sonrisa, un abrazo, un beso... Sin saber que tal vez el más tarde nunca llegue. Sin saber que tal vez, aquella mirada, aquella palabra fue la última. Sin saber que tal vez la muerte hará de las suyas y terminaremos separándonos sin una despedida."

Me quedo callada porque siento una lágrima pelearse con mi ojo por salir. Mi voz aún sonaba fuerte, pero en cualquier momento me iba a quebrar y no quería que me vieran llorar.

A mi mente vuela la imagen de mamá. No sé porqué después de tanto tiempo comienzo a sentir que la extraño mucho más.

—Está bien, señorita, fue castigo suficiente —la doctora voltea los ojos—. Deme su ensayo y vaya a su asiento.

Más tarde, me quedo mirando a la ventana. No puedo quitar de mi mente a mi madre. La última vez que la vi me despedí escuetamente porque todo me pareció tan raro, tan forzado. No sé. No la abracé fuerte, no le dije que la quería. Y entonces jamás la volví a ver porque su cuerpo quedó tan mal, que mi padre fue quien se encargó de reconocerla. Y se fue, y por más que quiera jamás la podré volver a ver. Eso me pesa, pero me pesa más que la despedida fue tan poco significativa. De haber sabido que jamás la volvería a ver, habría sido diferente.

Miro mi teléfono, falta poco para salir. Lo primero que haré llegando a casa es revisar los archivos de mi memoria. Debo hacer algo para distraerme, entretenerme y definitivamente no tener sentimientos negativos.

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