Lo que nunca me esperé/C15 Capítulo 15
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C15 Capítulo 15

Un mes después.

Leonardo Álvarez

Todo ha ido de maravilla junto a Camila, nos entendemos perfectamente y si algo nos incomoda del otro podemos decirlo, es sencillo convivir con ella, y el solo estar cerca de ella me da tranquilidad, ahora estoy más seguro que nunca que la amo.

Debo admitir que he estado más distante con ella, pero no es porque yo lo quiera, mi padre me ha convertido la vida en un mar de inestabilidad laborar, no logro conseguir empleo en ningún lado, a menos no cómo solía hacerlo antes, ahora, por fin pude encontrar un lugar en la competencia, uno que por lo menos me diera el puesto por el cual aspiraba, pero es mucho más demandante porque solo estoy como pasante, estos meses que se avecinan son cruciales para mi futuro y para el futuro de Camila.

Las llamadas telefónicas nos acompañan hasta altas horas de la madrugada, creo que durante todo este mes solo he podido disfrutar de su cuerpo una o dos veces, a lo mucho, tal vez eso la vuelva una persona más insegura, no lo sé, pero no sé cómo cambiar aquello, simplemente no puedo, necesitamos el empleo y no lo conseguiré en ninguna otra parte, estaba seguro de ello.

_ Buenos días amor. – dije asomándome a la cocina, con un traje perfectamente planchado e impecablemente limpio, todo gracias a Camila.

_ Buenos días, Leo, tengo el desayuno preparado. – agregó con su sonrisa tan particular, pero con una expresión diferente en sus ojos, traté de comprender de que se trataba, pero no pude hacerlo.

Me senté en la mesa, sonreí y llevé mi primer bocado a la boca, nunca había hecho un desayuno así, pero estaba delicioso.

_ Te esmeraste, amor. Esto está riquísimo. – mencioné sonriendo y acercando mis labios a su frente para besarla. Comí rápido y luego bebí un café que tenía a mi lado, ella hacía mis mañanas mucho más sencillas, ni siquiera debería dejar que se levantara tan temprano solo para hacerme un desayuno que yo si podía hacer.

_ Amor. – dijo ella un poco antes de que saliera por la puerta. Volteé mi mirada, ella dudó en mencionar lo que quería. – Te amo. – dijo nuevamente, creo que esperaba que yo también le dijera algo, pero no sabía qué.

_ También te amo, Camila. – respondí sonriendo y volviendo a ella para besar tiernamente sus labios.

Seguí mi camino, como era costumbre, llegué a la empresa y me senté en mi lugar de trabajo, necesitaba ver todo lo que el mal empleado que estaba como superior a mí, dejaba tirado, muchas veces eran buenas propuestas que necesitaban afinarse, es en esas en las que trataré de lucirme para obtener alguna bonificación, o algún cambio de puesto.

Mi jefe, entró en la oficina de ratón que me habían entregado, se arrepentirán, nadie está mejor preparado para ese puesto que yo y no están valorando mi potencial.

_ ¿Qué haces inculcando en esas antiguas propuestas que ya fueron desechadas? – preguntó mi jefe, no sabía si quería decir algo, pero pensaba sorprender a todos en la junta que se hará dentro de un mes.

_ Estaba leyendo el tipo de propuestas que son desechadas para no equivocarme más adelante. – mencioné rebajándome a su nivel de capacidad mental. Él sonrió e hizo un gesto de negación.

_ ¿Estás seguro de que te quedarás en el puesto? – mencionó sonriendo de mala gana.

_ Creo que sí, digo, tengo las aptitudes y capacidades necesarias para el trabajo, además me preparo cada día para eso, sería un gran error no contratarme. – mencioné sonriendo y retando al tipo, que, temporalmente, era mi jefe.

_ Si tienes tantas capacidades como insinúas, por qué tu padre te dejó ir tan fácilmente, es un poco ilógico, ¿No lo crees? – insinuó.

_ Eso entra en los problemas personales y familiares, ahora, si tienes alguna petición bien puedes comentarla, si no, seguiré haciendo mi trabajo. – mencioné. – Archivar viejos papeles que no sirven para nada, según fueron las órdenes. – agregué nuevamente.

El hombre salió enojado de la oficina, no sabía que estaría dispuesto a hacer, pero estaba seguro de que no lograría nada, yo sabía perfectamente lo que podía lograr con mi trabajo.

Cuando ya era mi hora de salida, estaba preparándome para ir con Camila, hoy tendríamos una comida, había estado hablando de ella durante toda una semana, no quería defraudarla.

_ ¿Dónde vas? – preguntó el irritable de mi jefe, volteé levemente, solo quería mirar su rostro.

_ A mi casa, ya es hora de salida. – respondí a su pregunta, supongo que trataría de vengarse por lo que había dicho esta mañana, solo que no tenía tiempo para pensar en la manera en la que lo haría.

_ Te quedarás hasta tarde hoy, tengo unos documentos que podrían interesarte, tal vez así logres aprender algo. – mencionó sonriendo de lado, no tenía tiempo para perderlo aquí.

_ No me ha avisado con anticipación, esto es un abuso. – mencioné sabiendo perfectamente de lo que estaba hablando. – Ahora, si me lo permite, mi mujer me está esperando en casa. – mencioné nuevamente.

_ Si de eso se trata, déjame decirte que no va a ir a ninguna parte, y que podrás cogértela apenas llegues u otro día, ahora, necesito que hagas tu trabajo, además no me jodas tanto que bien puedo despedirte. – mencionó el muy imbécil de mi jefe, definitivamente no estaba acostumbrado a este trato.

_ Mira, mi sexualidad es asunto mío y de mi mujer, no tienes por qué estar opinando de ella, segundo, no es ninguna prostituta para que se deje coger como lo insinúas, así que te pido de favor que dejes de referirte a ella de cualquier modo que se te pueda ocurrir. – respondí enojado. - ¿Dónde están esos documentos que dices para archivarlos y echarles un ojo? – pregunté luego de unos segundos.

_ Pedí que los enviaran a tu oficina. – mencionó. – Si es que así se le puede llamar a un lugar así. – tenía razón en lo que decía, pero su manera tan despectiva de hablar me tenía loco.

Era cerca de la media noche cuando por fin pude irme a mi casa, iba pasando por pleno centro, supongo que quería llevarle algo a Camila que compensara el desplante que le había causado, cuando vi a una pareja de chicos casi de mi misma edad celebrando, supongo que era un día especial para ellos, el chico tenía flores, mientras que la chica tenía un oso de peluche.

Mierda… lo recordé. Ahora me queda claro por qué el desayuno, por qué la cena, por qué lo mencionaba hace una semana, hoy cumplíamos dos meses juntos, ¿Cómo ha pasado tan rápido el tiempo? No tenía idea, ¿Cómo solucionaría esto? Tampoco lo sabía, estaba perdido, cómo deberá estarse sintiendo mi pobre Camila.

Eso era lo que quería decirme en la mañana, pero ni siquiera me acordaba después de todo lo que vivo día a día.

Detuve mi auto, y busqué el ramo de rosas más hermoso que hubiese en la florería y al lado pasé a una chocolatería, le llevaría los mejores dulces y flores para que no se sintiera tan mal, no era mi intención olvidar nuestro cumple mes, pero he estado tan ocupado con el maldito trabajo de pasante que en verdad me siento un poco colapsado a veces.

Entré en la casa y la luz estaba apagada, me dirigí al comedor, encendí la luz y todo estaba perfectamente adornado para ser una cena romántica, no puedo creer que la haya desplantado de esta forma, ¿Me creerá si le digo la verdad? ¿Qué le puedo inventar?

Desde que comencé este empleo que no he podido pasar una noche tranquila con ella, debe sentirse mal, cuando prefiero el teléfono en lugar de acariciar su suave piel, o de besar sus deliciosos labios, me estoy comportando como un verdadero egoísta, cómo una mierda de persona que lo único que le interesa es así mismo.

_ Amor. – susurré entrando en la habitación, me acerqué lentamente en la cama, había una película en Netflix y un pote de helado gigante en la cama, aún estaba duro, no debió quedarse dormida hace mucho tiempo, pero no podía despertarla, ¿Con qué derecho? – Te amo. – susurré nuevamente.

La arropé y me acomodé a su lado, era otra vez que la jodía, no quería seguir metiendo la pata de esa manera, pero que podía hacer, nunca había experimentado esto, es más, todo lo estoy aprendiendo con ella.

_ Espero que nunca olvides que te amo, Camila. A pesar de todo lo que nos toque vivir, estoy dispuesto a dejar todo por ti. – mencioné nuevamente, sabía que no me escuchaba, pero quería decirlo de todas formas. – Te amo como nunca he amado a nadie, eres y serás el amor de mi vida, Camila Sáez, hacer aquella apuesta con mis amigos fue la mejor, y a la vez la peor decisión que pude haber tomado. – mencioné nuevamente.

Ella se movió en la cama unos minutos, temía que hubiera escuchado lo último que había dicho.

_ Leonardo… - mencionó ella. - ¿Qué hora es? ¿Te caliento la cena? – agregó. Sonreí, no había escuchado nada, pero no era por eso que había sonreído.

_ Yo te atenderé ahora, hermosa. – dije guiñándole un ojo. – ¿Te he dicho lo hermosa que eres mientras duermes? – pregunté con la intención de hacerla sonreír. Ella negó. – Ahora lo sabes.

_ Bajemos. – mencionó, asentí, abajo la esperaban los chocolates y el enorme ramo de flores que le había traído, espera que eso apaciguara un poco su pena.

_ Una pequeña sorpresa para ti. – mencioné cuando su vista quedó fija en las rosas y en los dulces, creo que más en los chocolates, tenía aquella sensación de que se los comería todos de una vez.

_ Te amo, Leonardo. – dijo con sus ojitos brillantes, no la merecía, de eso podía estar seguro, pero era tan egoísta que no dejaría que fuera de nadie más, ella era mi mujer, mi amor, mi todo.

_ Feliz cumple mes. – mencioné. – Perdóname por comportarme como lo he hecho este último tiempo, no trataré de justificarme porque no existe argumento alguno para hacerte sentir desplazada, vives conmigo, nos vemos todos los días, y no he sido capaz de compartir tiempo contigo.

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