C16 Capítulo 16
Leonardo Álvarez
_ Te amo demasiado, Camila. – dije separando nuestros labios que solo deseaban besarse una y otra vez, siendo cómplices del deseo que sentíamos por el otro. – Quiero todo de ti, Camila. – mencioné llevando un camino de besos y suspiros por su cuello, sabía que la excitaba sentir mi respiración chocando en su piel.
_ Sabes que siempre tendrás todo de mí, Leonardo. – dijo ella en medio de jadeos cuando mi mano se colaba por su entrepierna. – Ah, no pares. – mencionó ella, claro que no lo haría, saqué su pantalón rápidamente y me acomodé entre sus piernas para comenzar a devorarnos completamente.
Nuestros cuerpos se conocían, encajaban perfectamente con el otro, nos deseábamos, amábamos, queríamos esto, sentir nuestra piel rozando con la del otro, sentir las gotas de sudor que recorrían nuestros cuerpos cuando llegábamos a la cúspide del placer y no había más que descansar, sentir cómo nuestros cuerpos chocaban el uno con el otro, escuchar los sonidos de humedad cada vez que volvía a introducirme en su interior… definitivamente era lo mejor que nos podía pasar, nos amábamos y deseábamos completamente.
Una semana después.
Hoy es la maldita junta, me he estado matando por este proyecto, le prometí a Camila que pasaría más tiempo con ella, pero no lo he cumplido, sigo estando más enfocado en el maldito trabajo que en la mujer que me espera todos los días en casa, pero lo hago por ambos y espero que ella lo entienda.
Camila Sáez
Hoy tenía cita con la matrona, la madre de Leonardo me acompañaría, después de todo no tengo a nadie más aquí en esta enorme ciudad.
Leonardo se la pasa trabajando y en estos últimos días a estado más distante que nunca, la verdad no quisiera pensar cosas indebidas, pero me obliga a hacerlo, no sé si solo soy desconfiada y con la autoestima un poco baja o si de verdad estaba dándome los motivos para pensar así.
_ ¿Cómo han ido las cosas entre ustedes? – preguntó la madre de Leonardo, me agradaba la señora Martha, era tan paciente y amorosa.
_ Bien, supongo que estamos bien. Solo ha estado un poco ocupado con el trabajo, casi no tiene tiempo, se le hizo demasiado difícil encontrar uno después del problema que tuvo con su padre. – mencioné sonriendo de una manera triste, ni siquiera sé como pudo salirme una sonrisa.
_ Entiendo. Luciano está enojado aún por la decisión de Leonardo, supongo que nunca pensó que se revelaría en contra de su voluntad. – mencionó ella. – Pero son cosas que los hijos hacen, a veces toman buenas decisiones y otras malas, pero como padres debemos estar ahí para apoyar a nuestros niños. – agregó. – Estoy feliz de que haya tomado una buena decisión quedándose a tu lado.
_ Gracias por sus palabras. – mencioné sonriendo levemente.
_ Señora Sáez. – mencionó una mujer abriendo una puerta, seguramente era la que me revisaría y me daría el método anticonceptivo que tanto buscaba. – Pase por favor. – mencionó, no dejó entrar a Martha, así que me tocó pasar sola.
Entré a la habitación, demasiado blanca, fue lo primero que me fijé, luego vi una serie de instrumentos, ¿Los usará conmigo? No lo sabía, pero estaba nerviosa, demasiado nerviosa, no quería pensar en nada, ella se sentó en su escritorio y abriendo una gaveta me pasó una caja, ni siquiera vi de que se trataba.
_ ¿Usted ya ha comenzado su vida sexual? – preguntó la mujer que tenía enfrente, y aun que me estaba muriendo de la vergüenza, tenía claro que hubiera preferido que la persona delante de mí hubiese sido una mujer, en lugar de un hombre.
Asentí con las mejillas totalmente sonrojadas, no sabía cómo más actuar o que más decir.
_ Entonces necesito que entre en ese baño. – dijo señalando una puerta a la izquierda. – Y se haga ese test de embarazo que tiene en las manos. – mencionó nuevamente.
_ E-entiendo. – susurré. Me dirigí al baño, no sabía que pensar o que hacer, nunca me he hecho ninguna de estas cosas, esta sería la primera vez, me senté en el inodoro y comencé a leer pausadamente las instrucciones de la caja, luego seguí los pasos tal cual, no quise quedarme a esperar el resultado, los nervios me estaban provocando hasta nauseas.
Salí del baño y me senté frente a la doctora, ella me pidió la prueba de embarazo y se la di, esperamos los minutos y cuando la vio, me miró… lo supe en ese momento, aunque no quería admitirlo, sabía lo que me diría.
_ Estás embarazada, felicidades. – mencionó ella, sonreí levemente, no alcanzaba a imaginar los alcances que tenían esas dos palabras en mi mente, ¿Sería un buen momento para ser mamá? ¿Cómo se tomaría la noticia Leonardo?
_ Gracias. – susurré. No sabía que más decir, estaba aún más confundida que cuando llegué.
_ Te daré una receta con algunos de los medicamentos que deberás empezar a consumir, además de una leche que tienes que tomar todos los días hasta que la suspendamos. – mencionó nuevamente la mujer que tenía en frente.
_ Está bien. – mencioné sonriendo y acariciando por algunos segundos mi estómago, creo que ya estaba comenzando a procesar esta noticia.
Salí de la consulta junto a Martha, ella hablaba y hablaba, pero no era capaz de prestarle atención, trataba de buscar la manera de confesarle que estaba embarazada de su pequeño, que me habían citado dentro de dos semanas para hacer una primera ecografía.
_ Estoy embarazada. – susurré esperando que me escuchara, sabía que lo había hecho porque paró su conversación y sonrió, me hizo detener, había una plazilla por donde pasábamos y nos sentamos en una banqueta. – Le juro que no quería arruinar aún más la vida de su hijo, pero las cosas pasaron y ahora estoy embarazada. – mencioné.
_ ¿Él no lo sabe? – preguntó. Negué con la cabeza.
_ Aparte de mí, es la primera que lo sabe. – respondí, ella sonrió y acarició mi mejilla en un gesto dulce.
_ No tienes por qué sentirte avergonzada, Camila, si no se cuidaban era obvio que iba a pasar, ahora tienes que hablar con Leonardo y que se haga el tiempo para ti y para ese bebé que viene en camino, ahora pasaré a dejarte a tu casa que tengo que comprar unos obsequios para mi nieta o nieto. – mencionó la mujer, el hermano de Leonardo ya tenía un niño, pero no convivía mucho con la familia de ellos, supongo que Martha espera que con este bebé que llevo en el vientre sea lo distinto.
_ Está bien. – respondí. – Gracias por el consejo, trataré de hablar lo más pronto posible con Leonardo, espero que todo resulte de la mejor manera posible. – mencioné nuevamente, en verdad lo quería, amaba a Leo con todas las fuerzas de mi alma, pero si no quería al niño yo no podía hacer nada.
Las horas pasaban, pero Leonardo ni siquiera llegaba, tenía sueño y muchos deseos de ir a vomitar, supongo que así se sentía.
Mi celular vibró, tuve terror de que fuera una llamada o un mensaje de mi madre o padre, supongo que no se tomarían nada bien la noticia. Revisé y era un mensaje de la madre de Leonardo.
“Ya le contaste a Leo”. – decía.
“No, no he podido, aún no llega”. – respondí, aún pensaba en la forma de contarle a Leonardo que estaba embarazada, supongo que sería un dilema hacerlo.
Me quedé dormida esperando a Leo, no sé que hora era, ni se había llegado hace algún rato, pero solo sentí cuando se acostó a mi lado, me di vuelta hasta él.
_ Hola. – susurré bostezando.
_ Hola, amor. No quería despertarte. – comentó acariciando mi mejilla. – Sigue durmiendo, te amo. – mencionó.
_ Quiero hablar. ¿Cómo estuvo tu día? – pregunté sonriendo, esperaba que me dijera algo interesante o que había estado bueno, sé qué hace algunas semanas ha estado desarrollando una propuesta significativa que podría cambiar el rumbo de las cosas.
_ Todo va de maravilla, entregué mi proyecto, durante toda la junta siempre permanecí como la mejor opción, eso es maravilloso Camila, si me aprueban, tendré el puesto que merezco y podremos, al fin, tener más tiempo para nosotros. – comentó sonriendo.
_ ¡Eso es genial! – dije sonriendo. – Tengo algo muy importante que contarte, Leonardo. – mencioné sonriendo de mala gana, recordé la conversación que tuvimos una vez, donde decía que no quería ser padre, pero tampoco se negaba a la posibilidad, de eso no ha pasado tanto tiempo, quizás aún no está preparado para la noticia.
_ Dime, amor de mi vida. – dijo acercando sus labios a los míos y sonriéndome. – Eres demasiado hermosa, hasta despeinada. – agregó besando mis labios de una manera tierna, mi cuerpo se derretía ante estos gestos suyos.
_ Um… - mencioné sonriendo y sujetando mis dedos. – Verás… ¿Recuerdas que antes habíamos conversado acerca del método anticonceptivo que usaría? – pregunté sonriendo. Él asintió. – Bueno, hoy tenía una cita con la doctora. – mencioné nuevamente, no sabía cómo decirle de una vez lo que quería.
_ Sí, sí lo recuerdo… ¿Y bien? Dime, ¿Qué sucede con eso? – preguntó mirándome fijamente provocando que mi cuerpo se estremeciera, tenía nervios y muchas nauseas.
_ Bueno, yo… me dijeron qué… estaba, bueno… me dijeron que estaba em… - fui interrumpida por el sonido de su teléfono, era una llamada, en ese momento me di cuenta de que eran casi las dos de la madrugada, ¿Quién rayos hace llamadas a esta hora?
_ Es del trabajo, cariño. Dame unos minutos. – mencionó y se levantó de la cama para ir a la sala o a cualquier parte de la casa.
Leonardo Álvarez
“Señor, ¿Sucedió algo con mi proyecto? ¿Tiene alguna duda?”. – mencioné sonriendo, quería creer que todo saldría perfecto y que tanto a mí, cómo a Camila nos cambiaría la vida, podría darle otra casa, una que se merezca completamente, pero no lo sabía, todo era al azar en esta vida y mi padre no se cansaría de hacerme la vida imposible.
“Te informo desde ya que comenzarás a usar el puesto de Antonio”. – mencionó, Antonio era mi jefe.
“Eso quiere decir que mi proyecto fue aceptado, ¿Verdad?”. – mencioné sin todavía poder creerlo.
_ “Exacto. Felicidades”. – respondió el hombre. – “Mañana lo hablaremos mejor, solo quería darte la buena noticia”. – mencionó.
Caminé feliz hasta la habitación, no esperaba una respuesta tan rápida, pero quería compartírsela a Camila, sabía que también tenía que contarme algo importante, ahora me sentía mal por la forma en que salí, pareció que no me importaba lo que quería decirme, cuando era evidente que era importante para ella, sus ojos brillaban.
_ Amor ya llegué… - mencioné entrando en la habitación y dándome cuenta de que la mujer que amaba se había quedado dormida en uno de los sofás que teníamos ahí.
Me acerqué sigilosamente a ella, no quería despertarla una segunda vez y luego la tomé cuidadosamente para acostarla en la cama, la arropé porque la noche comenzaba a ponerse helada, y luego me acosté junto a ella y la abracé, necesitaba sentir el calor de su cuerpo junto al mío.
_ Perdón, pero todo cambiará. – susurré antes de quedarme dormido.