Los Secretos de Marina/C3 CAPITULO 2 “UN DIA DE MUCHAS SORPRESAS”
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C3 CAPITULO 2 “UN DIA DE MUCHAS SORPRESAS”

(septiembre 11, 2017, Cd. de México)

(Narrador)

Marina iba reflexionando en todo lo que había sucedido en su primera semana de clases, mientras caminaba deprisa con su maleta en la mano, cuando choco con una persona que salía del edificio frente al que pasaba todos los días de camino a sus clases de ballet, ella conocía bien al portero del edificio, mismo que era de oficinas. También conocía a varias de las personas que trabajaban en ahí.

Al chocar con el hombre le tiro una carpeta con documentos que él iba leyendo al salir y ella sin ver al hombre con el que había tropezado, le dijo

-Discúlpeme por favor, fue un accidente.- y se agacho rápidamente a recoger los papeles que le había tirado al hombre.

Don José el portero corrió a ayudarla, mientras le decía

-Qué te pasa pequeña, hoy no andas en tus cinco sentidos, ¿Porque tan pensativa?

-No me pasa nada Don Pepe, lo que pasa es que estaba pensando en alguien

-Ahh, ¿conque enamorada ehh?- le dijo el portero ayudándola a levantarse con los papeles en la mano, para entregárselos a su dueño.

-Le pido nuevamente, que me disculpe, es que no…- Marina no pudo terminar de hablar, pues acababa de ver con quien había tropezado y este no era otro que su profesor, el Licenciado Cardona.

-¿Usted?- dijo asombrada

-Sí, yo, ¿que le pasa señorita Romanov? ¿Ahora tropieza con la gente mientras piensa en las mentiras que les contara a sus compañeros de la universidad?-

-¿Mentiras? ¿Quien le dijo que yo voy por ahí diciendo mentiras?- le pregunto enojada mientras se unía a ellos Omar, que venía a buscar a Alejandro

-Buenas tardes Marina, hola Alejandro

-Hola Omar- contestaron al unísono tanto Marina como Alejandro, Omar noto que Marina estaba molesta y le pregunto

-Marina, ¿te pasa algo?

-A mi nada y solo espero que no hayas sido tu Omar, porque de ser así te vas a arrepentir toda tu vida.- y volviéndose le dijo al su profesor

-Y usted señor Cardona, averigüe primero si son mentiras y si tiene algo que reclamarme lo hace; no puede ser más idiota porque no es más grande y mire que es bastante grande.- El enojo de Marina era tal que no escucho al pobre Don José cuando se despidió.

Mientras la veían irse Alejandro se reía y Omar no entendía a que venía la amenaza de Marina.

-¿Me quieres decir que fue lo que paso aquí?

-Nada, solo que tropezó conmigo

-Y solo por eso se enojó, pero no entiendo, ¿porque me amenazo?

-Es que cuando se disculpaba, le he preguntado si ahora tropezaba con la gente por ir pensando en las mentiras que diría a sus compañeras

-¡demonios!, pero que bruto eres, no le hubieras dicho eso, ahora andara de mal humor toda la semana y no se calmara hasta no desquitarse, así que ten cuidado y más que nada debo pensar en cómo hacer para disculparme yo, aun cuando no tengo ni culpa ni pecado.

-Ya, hombre no pasara nada, vamos te invito un café y después vamos al gimnasio.

Marina llego al centro cultural y tomo su clase de ballet, todos sus compañeros que la conocían, se dieron cuenta de que algo había pasado, pues estaba de muy mal humor y todo empeoro cuando ninguno de los pasos de baile que sabía le salían como debían ser, por lo que Sandra Maldonado su instructora le llamo la atención y trato de que se calmara para que pudiera concentrarse en el baile, pero no resulto, por lo que al salir del centro cultural, estaba de peor humor y al llegar al gimnasio a las tres de la tarde, Pedro Torres, su instructor se dio cuenta, mas no comento nada y solo la ayudo a preparar el aparato de pesas que había escogido y la dejo sola.

No habían pasado ni quince minutos cuando Marina lo llamo

-Pedro ¿podrías ayudarme? - este se acerco

-¿En que necesitas ayuda Marina?

-A preparar las pesas, pon otros cinco kilos por favor, ya es hora de aumentar

-¿No es demasiado? Hasta ahora solo has podido levantar 55 kilos, y podrías lastimarte

-No va a pasar nada, tu ponlos por favor- la voz de Marina era dura y Pedro sabiendo que podía lastimarse pero no queriendo pelear con ella hizo lo que le pidió. No se había dado cuenta de que habían llegado los dos nuevos miembros que estaba esperando y no eran otros que Alejandro y Omar Cardona

Marina al verlos se enfadó más y ese fue el motivo por el que llamo a Pedro, para que preparara nuevamente el aparato incrementando el peso, en eso estaba cuando se acercaron Alejandro y Omar

-Hola Pedro, buenas tardes, como prometí ya estamos aquí.- dijo Alejandro

-Hola Alejandro ¿como se sienten hoy?

-Bien, por lo menos yo, pero lo de ayer sí que fue bastante pesado.- dijo Alejandro

-Pues yo aún me siento adolorido- se quejó Omar

-Es normal señores y más cuando no están acostumbrados a hacer ese tipo de ejercicios o a levantar ese peso y en repeticiones, ¡miren a esta chica va a levantar veintidos kilos más que ustedes!

-¿Qué? estas diciendo que va a levantar sesenta kilos en repeticiones? eso no puede ser.- dijo Alejandro viendo que era Marina

-Pues sí, o al menos intentara hacerlo, si lo logra estará trabajando con eso por un rato.

-Ya verás que si lo hare y más aún, pues tendrás que venir para aumentarlo en quince minutos; ¿está listo ya? - pregunto enojada, pues estaban dudando de ella

-Si linda, ya está listo

-No te atrevas a burlarte de mí o a ser condescendiente, no estoy de humor para soportar tonterías.- dijo Marina mientras se acomodaba en el banco para levantar la barra y hacer sus veinticinco repeticiones

-Si linda, ya me había dado cuenta.

-¿Quieres que te ayude?- pregunto Pedro preocupado

El silencio fue la respuesta que recibió de Marina, que no apartaba los ojos de Alejandro con coraje, por lo que este pregunto:

-¿Estas segura que una niña como tu podrá levantar ese peso?

-Espera y lo veras

Alejandro no perdía de vista la barra de las pesas, pues sabia lo peligroso que podría ser que estas le cayeran encima a la chica, pero vio que estaba decidida a levantar ese peso, pero no la creía capaz, todo cambio cuando Omar le pregunto:

-¿Que tienes, estas muy callado?

-Nada, es que no lo lograra y lo único que conseguirá es lastimarse, prepárate por si hay que ayudarla

-Yo no diría eso, miren como lo levanta.- les dijo Pedro y ambos volvieron para ver a Marina subir la barra y sacarla de sus apoyos, bajarla a su pecho y volverla a subir, para hacer la primera repetición.

-Vez, te lo dije Pedro, regresa en media hora para aumentar el peso otra vez- dijo mientras la volvía a bajar y subir la barra. Pedro asentía, mientras Alejandro y Omar ponían cara de tontos.

-Oye Pedro, una pregunta; ¿cuanto levantaron los novatos, para que se sorprendieran? - pregunto Marina alzando la voz

-Solo treinta y ocho kilos, querida, pero como dices, solo son novatos.

-Les falta mucho niños y tu Pedro no los trates mal, que a estos dos los conozco ¿entendido?- dijo Marina sonriendo, su mal humor se estaba esfumando

- Ya entendí cariño, ya entendí, pero no te preocupes que yo también los conozco y no son florecitas delicadas

- Mejor aún, no los canses mucho, para que los mandes con Benito.- aconsejo Marina

-De acuerdo y creo que eso les ayudara

- Ya lo creo que les ayudara

Pedro noto que sonreía y que en su mirada se notaba que tramaba algo, por lo que había que irse con cuidado y no fue el único en notarlo, pues Omar y Alejandro lo notaron también,

-¿Quien es Benito?- Pregunto Omar

- Es el instructor de artes marciales de la escuela que está aquí a la vuelta

Omar y Alejandro se pusieron a hacer sus ejercicios en los aparatos de pesas cerca de Marina y a la media hora, vieron a Pedro poner otros dos y medio kilos más a la barra por lo que ya estaba levantando sesenta y dos y medio kilos, tan fácil como los cuarenta kilos que ellos estaban levantando.

Mientras Omar hacia levantamientos, Alejandro lo cuidaba y vigilaba a Marina, por si tenía problemas, lo mismo hacia Omar cuando el que levantaba era Alejandro.

Al cabo de otros treinta minutos Pedro volvió a subir el peso de la Barra de Marina, agregando otros dos y medio kilos, con lo que estaría levantando sesenta y cinco kilos de peso.

Estos incrementos en tan poco tiempo le preocuparon por lo que pregunto.

-Marina, hay algo que deba saber o ¿es que ahora entraras a una competencia y no me he enterado?

-Para nada solo traigo mucha energía y debo sacarla, además volveremos a repetir los incrementos durante un mes o dos, quiero poder levantar los ochenta kilos para finales de año.

-Pero linda, faltan cuatro meses para fin de año, eso es mucho, pero ya sabes que te ayudare en lo que pueda, con esto.

En eso estaba Marina con sus repeticiones cuando una chica que venía distraída observando a Alejandro y Omar mientras estos se preparaban la barra agregando peso, cuando tropezó con el borde de la alfombra y el agua fría que llevaba en un vaso se derramo y fue a caer sobre el cuerpo de Marina, que tensa por el esfuerzo que realizaba se sobresaltó y por consiguiente se desconcentro, provocando que sus brazos cedieran al peso y la barra le cayera sobre las costillas, la sorpresa y el golpe hicieron que Marina lanzara un grito que fue tanto de sorpresa como de dolor, todo paso en cuestión de segundos; Pedro corrió hacia Marina al igual que Omar y Alejandro, para cuando los demás se dieron cuenta de lo sucedido Pedro y Alejandro quitaban la barra del cuerpo de Marina que solo apretaba los labios y cerraba los ojos para no volver a gritar, pues sabía que por lo menos serian tres o cuatro costillas las que se habían roto.

Omar ayudo a Marina a levantarse del banquillo con mucho cuidado para no lastimarla más; Marina sentía los ojos húmedos por las lágrimas que se negaba a derramar, mas no pudo esconderlas de la vista de Alejandro.

-Hay que llevarla a la enfermería,- decía Pedro, pero antes de que alguien dijera algo Alejandro levanto en brazos a Marina y ordenaba con voz fuerte y calmada

- Todos habrán paso; Pedro tu guíame a la enfermería y llama al médico.

Marina solo lo miraba, y cuando Alejandro bajo la vista no supo cómo interpretar su mirada, si como odio y coraje o como dolor, él la deposito con mucho cuidado en la camilla de la enfermería, esperando al medico del gimnasio llego para atenderla.

-Oh Dios, perdona Marina; todos ustedes curiosos salgan y esperen afuera- dijo el médico sacando a todos y cerrando por fin la puerta, tras lo cual Marina pudo derramar las lágrimas que contenía .

-Vamos a ver Marina, creo que tienes al menos cuatro o cinco costillas rotas, por lo que tendré que hacerte una placa con el aparatito que tenemos aquí, solo para ver qué tan grave es. – le dijo el médico a Marina mientras la llevaba a un pequeño tomógrafo portátil que había en otra habitación.

Unos minutos después se confirmaba que tenía cinco costillas rotas, dos del lado izquierdo y tres del derecho, no eran lesiones graves pero si dolorosas, por lo que le puso un fuerte vendaje y le recomendó.

-Bueno Marina, el vendaje te ayudara, pero es mejor que utilices un corset que te apriete el torso y te ayude a sostener y proteger el pecho, y por favor no levantes pesos por al menos tres semanas. Y toma un ibuprofeno de cuatrocientos miligramos cada doce horas para el dolor.

- gracias doctor, le agradezco la ayuda y tratare de hacer lo que dijo pero no puedo estar tres semanas sin hacer nada.

-pues tendrás que hacerlo, pues le diré a Pedro que no te deje hacer esfuerzos ya que estas muy lastimada.

-ok, doctor, hare caso, un corset y los ibuprofenos.

Al salir de la enfermería Pedro, Alejandro y Omar la esperaban afuera y cuando la vieron salir caminando con algo de dificultad por el dolor le preguntaron todos a la vez.

-¿Que tienes? ¿Te lastimaste mucho?¿ Que te dijo el doctor?

-Solo fueron un par de costillas rotas, no fue mucho pero como duele.- contesto Marina con voz serena, mientras se apoyaba en el brazo de Pedro.

- Si a cinco costillas rotas, usted señorita no les da mucha importancia, yo si, por lo pronto Pedro, ella no puede levantar nada pesado y recomiendo nada de ejercicios rudos o de fuerza- dijo el médico desde detrás de Marina.

-Gracia por decírmelo doctor, esta niña no lo habría hecho, aunque la torturara- contesto Pedro

-Estoy bien- dijo Marina con una sonrisa y todos la miraron

-Voy a descansar, pero será en mi casa, pero por ahora voy a cambiarme de ropa, está esta sudada y mojada- dijo Marina antes de que Pedro la regañara

Para cuando estuvo lista, Pedro la esperaba junto a la puerta del vestidor de mujeres, a su lado estaban Omar y Alejandro; Pedro se le acerco y tomando su bolso de ejercicios le dijo

-Alejandro, que es mi amigo te llevara a tu casa.- y le paso la maleta a Alejandro

-Pero yo aún tengo que ir a hablar con Benito y entregar unos papeles que me dio a llenar, por lo del torneo que está organizando el dueño del dojo.- Dijo Marina con mucha docilidad

-Pues yo se los entrego y hablo con el.- contesto Pedro

-No, lo hare yo.- dijo Marina con tono obstinado y le arrebato la maleta a Alejandro y comenzó a caminar rumbo a la salida, ahí dio vuelta para dirigirse a la esquina donde doblo a la derecha y dirigirse a una escuela de artes marciales.

-Hola Martha, ¿esta Benito?- pregunto a la secretaria

-No ha llegado aún; ¿no es un poco temprano para que llegues?

-Pues sí, pero ya vez lo que tengo que hacer para ir al torneo, tu sabes la preparación- y se encamino a los vestidores

Alejandro y Omar apenas iban llegando cuando la vieron entrar a los vestidores

-¿Buscan a alguien, caballeros?

-Si, a Marina Romanov.- contesto Alejandro

- Ah bueno, entonces pasen al salón, que en unos momentos empezara la clase; una cosa ya se inscribieron, ¿porque no traen el uniforme?- pregunto Martha

-No pero.. – trataron de contestar los dos hombres pero Martha los interrumpió

-Bueno por ser amigos de Marina se las paso, pero les hare su pase de inscripción y se los llevare, también deben decirme sus tallas para buscarles los uniformes y el cinturón y entraran como principiantes, ¿entendido? y vayan que ella adelantara su clase media hora, todo un privilegio ya que tendrán media hora más de clase.- termino de decir Martha, guiándolos al dojo.

-Marina, aquí te traigo a dos nuevos; ustedes dos quítense los zapatos.- ordeno la mujer

Marina solo los veía, sonriendo, pues conociendo a Martha, sabía que no los habría dejado decir una sola palabra, Marina con esfuerzo dio su clase más media hora adicional, pues había llegado temprano y ayudo al instructor a terminar su clase.

Al terminar se preparó a tomar su propia clase, Omar y Alejandro que no podían estar en la clase se fueron a las gradas y la vieron hacer sus evoluciones marciales y escucharon cuando el Gran Sensei que había llegado de sorpresa le dijo.

-Señorita Marina, la felicito, es usted una de las mejores-

-Gracias, Sensei Karima.- contesto haciendo una reverencia

-Nadie diría que, con tu físico, pequeña Nitta, fueras tan ágil, fuerte y veloz; estoy seguro que serás de las mejores en el torneo; sigue así y nadie ni nada te detendrá.

-Eso es lo que deseo Sensei.- dijo Marina con otra reverencia

Cuando Marina salió del vestidor, se dirigía la salida del Dojo, vio que Alejandro y Omar ya la estaban esperando afuera, hablando de lo ocurrido.

-No me puedo creer, si me dolía todo al llegar con Pedro ahora me siento molido- dijo Omar

-Lo que yo no puedo creer es que sea ella la que da la clase y más que imparta ese tipo de ejercicios para endurecer los músculos y no prestar atención al dolor, ¿viste que no se quejó y trae cinco costillas rotas? - dijo Alejandro

Al verla en la puerta con su mochila en la mano Omar se acercó y le dijo

-¿Cómo te sientes? ¿Ya no te duele?

- No Omar, gracias por preguntar, pero no te preocupes, tome un ibuprofeno para el dolor, además es más la disciplina que el dolor, el dolor no importa, es solo la mente la que existe el resto no tiene importancia; Además lamento lo ocurrido, yo hablare con Martha para que rompa las hojas de inscripción y les devuelva su dinero, sé que esta disciplina es dura y rígida y no creo que les guste, aquí se cumple con solemnidad y rigidez la tradición de la escuela antigua, según las tradiciones de Japón.

-Pues yo creo que sí, que me gustaría intentarla, puede ser que aprenda algo- dijo Omar con una sonrisa

-Yo lo dudo y tengo la sospecha que usted lo preparó todo, junto con su amiga- dijo Alejandro

- Pues sepa señor Cardona que yo no prepare nada y se lo puede preguntar a Martha, además mis asuntos los arreglo yo sola.- repuso Marina con enfado y echando su mochila al hombro dio media vuelta y se fue caminando rumbo a su casa.

-¿Sabes una cosa Alejandro?

- No, ¿Que?

-Que te volviste a equivocar con ella y de paso la volviste a ofender, por lo que ahora no solo está lesionada sino también muy molesta, por lo tanto distraída y podría pasarle algo, además es tarde.

- Vah ¿que le podría pasar?

- No lo sé, pero puede tener algún accidente, ya que va muy alterada y además te recuerdo que tiene cinco costillas rotas y la verdad no creo que ponga mucha atención a lo que la rodea, tal y como va.

- Esta bien, apresúrate, que la seguiremos en el auto.

Cuando Marina llego a casa encontró a toda su familia y sin decirles nada sobre sus costillas rotas, fue a su cuarto dejando su mochila y cambiándose de ropa, tras salir fue a la cocina y oyó que sus hermanos planeaban ir a las canchas del parque a jugar y estaban al teléfono hablando con unos amigos.

-si ahí nos vemos, y como Mar, ya está en casa le preguntaremos si desea jugar, estaremos ahí en veinte minutos. Escucho decir a uno de sus hermanos al teléfono por lo que pregunto

-preguntarme ¿qué?

-¿que si vas a la cancha a jugar basquetbol? – contesto su otro hermano menor

-ok, necesito descargarme después del incidente con un tarado y compañía al salir del dojo-

Marina no se había dado cuenta de que la seguían y fue poco después de haber llegado a su casa, que al salir tras sus hermanos Héctor y Daniel, para dirigirse a un parque cercano a jugar un partido de baloncesto con unos amigos que vio el coche estacionado en la esquina, casi frente a su casa; por lo que se paró en seco y sus hermanos lo notaron.

-Que sucede?- pregunto Daniel

- Nada pero recuerdan lo que les comente cuanto llegue

- Sí, ¿lo del tarado?- contestaron al unísono

-Bueno, pues esos dos hombres me siguieron y están dentro del carro negro que está estacionado en la esquina y no volteen, disimulen.- decía Marina mientras simulaba atarse las agujetas de uno de sus tenis, después se levantó y tomando el balón de manos de Héctor, camino hacia el centro de la calle y paso a un lado del auto sin mirarlo siquiera.

Una vez adelantada lanzo el balón a Daniel quien se rio al tomarlo, esto claro fue una distracción pues Marina, paso por detrás del auto rodeándolo y asomando la cabeza por el lado derecho sorprendió tanto a Omar que estaba sentado en el asiento del copiloto como a Alejandro que no dejaba de ver a sus hermanos distraído por su actitud jovial y escandalosa.

-Hola, yo los creí tan cansados que ya estarían en sus respectivas casas, frotándose con linimentos, pero en cambio están aquí, frente a mi casa, ¿se puede saber porque? O ¿eso no se debe preguntar?

No sabiendo que contestar, Alejandro se quedó callado y Omar solo le sonrió diciendo

-Hola, perdona pero nos preocupó que con tu lesión te vinieras sola, así que te seguimos-

-Pero hace más de veinte minutos que llegue, ¿porque siguen aquí? en fin los presento, esos dos que ven ahí son mis hermanos Pequeños, Héctor y Daniel.- los aludidos solo saludaron con la mano. Omar bajo del auto seguido de Alejandro.

-Pequeños, pero si están enormes, pensé que eran mayores que tu.- comento con asombro Omar

-Oh! No para nada, Mario salió con Erika su novia, y Antonio está viendo por televisión un partido de futbol con nuestro padre.- explico Marina con una sonrisa y continúo diciendo

-Además la estatura es cuestión de genética, chicos estos son Alejandro y Omar, dos de mis más queridos amigos.- dijo como si no los hubiera visto en todo el día y nada hubiera pasado.

-Oye, Mar, ¿dijiste queridos amigos? -Pregunto Daniel

- Si, así fue

-Uhy, pues pobres, los compadezco mucho.- comento Héctor

-Saben señores, mejor tengan cuidado, ya los clasifico.- les dijo Daniel dirigiéndose a Omar y Alejandro

-Bueno nos vamos, tengo una cita con una cancha de basquetbol y un grupo de amigos y no pienso llegar tarde, nos vemos mañana Omar, Alejandro. - y comenzó a caminar nuevamente, a unos metros de distancia grito

-Vienen niños, o ¿tendré que ir por ustedes?

-Ahí vamos, tu sigue caminando.- contesto Héctor y volviéndose a los dos hombres junto al auto dijo

-Y ustedes, no la hagan enojar, pues después no hay quien la calme y busca pelea con quien sea.

- Oigan, no quieren jugar un partido, ya que ustedes la molestaron, sería justo que ayuden a que pierda algo de ese coraje jugando- dijo Daniel

Alejandro miro a Omar y le este solo contesto a una pregunta no hecha

-Ok vayamos, a ver si viéndola jugar te convences de que es más de lo que aparenta y la dejas en paz de una vez. - Alejandro cerró el auto y corrió para alcanzar a los otros tres que ya le llevaban algo de ventaja.

Una vez que los alcanzo pregunto:

-Perdona Daniel, pero ¿que quisiste decir, con eso de que nos había clasificado?

-¿Es que acaso no la conocen?, si preguntan eso es que no. - contesto Héctor

-Bueno a lo que se refería mi hermano es que Mar, ya los puso en su lista negra y de que algo hicieron para que se quiera desquitar y te lo aseguro, con ella si reza eso de la venganza es un plato que se sirve frio y entre, más frio mejor sabor, ¿no sé si me entienden? – intervino Daniel

-Pero ella no es muy paciente por lo que he visto, como es eso de que esperara para vengarse de algo, ¿No estarán exagerando?- pregunto Alejandro

-En cuanto a su lista negra, si lo quieres saber, tiene la paciencia de Job y hasta más, yo soy el más chico de los cinco y lo que sé es que espero un año para poder vengarse de una chica de la secundaria que la humillo frente a todos los de la clase, ¿así que tu dime si tiene paciencia?- comento Daniel

-Vez, te lo dije Alejandro, te dije que tuvieras cuidado con lo que decías y ahora ya me metiste en problemas con ella y yo no le hice ni dije nada, tendrás que disculparte y sacarme de problemas o te hare responsable de todo lo que ella haga primo y lo digo en serio, o hablare con la Tía Elena.- dijo Omar

-No metas a mi madre en esto, ni que fueras un chiquillo de diez años Omar, no pasara nada y solo quieren asustarnos.

-¿Qué pasa? No entiendo ¿que es lo que dicen, que fue lo que le hicieron a Mar?- inquirió seriamente Daniel

-Pues nada que en pocas palabras, aquí mi primo Alejandro la llamo mentirosa.-

-Error, grave error, ahí sí que te equivocaste y mucho, si hay algo que Mar, odia son las mentiras, no las dice y mucho menos las perdona.- comento Daniel

-Si quieres un consejo, te recomiendo que te disculpes y aun así será difícil que te perdone, pero inténtalo, e insiste si no lo logras, pues puede hacerte pasar un mal trago cuando se desquite, te lo aseguro.- comento Héctor

Cuando llegaron al parque, vieron la cancha de basquetbol a lo lejos y se dieron cuenta de que Marina estaba hablando con un joven mucho más alto que ella y de repente vieron que la conversación se trasformó en discusión.

Los cuatro se detuvieron a unos metros de la cancha pues fue Héctor el que reconoció al joven con quien Marina discutía

-No, otra vez no.

-¿Que pasa? - inquirió Alejandro

-Nada, solo que creo que cambiaremos la cancha de basquetbol por un ring de lucha.- contesto Daniel

-¿A que se refieren? Ella no se peleara con ese, es mucho más alto que ella y es una mujer? -pregunto Omar

-Pues sí, habrá una pelea, Mar nunca rehúye una y menos cuando se trata de Julio Padilla, un buscapleitos y abusivo que siempre anda con su pandilla y estos siempre se esconden antes de atacar y son muchos para enfrentarlos solo nosotros ocho, la última vez contamos quince- explico Héctor

-Mira ahí están nuestros amigos.- señalo Daniel

-¿Me estás diciendo que se va a pelear con un pandillero?- pregunto nuevamente Omar y apresuro el paso para llegar junto a Marina

-Sí, pero ustedes dos quedan fuera, no los conocen y esos son muy traicioneros. -Contesto Héctor, tratando de alcanzarlo; más al decirlo se dio cuenta de que Julio intentaba golpear a su hermana, por lo que comenzó a correr para apoyarla.

No había llegado junto a Marina cuando vio a Julio salir despedido por sobre la cabeza de Marina y en seguida se colocó a su lado; Alejandro al recordar que ella estaba lesionada miro a Omar, este solo dijo:

-No, esto no es nuestro asunto.

-Pero ella esta lesionada. - y dirigiéndose al centro de la cancha, Alejandro se dispuso para la pelea. Julio que se había levantado, se lanzaba contra Marina, por lo que Alejandro lo alcanzo y lo lanzo a un lado. Para luego ponerse a un lado de Marina, al igual que hicieron Héctor, Daniel y otros cinco chicos que no conocía. Al verlo Marina exclamo

-Esto no es para ti, será mejor que te retires profesor, no saldrás bien librado y no quiero que me culpes por ello.

-Esto lo decido yo, además tu estas lesionada o ya olvidaste tus costillas rotas, así no podrás pelear-

-¿Y tenías que recordármelo en este momento que más necesito olvidarlo?-

-Así que estas lastimada Pantera, pues ahora sí que vas a perder la batalla- se burló Julio poniéndose al frente de un grupo de jóvenes con muy mala pinta que salieron de entre los arboles del otro lado de la cancha.

-Estos son mi palomilla, pequeña gata y que ¿me dirás que esos dos viejos son los novatos de la tuya?- señalo Julio, Omar se había unido al grupo y se colocó a un lado de Alejandro.

-No, ellos quedan fuera de esto, te lo advierto, no te metas con ellos, además sabes bien que yo no tengo pandilla y que solo nos gusta practicar deportes; no cometer delitos como tú y tu grupo de ratas.- Marina se volvió contra Alejandro para ordenarle

-Vete de aquí, ahora, esto no es tu problema y puedes salir lastimado.

-No, esto parece divertido y es mi respuesta final

-Pero que no entiendes que no me puedo responsabilizar de ti y de Omar, carajo, váyanse los dos.- grito Marina.

-Me quedo.

Mientras Marina y Alejandro discutían Julio se fue acercando a ellos acompañado de otro joven bastante alto, tanto como Julio. Marina al oír la respuesta de Alejandro se volvió hacia él y le dijo:

-Mira, hoy no ha sido mi día, todo ha salido mal desde que salí de tu clase y no ha hecho más que empeorar, por lo que no es un buen momento para discutir.

-No es mi culpa que te guste ir por ahí contando mentiras.

-Yo no cuento mentiras y solo esto me faltaba, para colmar un mal día, así que discúlpate ahora mismo o me las pagaras, te lo prometo.

-¿Que me disculpe ahora?

-Sí, Ahora.

Y como si se hubieran puesto de acuerdo, tanto Marina como Alejandro soltaron cada uno un golpe contra Julio y su compañero que se habían acercado lo suficiente como para lograr darles y así fue, pues Julio y su amigo fueron a dar al suelo, con lo que comenzó la verdadera pelea.

Héctor y Daniel, no se quedaron atrás y junto con sus amigos comenzaron a repartir golpes, terminaron formando un circulo pequeño, el cual fue rodeado por Julio y sus amigos, un total de veinte pandilleros, contra diez.

La pelea fue campal, todos cuidaban de todos, Alejandro recibió un fuerte golpe en el estómago, mientras trataba de quitarse a uno que en un descuido se le lanzo a la espalda, por lo que Omar lanzo un golpe contra él que había golpeado a su primo, recibiendo a su vez un golpe en la pierna con un garrote de otro oponente.

Marina hizo uso de sus conocimientos en artes marciales y tomando uno de los garrotes que llevaban los pandilleros, se enfrentaba a seis a la vez y tanto sus dos hermanos como los cinco amigos con los que se reunirían se enfrentaban a los otros once oponentes, dado que Marina era instructora en el dojo había enseñado a sus hermanos algunas técnicas por lo que pronto se hicieron de garrotes y con ellos equilibraban la pelea, pues ya eran tres los que estaban armados.

Un rato después, la pandilla de Julio se lo llevaba noqueado por un golpe dado por Marina, al igual que a tres pandilleros, los otros estaban lastimados pero al menos estaban consientes.

Al dejar fuera de combate a Julio, Marina sabía que su pandilla, bajaría la guardia y se alejarían, lo que aprovecharon para retirarse al otro lado de la cancha y llegar hasta las bancas en el jardín frente a la fuente, en donde se lavaron y revisaron las heridas, los más lesionados eran Omar, a quien golpearon con un garrote en la cabeza, así como Adrián, Jorge y Osvaldo, estos tres eran los más jóvenes del grupo y Osvaldo era el más bajo de estatura de todos, los tres eran buenos deportistas y también buenos peleadores, cuando la ocasión lo necesitaba, por lo general no eran chicos de peleas callejeas pero se sabían defender; los gemelos Matías y Fernando salieron bien librados, dado que eran altos y fuertes.

-Bueno, creo que el partido se canceló, por tercera vez en el mes, mala suerte- dijo Marina

-Pues yo creo que si Mar, yo estoy cansado y de seguro mi madre me reñirá otra vez, ya sabes que no le gusta que pelee en la calle, aun cuando solo me defienda, así que nos vemos luego- se despidió Adrián

-Pues yo digo lo mismo, a ver que dice mi madre- comento Osvaldo

-Pues mi madre ya se acostumbró, pero el que gritara será mi padre, ya sabes cómo es- comento Jorge

-Bueno, yo me voy a casa Mar, te llamo luego Daniel, y nos ponemos de acuerdo para otro partido- se despidió Osvaldo

-nosotros también nos vamos, no creo que tengamos problemas, mama ya está acostumbrada a que siempre tengamos una bronca.

-Está bien chicos y no se preocupen, si les dicen algo en sus casas digan que fue mi culpa la bronca de esta noche- les dijo Marina

-esperare tu llamada Oso- dijo Daniel.

Oso era el sobrenombre de Osvaldo, pues aunque era bajo de estatura, era fuerte y musculoso y por sus movimientos a sus amigos les recordaba a ese animal.

Ya solos en la cancha los cinco se quedaron en silencio por un momento, más de repente fue roto por Héctor

-Oye Mar, Que quiso decir Alejandro con eso de estas lastimada, no entiendo ¿que te paso?

-Nada solo un pequeño accidente en el gimnasio, no te preocupes.

-¿Que no es nada? es la segunda vez que dices que cinco costillas rotas no son nada, otra en tu lugar estaría ya acostada reposando y cumpliendo con las órdenes del médico.- le reprocho Alejandro.

A solo un par de metros de la discusión Héctor y Daniel se soltaron a la carcajada al ver como Alejandro regañaba a su hermana y volviéndose a Omar le preguntaron

-¿Quien crees que gane?

-Yo no sé quién vaya a ganar, lo único que sé, es que desde hace una semana que se conocen y desde entonces no dejan de discutir estos dos, además yo estoy muy cansado y adolorido, por lo que me voy a casa, Alejandro ya está grandecito como para tenerme de chaperón y no creo que Marina se lo vaya a comer.

Mientras discutía con Alejandro, Marina se dio cuenta de que algo estaba mal pues escuchaba la voz de Alejandro muy lejos y de repente se sintió mareada y cayó al suelo, Alejandro se apresuró a tratar de ayudarla, por lo que al dar un paso adelante para sostenerla; Marina termino en sus brazos, fue un movimiento involuntario y aun cuando rápidamente se separaron fue tarde pues, todos lo habían visto, por lo que tratando de reponerse le respondió a Omar mientras se acercaba lentamente pues aún se sentía débil, dándole un beso en la mejilla a Omar

-No me lo voy a comer, pues podría causarme indigestión, querido amigo mío- lo que causo que Alejandro la mirara con seriedad y algo de extrañeza

-bueno niños, vámonos a casa que ya es tarde y mañana todos tenemos escuela- dijo Marina abrazando a sus hermanos, por lo que los cinco comenzaron a caminar.

Ya en casa Héctor y Daniel entraron y Marina se quedó a despedir a Omar y Alejandro.

-Bueno espero que por lo menos lo hayan disfrutado, pues fue un día algo agitado.

-Agitado y un poco violento- dijo Omar mientras se frotaba el hombro donde había recibido un fuerte golpe

-Tienes razón Omar, pero fue interesante, ya que descubrimos que el carácter de Marina Romanov San Juan es muy volátil.

- Lo descubriste tu primo, yo ya lo sabía.

-¿Primo? ¿son primos? - pregunto con asombro Marina, mientras los veía y solo se rio, volviéndose para dirigirse a su casa y cuando traspaso la verja les dijo riendo.

-Ya dejen de discutir o me harán enfadar y recuerden que mañana será otro día y todo volverá a la normalidad, tu Omar volverás a ser mi compañero de clase, serio y algo conservador y tu Alejandro volverás a ser el Profesor arrogante y sangrón que imparte una clase, pero no se les olvide que los estaré esperando en el gimnasio y ese es mi territorio, así que descansen y duerman bien.

Y tras decir esto Marina cerró la puerta dejando a los dos hombres sin saber a qué se refería, por lo que tras unos segundos se volvieron y subiendo al auto se marcharon.

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