C4 Cuatro

Matteo

"¿Por qué sugiere de repente un torneo de combate amistoso, Su Alteza?" preguntó Alpha Daniel, visiblemente confundido.

"He estado en la manada durante meses y quería evaluar el progreso en fuerza de nuestros miembros", respondí. "El rey me ha pedido un informe sobre las capacidades de la manada y desea asegurarse de que todos puedan defenderse si llega la necesidad". Añadí esto último para disipar cualquier duda o sospecha que pudiera tener.

"Entiendo. Me enorgullece decir que todos están dando lo mejor de sí y llevamos a cabo entrenamientos regulares para todos. ¿Para cuándo tiene pensado programar el torneo?"

"¿Qué le parece si lo hacemos en una semana?" propuse.

"Me parece perfecto", asintió, y yo sonreí para mis adentros.

"Deseo hacer el anuncio personalmente, así que me dirigiré a la escuela de la manada". Comenté mientras me levantaba de la silla y miraba a Calvin. Él asintió y se adelantó hacia la puerta.

"Le comunicaré a mi beta y a mi gamma que preparen lo necesario para el evento", me informó Alpha Daniel antes de que siguiera a Calvin.

"Recuerde que es un torneo sencillo, no es necesario organizar una gran celebración", le recordé. Él asintió y juntos nos encaminamos hacia la escuela.

Camino al área de taquillas, nos encontramos con Eunice. "Ahí estás, te he estado buscando", dijo con una sonrisa.

"No recuerdo haberte pedido que vinieras. ¿A qué se debe tu presencia?" le pregunté.

"Es natural que quiera estar donde tú estás. Como tu futura pareja, es mi deber apoyarte en todo lo que emprendas", replicó. En ese momento, lamenté más que nunca haberme involucrado con ella.

"No te hagas ilusiones, Eunice. Conoces mi posición respecto a mi pareja. Estoy esperando a la indicada", le aclaré.

"¿Por qué esperar a alguien que no sabes siquiera si llegará?" preguntó, intentando contener su enojo.

"Ya ha llegado, simplemente se me escapó", le dije.

"¿Estás seguro de lo que percibiste? Podría estar muerta, por lo que sabemos", insinuó, lo que me provocó un gruñido de ira.

"Lo siento, solo quería decirte que existe la posibilidad de que..."

"¡Cállate de una vez! Sé que está viva y me está llamando. Así que, si valoras tu lengua, te sugiero que te controles", la advertí, y pude ver el temor en sus ojos antes de que me ofreciera una sonrisa forzada.

"Está bien, si deseas esperarla, hazlo. Pero mientras no esté, permíteme hacerte feliz", dijo y se unió a nosotros, enlazando su brazo con el mío.

Al doblar la esquina, vi al futuro beta con la loba sin aroma. Se veían felices, bromeando entre ellos. Noté cómo ella se tensaba. ¿Habría captado mi olor?

Durante toda nuestra conversación, mantuvo la cabeza baja y no pude ver sus ojos. Supuse que era una reacción natural ante mi presencia, siendo el príncipe licántropo y su futuro rey, así que no le di mayor importancia.

El futuro beta hablaba por ella la mayor parte del tiempo, y empecé a sospechar que había algo más entre ellos. Mi licántropo interior gruñía con desaprobación.

Continué la conversación, deseando mantenerla cerca. De repente, percibí su enfado. Recordó algo y el futuro beta explicó que había sido objeto de burlas por no tener lobo.

Eunice no hizo más que empeorar la situación cuando intervino, y mi licántropo estuvo a punto de atacarla, si no fuera porque lo contuve.

Como aún tenían clases, el futuro beta se disculpó y se marcharon. Al verlos alejarse, observé cómo ella apoyaba la cabeza en su pecho y, con mi agudo oído licántropo, la escuché agradecerle.

En ese instante, anhelé estar en su lugar, ser yo quien la consolara y calmara. Continuamos visitando las clases para ver cómo iban las cosas y para anunciar el torneo. Mi mente, sin embargo, volvía una y otra vez a Freya, y mi licántropo interior ronroneaba. ¿Qué era lo que estaba sucediendo?

Nunca había reaccionado así en los 83 años de nuestra existencia conjunta, y ninguna loba o licántropo había provocado tal reacción. ¿Qué significaba Freya para nosotros?

Calvin, Eunice, los demás licántropos y yo proseguimos con la visita a las aulas. Me preguntaba en qué clase estaría Freya. Al no tener lobo, estaba seguro de que no participaría en el torneo; sería demasiado peligroso para ella enfrentarse a alguien con un lobo.

Cada vez que anuncio el torneo ante las distintas clases, percibo la emoción en sus miradas. Sin embargo, el futuro alfa me decepciona. Me inquieta pensar en el destino de la manada Midnight bajo su liderazgo.

Al salir del aula, Calvin me confesó: "No me parece prudente que el Alfa Daniel designe a su hijo como su sucesor. Por más que lo observo, no logro encontrar ni un ápice de autoridad en él".

Coincido plenamente y llevo tiempo reflexionando sobre ello desde que lo conocí. Clay sería una opción mucho mejor, pero dudo que el Alfa Daniel le permita asumir el cargo. Lo haría si de verdad fuera un líder ejemplar, preocupado por su manada y sus integrantes.

"¿Para qué perder el tiempo pensando en esa patética manada? Deberían ser nuestros subordinados", espetó Eunice a continuación.

Le respondí, intentando mantener la calma: "Parece que no entiendes el propósito de nuestra existencia como licántropos. Nuestra misión es protegerlos y velar por su bienestar, no someterlos. Recuérdalo bien, Eunice", le advertí con severidad. Ella agachó la cabeza y no volvió a dar más órdenes.

Su boca solo sirve para una cosa y nada más. A veces me pregunto por qué me involucré con ella.

"Porque eres un idiota", me espetó mi licántropo, una vez más. Y empecé a creer que tenía razón.

Regresamos al lugar donde habíamos visto a Clay y Freya, recordando que se dirigían a clase. Ante la idea, mi licántropo se emocionó y me apresuré hacia su aula.

La clase parecía más animada que las demás, lo que despertó mi curiosidad. Intenté pasar desapercibido, pero el profesor me descubrió y me saludó. Noté cómo Freya se tensaba y me pregunté el motivo. Los demás estudiantes también se giraron y me hicieron una reverencia, mientras que ella seguía con la cabeza baja.

Estuve tentado de usar mi autoridad para que me mirara, pero no quería ser arrogante, así que me abstuve. Pregunté al profesor sobre el ambiente de la clase y su respuesta no me agradó.

Freya pensaba en Clay y eso no le gustó nada a mi bestia interior. A regañadientes, comenté: "Entiendo, tal vez sea su compañero". La clase estalló en burlas y eso me irritó. Cuando pregunté a Clay, un alivio me invadió al escuchar su respuesta.

Sin embargo, lo que dijo después me enfureció. Le gustaba ella, y al futuro gamma también. El hecho de que ella mantuviera la cabeza baja me irritaba aún más, sabiendo que en ese momento estaba mirando a Clay. Luego Eunice tuvo que intervenir de nuevo, aumentando mi ira y la hostilidad de mi licántropo hacia ella. Tenía que hacer algo al respecto. Le gruñí, sintiéndome amenazado tanto por Clay como por Alec, quienes reaccionaron de la misma manera.

"¡Sácala de aquí!", ordené, y Calvin actuó con rapidez. Sabía que mi bestia estaba a punto de emerger y no quería que sucediera debido a mi comportamiento cuando el licántropo tomaba el control.

"Lo siento, solo estaba diciendo...", alcanzó a decir Eunice, pero Calvin ya se la había llevado.

"Estoy aquí para hacer un anuncio", dije, dirigiéndome a Freya. "En una semana, celebraremos un torneo de lucha amistoso en la manada. Todos están invitados y me complacería que participaran en gran número". Tras una última mirada a Freya, que seguía con la cabeza gacha, decidí marcharme.

Su persistente actitud de sumisión me hacía sospechar. Parecía ocultar algo, tanto a mí como al resto. Aún podía escuchar a Clay y Alec preguntándole si estaba bien, y su respuesta me hizo fruncir el ceño. Tenía que abordar el asunto del acoso.

Después de una semana, a pesar de que el evento tenía como fin confirmar ciertas sospechas, seguía emocionado por descubrir y evaluar las habilidades y la fortaleza de todos. Aunque Freya no participaría, estaba decidido a confirmar hoy lo que me había estado rondando la cabeza durante más de una semana.

"Su alteza", me informó Calvin, mientras yo aguardaba sentado el inicio del evento. Inclinó la cabeza y susurró: "Freya va a participar", revelación que me dejó atónito. ¿Cómo podría luchar sin su lobo?