C27 26
Duncan abrió los ojos y vio a Allegra.
Oh, bien, ahora estaba delirando.
Allegra estaba allí, más hermosa que nunca, y lo miraba a los ojos con mil preguntas en su mirada. Él, tan débil como estaba, sólo atinó a sonreír. Alzó una mano hacia ella y acarició una de sus aterciopeladas mejillas.
—Tan hermosa.
—Lo mismo decía yo –farfulló ella, y él frunció el ceño.
—Debo estar muy enfermo