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Haggerty miró a la pareja muy complacido consigo mismo. Estaban sentados juntos en un mueble frente a él en su oficina de la Chrystal, y no le había pasado por alto los cuchicheos que se alzaban fuera mientras los tres hablaban. Ya una secretaria lo había interrumpido con la excusa de hacerle firmar un papel, sólo para echarle una buena ojeada a la pareja que mantenía sus manos entrelazadas