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Despertó y se quedó quieta, tal como había aprendido que había que hacer en esos casos. Pero luego se desesperanzó al recordar que todos esos cursos de defensa personal los había recibido junto con el que ahora era su secuestrador.
De todos modos, intentó no mover un musculo y que su respiración no la delatara. Entreabrió los ojos y se encontró sentada