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Duncan estaba a punto de enloquecer.
En la mañana no había podido contestar la llamada de Allegra por culpa de su montaña de trabajo, el teléfono móvil timbró y timbró, y cuando al fin pudo contestar, ella había colgado. Le devolvió la llamada tan pronto como le fue posible, pero luego fue ella la que no le contestó.
Llamó a la mansión para hablar entonces con Edna