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Tanto Zoe como Henry entraron en el club, y fueron recibidos con un amplio lago tras pasar por el jardín de rocalla.
Bajo el cielo nocturno, las centelleantes ondulaciones del lago reflejaban las farolas y la luz de la luna. De un vistazo, no se veían los bordes del lago.
El portero les condujo por las escaleras hasta el vestíbulo