Matrimonio Forzado/C6 Capítulo 6
+ Add to Library
Matrimonio Forzado/C6 Capítulo 6
+ Add to Library

C6 Capítulo 6

Saravi.

Un trago amargo pasa por mi garganta entre tanto mis manos sudan ligeramente.

Paso a paso llego junto al rey, haciendo una reverencia como todas las damas a mí alrededor; el hombre afirma con su cabeza y se une a mí. Coloco mi palma en su mano y respiro profundamente, entre tanto él con su otro brazo, rodea mi cintura para acercarme más a su cuerpo.

La melodía envuelve todo el lugar y el resto de parejas comienzan su baile. Los pies del rey danzan junto con los míos al compás de la música, y aunque no tengo la mirada fija en él, puedo saber que sus ojos, serios, están atentos a cualquiera de mis movimientos.

Puedo sentir los latidos de su corazón por la cercanía, incluso puedo conocer su olor, uno que no se parece al de nadie más. Escucho su respirar, y en algunos momentos, su barba roza con mi cabello haciendo que haya fricción y por ende reacción en mí.

Necesito apartarme de él, este tipo de cercanía no nos beneficiará en nada. Por otro lado, me tranquiliza saber que en este baile en cualquier momento habrá un cambio de pareja, y por fin estaré fuera de esos brazos, que, si soy sincera, me hacen sentir un poco extraña.

En cuestión de unos minutos, me doy cuenta de que he bailado con tantas personas que mis pies no aguantarán un baile más, así que me excuso con el vizconde que está frente a mí, para tomar un lugar de descanso.

En el momento en que camino pausadamente en dirección a mi mesa, tratando de saludar al que me ofrece una sonrisa, pienso en mi padre.

—Disculpe —le digo acercándome a una dama de servicio—. ¿Por qué mi padre no ha venido a mi mesa?

La mujer me observa por un segundo, pero luego agacha la cabeza.

—Solo la familia real puede sentarse en esta mesa, majestad, si usted desea que alguien venga, debe solicitarlo para que se le permita a la persona.

¡Por Dios!

—Entonces quiero que mi padre venga.

La dama hace una reverencia, y cuando se dispone a ir, titubea y se devuelve hacia mí.

—¿Quiere decir, sus padres? ¿Ambos?

Sé que es una idea terrible, sé que mi corazón está mal ante mis pensamientos, pero una sonrisa se forma de manera traviesa en mi rostro.

—Solo mi padre, por favor.

La dama asiente y luego de otra reverencia, va por su tarea; y mientras que la sonrisa continúa en mi rostro, regreso a la mesa en donde se encuentra la familia real. Umar Sabagh está a unas sillas más de mi lugar, sosteniendo una larga conversación con su hijo mayor, mientras que Zura ríe junto con Hanna y Kader.

Entonces decido por sentarme cerca de estos últimos tres.

—Veo que estás disfrutando —pronuncia Zura animada.

—No sabía que debía solicitar el permiso para que mi familia estuviera cerca de mí.

Mis duras palabras quitan toda la sonrisa que había en la familia, entonces el chico frunce el ceño un poco incómodo.

—Es el protocolo… Pensé que eso ya lo sabía, su alteza —refuta Kader irritado.

Kader es quizás de mí misma edad, o quizás un poco mayor, aún no lo sé, y aunque tiene un cuerpo adulto, su rostro aún denota rasgos joviales. Su manera de expresarse tan déspota, se lo sumo a su padre, por supuesto.

—La reina se acoplará poco a poco, Kader, y nosotros estaremos aquí para apoyarla —Ahora es Hanna quien habla.

Entonces respiro lentamente para decir algo, pero la voz de mi padre me interrumpe.

—Majestad… —dice detrás de mí.

¡Perfecto! Una excusa para salir de aquí por un buen rato.

—Con permiso —les digo a los tres para disponerme a salir con mi padre… Porque necesito respirar de todo esto.

Llegamos a los jardines a los minutos, y cuando siento que estamos solos, me arrojo a los brazos de él.

—¿Estás bien mi niña?

—Papá, por favor, no vuelvas hacerme esa pregunta en toda tu vida.

—Estás agobiada con tanta gente, te vi bastante tensa…

—Estoy… —su rostro turbado me hace retroceder—. Sí, solo estoy un poco tensa… Ya me acostumbraré a este ritmo. Padre, te pido, no dejes de estar cerca de mí, ¡por favor!

Su rostro cambia y suelta el aire comprimido. Estaba preocupado por mi reacción.

—Lo haré… Te lo prometo, mañana tu madre y yo estaremos yendo a la casona, hay varios asuntos que debo seguir haciendo, pero te escribiré y vendré cuando tenga el tiempo, hija.

Asiento un poco triste, pero no digo nada más al respecto, no quiero ser una carga ni preocupación para él. Un abrazo de su parte vuelve a invadirme, y deseo quedarme en sus brazos por mucho rato más… porque algo que quiero evitar con todas mis fuerzas, es la caída del día.

Pero ese momento, llega prontamente…

Los pasos que estoy dando por el pasillo, ahora se vuelven tan pesados que no dudo en soltar un suspiro de mi boca. El vestido ahora es fastidioso en mi cuerpo y las joyas, incluyendo la corona, solo me hacen gritar internamente. Mi cuerpo está erguido, tenso y cansado, entre tanto mis manos frías y empuñadas controlan los nervios que mi existencia emana.

Este definitivamente ha sido un día excesivamente largo, pero el cansancio físico no se compara con la lucha mental que tengo, porque hay un debate simultáneo que taladra mis emociones y sobre todo mi conciencia.

Ha llegado la hora que he querido postergar desde que entré a este palacio, y esta ni siquiera ha sido mi decisión.

Las puertas de lo que ahora en adelante será mi habitación compartida con el rey, se abren ante mis ojos, y aunque no esperaba maravillarme por estas cosas, no puedo evitar impresionarme por lo hermosa y muy amplia que es.

Sin embargo, mi admiración por ella no es suficiente para levantar mi ánimo, porque lo que estuve temiendo durante todo el día, ha llegado golpeándome duramente.

Las damas comienzan a desvestir mi cuerpo quitando todos los accesorios, primeramente, para seguir con el vestido.

Las lágrimas caen por mis mejillas sin poderlas controlar siquiera.

¿Por qué? ¿Por qué debo permitirlo? Entonces una mano cálida limpia mi rostro y observó el rostro de Nadia frente a mí.

Su sonrisa me recarga un poco, pero ella no dice nada, solo me observa expresando miles de cosas, en esta circunstancia ninguna de las dos podríamos emitir ninguna palabra, ninguna que tenga que ver a que en unos minutos estaré preparada para ser tomada por un hombre totalmente desconocido para mí, y que en algún momento él entrara por esa puerta, y tocará mi cuerpo, como si fuera suya.

Esta noche será el momento justo, en el que yo moriré internamente ante mi desdicha…

Mi mirada se centra en un punto fijo de la habitación, mientras me recuesto derrotada en el borde de la amplia cama. Desde hace unos minutos las damas han abandonado el lugar dejándome lista para esta noche. Solo un largo camisón de seda es lo que me acompaña, junto a la presión en mi pecho que no deja de inquietarme.

Necesito calmarme, necesito estar neutra.

«Debes calmarte, Saravi», me digo mentalmente entre tanto mis manos tiemblan.

Mis pensamientos vienen y van, pero lo que más reluce en mi mente ahora, es el reproche que hace mi corazón hacia Mishaal. No tengo el derecho de juzgar su decisión, claro está; pero si él hubiese tomado mis palabras y se olvidara de toda su lucha en contra de la monarquía, y si hubiese decidido por nuestro amor, tal y como lo hice yo, quizás estuviéramos juntos en este momento y muy lejos de aquí.

Quizás el cuerpo que se juntará ahora con el mío, fuese el de él.

Un suspiro es exhalado denotando mi fatiga emocional.

Estoy haciendo todo lo que puedo para no seguir derramando mis lágrimas, estoy neutralizando mi sistema y para prepararlo a no sentir, a hacerme una estatua, colocando un blindaje para no desarmarme ante los hechos.

En estos momentos estoy proyectándome para odiarme a mí misma.

«No hagas gestos de rechazo» recuerdo las palabras de Nadia como si me las estuviera susurrando en este momento.

La puerta de la habitación se abre y yo cierro los ojos mientras mis labios tiemblan deliberadamente, me coloco de pie lentamente sin girar, tal y como las instrucciones dicen que debo hacer. Involuntariamente un susurro de sollozos quiere salir de mi boca, entonces la cierro rápidamente forzándome a pasar un trago doloroso.

Unos dedos se posan en mi rostro en forma de caricia, haciéndome abrir los ojos de golpe por su tacto, dulce, allí es cuando veo al rey frente a frente, y logro estudiar su rostro más de cerca, detallando su mirada, que ahora mismo se hace intensa y en ella percibo algo que no logro explicar.

Su ceño está acentuado, como si fuera doloroso para él tocarme, sus dedos no han dejado mi mejilla y eso me tiene vuelta un manojo de nervios, tanto, que siento como el cuerpo me titila.

De cerca puedo ver el color de sus pestañas, el color de sus ojos, estos bastante oscuros, pero una línea amarilla delinea el iris; sus facciones son rudas, hasta que me detengo en su boca, una boca que está sellada con su silencio.

Recordando el protocolo, con manos temblorosas subo mi mano donde está su rostro, y acaricio su mejilla de forma mecánica, sus ojos se cierran al instante y el aire que exhala golpea mi rostro suavemente inundándome con su aroma, uno bastante diferente, él huele a un perfume maderado con un tono dulce, junto con algo natural que no logró descifrar.

Ladeo mi cabeza eliminando todo el recorrido que le he hecho mentalmente, entonces torpemente con mi otra mano comienzo a bajar el trozo de seda que reposa en mi hombro, pero para mi sorpresa, él detiene mi mano.

—Saravi…

¿Saravi? ¿Está llamándome por mi nombre?

El impacto me ha quitado toda la concentración que logré conseguir momentos atrás, en donde me coloqué como objetivo estar neutral. Los nervios aumentan de una forma voluntaria… ¿Acaso estoy delirando en pensar que pronunció mi nombre como si me conociera de toda la vida? ¿Por qué me siento así?

Sus manos se unen con la mía, quitándola de mi intensión de bajar mi camisón.

—Estás temblando de pies a cabeza, ¿acaso me tienes miedo? —pregunta casi en susurro.

El corazón se me desboca y solo niego tratando de ocultar todas mis emociones, las negativas y… las positivas. Aunque ahora mismo no logro diferenciar cómo ubicarlas en el lugar correcto, ahora mismo me siento distorsionada.

—N-n… No —pronuncié, pero mis labios y mi voz entrecortada, me delatan por completo.

Entonces los dedos de Kalil vuelven a tocar mi barbilla alzándola para obligarme a mirarle a los ojos.

¡Otra vez esa mirada!

—Nada de lo que estás imaginando, va a pasar… —pronuncia lentamente.

¿Qué?

—¿Qué dices?

—No estaremos juntos íntimamente, Saravi, no está noche, ni de esta manera.

No puedo decir nada, estoy totalmente incrédula a lo que estoy escuchando, no sé qué hacer ni cómo expresarme, lo que sí puedo saber es que de forma instantánea el peso que estaba matando mis hombros, se ha ido de repente.

—Es… Es nuestro deber, ¿no? —indico, para luego reprimirme y castigarme ante mis palabras. Sin embargo, esto puede ser una mala jugada para probar a la nueva reina.

—Solo vine aquí porque es necesario que cumpliera el protocolo, porque la gente de este palacio debe saber que esta noche consumamos nuestro matrimonio —sus manos se apartan de mí, para luego caminar por la habitación—. Y porque está será nuestra habitación de ahora en adelante. Pero quiero también dejarte claro una cosa… Yo no obligo a nadie, Saravi, no soy un maldito como tú lo piensas.

Mis ojos se abren reflejando mi impresión, su tono es molesto. Entonces comienzo a sentir un poco de miedo, en la boda también me lanzó algunas indirectas y siento que él sabe algo más sobre mí. Pero, ¿cómo?

«Es el rey, tiene ojos en todas partes», mi parte lógica me advierte.

—No sé de lo que hablas —digo fingiendo inocencia y con estas palabras logro llamar su atención y él vuelve a acercarse a mí.

Una sonrisa irónica se dibuja en su rostro haciéndome temblar por dentro.

Paso el trago.

—Se nota en todo lo que eres y en todo lo que haces, yo te causo… repulsión, parece que me odiaras con todo tu ser. ¿Crees que puedo tomarte de esa manera? ¡No soy así! Estás muy equivocada conmigo, Saravi. Así que dejaremos los puntos claros desde el inicio.

La distancia entre nosotros es mínima, puedo sentir su respiración agitada en mi rostro, puedo sentir su latido desbocado. El rey está molesto.

—Eres la reina de Angkor, este es nuestro destino, debemos llevar a un pueblo que necesita mucho de nuestro trabajo… Juntos. Entonces no importa lo que tú sientas, ni lo que yo sienta. Este es nuestro compromiso, y para mí el más importante, así que no creas que aquí eres la única que dejó cosas y que sacrifica su vida; deja de comportarte como una niña caprichosa y sé responsable de una buena vez.

Una fuerza invisible golpea duramente mi cuerpo, mi alma, mi todo. Este hombre ha sido contundente en sus palabras sin un atisbo de duda en ellas, quiero poder responderle así no tenga argumentos, pero me es imposible poder unir al menos dos vocales. Estoy en estado de conmoción.

—La cama es grande, no tendrás problemas en soportarme —¿Continuará?, me preguntó—. Lo único que te pido es que fuera de estas puertas, logres mantener tu compostura. Me iré a bañar, estoy cansado física como mentalmente, demoraré un tiempo prudente para que puedas dormir sin que me notes.

Y con eso gira sobre sus propios talones y abre una puerta de la habitación que divide el lugar de aseo. Deja el lugar tan vacío que por un momento me palpo para saber si todavía existo, o por si por alguna razón esto es real.

La vergüenza tiñe mis mejillas, por algún motivo siento decepción de mí misma porque no estoy siendo yo, la real Saravi que dice lo que piensa, la que lucha por sus ideales, la que es alegre y sensata a la vez, la que no juzga, la que, a pesar de todo, cree.

Sin dudar me meto entre las sábanas soltando un aliento cansino, y a la vez en secreto, agradecida porque por más de que Kalil Sabagh no es de mi agrado, mostró un gran respeto por mí y mis sentimientos. Una luz tenue es lo que se logra divisar entre mis ojos parpadeando, esperando que con esta decisión que tomó el rey, yo pueda sentirme mejor aquí.

Lanzo un bostezo cerrando mis ojos mientras que el inminente sueño logra dominarme por completo…

Espero que mañana pueda soportar esto con mayor energía, y que mi mente esté mucho más clara.

Report
Share
Comments
|
Setting
Background
Font
18
Nunito
Merriweather
Libre Baskerville
Gentium Book Basic
Roboto
Rubik
Nunito
Page with
1000
Line-Height