Matrimonio Forzado/C7 Capítulo 7
+ Add to Library
Matrimonio Forzado/C7 Capítulo 7
+ Add to Library

C7 Capítulo 7

Saravi.

Mis ojos se abren lentamente, puedo ver que ha amanecido a pesar de que las cortinas de las grandes ventanas están casi cerradas. Me siento lentamente recostándome sobre la almohada mientras mis ojos se posan en el resto de la cama.

Está vacía.

Unos toques en la puerta me anuncian que alguien entrará, así que tomo la sábana para taparme un poco, hasta que Nadia aparece dándome una sonrisa.

—¡Buenos días!

—Buenos días, Nadia —respondo aliviada—. ¿El rey salió?

Mi pregunta la toma por sorpresa, pero se repone y se acerca hacia mi cama sin sentarse.

—Vengo a su petición, me dijo que habían hablado de desayunar juntos y la está esperando.

¡Rayos!, no me dijo nada igual, pero imagino que está simulando frente a todos.

—Ayúdame a arreglarme, Nadia, te iré contando… ¡Espera! ¿Y las demás damas? —pregunto interesada.

—El rey ordenó que solo yo entrara a su habitación —responde con una sonrisa—. Las demás solo la asistirán cuando usted lo pida y se amerite.

No puedo creerlo.

—Saravi, ¡ese hombre es un sueño hecho realidad!, discúlpeme que se lo diga.

Una sonrisa se forma en mi rostro al ver lo boba que se ve enamorada de una persona irreal.

—No seas tonta, Nadia, él no es lo que parece.

Entonces ella frunce su ceño mientras nos adentramos al baño de la habitación sin decir una palabra al respecto.

Unos minutos más tarde, camino junto a Nadia por los pasillos, las damas por supuesto forman un cerco a mi lado como una carabina, solo para llegar al desayuno.

—No puedo creer lo que me cuentas, ¡En serio no lo puedo creer! —expresa Nadia en susurro, después de comentarle parte de la noche anterior.

—Querida… hablaremos después —le digo volteando los ojos porque ahora mismo es un tema que debemos cortar. Nadie debe saber que no dormí con el rey ayer, y mucho menos, que nuestro matrimonio no se consumó.

Llegamos a una pequeña sala en donde se encontraba el rey, pero mi sorpresa fue que otras diez personas lo acompañaban en el instante; todas estas daban información de diferentes áreas, mientras él firmaba documentos y asentía hacia ellos si correspondí su respuesta. Por alguna razón desconocida me desanimé ante la visión, de alguna manera quería entablar dicha conversación en la que no participé ayer, aquella que quedó un poco inconclusa por mi parte.

Tenía la necesidad de pedir disculpas.

—Buenos días… —indico entrando a la sala. Las personas se detienen haciendo una reverencia por mi presencia, pero luego continúan sus tareas.

Nadia se queda atrás junto con las damas y yo llego a su mesa para que un lacayo saque una silla para mí, sin embargo, el rey continúa sin observarme.

La comida comienza a servirse para nosotros dos, entre tanto una conversación se desarrolla con un hombre a su lado que parece preocupado.

—¿No sé si quisiera reunir a los generales, mi señor? —es lo que puedo escuchar, a la vez que aparento estar desconectada de la situación llevando un trozo de pan a mi boca.

—No se preocupe por eso, le avisaré más tarde —contesta Kalil sereno, y el hombre se retira sin más.

Su mirada se levanta y me mira por fin.

—¿Cómo amanece?

¡Ay, Dios mío!, ¡aquí vamos!

—Bien… Gracias, ¿y usted? —me pego un poco más a la mesa para que nadie más pueda escuchar—. ¿Dónde durmió?

—Justo al lado suyo.

—No me di cuenta… —carraspeo y me retiro, pero su mirada me sigue traspasando.

—Quisiera saber si necesita más días de descanso o por el contrario quiere comenzar a tomar responsabilidades aquí en el palacio.

Quisiera hacer algo por supuesto.

—Parece que no soy solo yo, la que tengo conceptos erróneos sobre otras personas, majestad, creo que usted me sepultó en su propia estructura… ¿Quizás ha hablado con mi madre sobre mis cualidades?

Su ceño se frunce levemente y cuando va a gesticular alguna respuesta, un lacayo le interrumpe.

—Perdone su alteza, tiene esta notificación, y me pidieron ser muy discreto.

A pesar de lo bajo que habla puedo entender bien lo que dijo. El hombre le entrega un sobre blanco corto y él lo toma sin abrirlo, entonces el lacayo se retira dejándonos nuevamente a solas.

—Solo hablo por lo que veo, Saravi —dice continuando la charla y guarda el sobre en su chaqueta.

¡Dios…! ¿Por qué pronuncia mi nombre así? Me hace hervir la sangre, y a la misma vez, algo extraño me recorre el cuerpo.

—Bien, entonces respondo por mí, quisiera comenzar ayudando aquí, sé que tengo funciones específicas.

—Perfecto, hoy primero la llevaré por el palacio para que conozca parte de él, y de las personas que trabajarán a su lado y al mío.

Asiento en respuesta y termino mi desayuno, él por supuesto sigue haciendo lo mismo que yo, pero dando órdenes a todos a su alrededor. Realmente no quiero tener mis comidas de esa forma, no con este desorden que se forma a nuestro alrededor; sé que hay muchas cosas para hacer siendo parte de los que dirigen una nación, pero es necesario tener respeto por uno mismo para impartirlo hacia tu gente.

Luego de que terminamos el desayuno, el rey ofrece acompañarme para dar el recorrido por el palacio, y aunque es una locura lo que voy a hacer no dudo en pedir la solicitud.

—Majestad… —digo llamando su atención mientras caminamos un poco apartados del otro—. ¿Debemos siempre tener veinte personas a nuestro alrededor?, y digo veinte por tener un número. Eso de allá era un revuelo impresionante…

Ninguno de los que nos acompañan, como damas y lacayos, guardias de mando, se chispean al oírme.

—Es parte de nuestra seguridad, y por si en algún momento necesitas de algo.

—Lo sé, pero es incómodo. No podré hablar con libertad, ni expresarme como lo requiera —digo dejándome llevar por el momento.

Kalil se detiene al instante mientras frunce su ceño levemente.

—¿Quieres hablar conmigo algo diferente de Angkor?

OK, ¡Que se vaya al caño!, quise agradecer que de alguna forma fuera condescendiente ayer en la noche, quise llevar la situación en paz, pero verdaderamente su actitud altiva, me irrita hasta el punto de no controlarme.

—Olvídelo y haga cuenta que no dije nada —digo sin ocultar mi molestia.

Un pesado suspiro es liberado por su boca, mientras que coloca dos de sus dedos cerca de sus ojos, un gesto que lo hace atractivo de alguna manera remota.

—Retírense, cualquier cosa les haré saber —ordena a su alrededor y en un pestañear todos se retiran ante su orden, dejándonos completamente solos—. ¿Está mejor?

Por supuesto.

—No sé usted, pero me gustaría tener al menos un desayuno en paz…

—Hay muchas cosas que ameritan mi atención —me interrumpe, y mi sangre se calienta más.

—¡¿Por qué me interrumpe siempre, Kalil?!

¡Oh por Dios! ¿Qué he hecho? Llamarlo por su nombre ha hecho que el hombre tome una postura diferente, sus ojos están impresionados, puedo jurar que ahora respira más rápido mientras que trata de pasar un trago forzoso.

—Lo siento… No debí tomarme esa atribución, solo quería…

—Saravi… —me corta de nuevo—. Puede… puede llamarme así, no tengo problema, es mi nombre… Solo me tomó desprevenido.

Asiento en respuesta prometiéndome rotundamente no volver a cometer el mismo error, no quiero amistarme con él, no pretendo tener ningún tipo de relación, no aspiro siquiera sentirme culpable cuando esta monarquía caiga.

—Lo que quería decir es que, quisiera al menos que nuestras comidas fueran eso… Comidas, es importante que establezca ciertos parámetros. Respetar su cuerpo, su descanso y saber en qué momento hacer cada cosa. Por supuesto es solo mi consejo.

—Trataré… Ahora déjeme mostrarle el palacio —yo puedo notar una mediana sonrisa en su rostro, y no puedo evitar lo atractivo que se ve este hombre, ni cómo sus maneras y sus gestos, hacen que todo se deslumbre a su alrededor.

Me obligo a parpadear varias veces, mientras mi saliva se vuelve espesa.

«¡Ya basta, Saravi!, él es tu enemigo. Lo es…»

Después de que él da la vuelta y me indica el camino de una forma muy paciente, el recorrido comienza. Conocí gente y muchos nombres, algunos condes y duques que estaban presentes en el desayuno volví a divisarlos, despachos dentro del palacio, áreas de reunión, jardines, áreas sociales, áreas comunes… En fin, tendría que tratar de repasarlos todos los días, porque era mala para memorizar. Por lo visto todos y cada uno de ellos tenían una gran adoración por el rey, —para variar—, todos le sonreían, todos se alegraba al verlo, y él aparentemente, les correspondía en todo con amabilidad e interés; en sonrisas y en afecto, y eso realmente me sorprendió.

Era como ver a cientos de Hannas y Nadias babeando por él por todo el palacio.

Y no pude evitar reprimir mi risa ahogada en mi propia boca al darme cuenta de esta imaginación mía.

Luego de tener una confusión mental hacia el pensamiento que tiene el resto de las personas por Kalil, me detengo de golpe y mis ojos se abren ante una maravilla…

Una biblioteca.

Enorme, amplia y con mucha luz. Esto era el paraíso para mí. Había cientos de libros, por filas y muy bien acomodados, todos relucientes, incluso podía reconocer las obras por tomos y todos ubicados por orden de letras.

No pude ocultar mi alegría, ni cómo me sentía en este mar de libros, solo llevé mis manos al rostro no pudiendo creer esta belleza.

—¿Le gusta leer? —pregunta Kalil con una sonrisa en sus labios.

—Sí… —respondo en un susurro.

—Entonces tendré que cerrar la biblioteca.

¿Qué?

Giro bruscamente hacia él sin ninguna expresión aparente. Sus manos se alzan en señal de rendición y asoma otra sonrisa devastadora.

Él debe detenerse en esos gestos, ¡Por Dios Santo, que debe hacerlo!

—Es solo una broma, solo no quiero que se pierda en este mundo y deje a su pueblo.

Un suspiro de alivio es soltado por mi sistema y vuelvo a mantener la compostura, entonces quiero corresponder a su broma, por alguna razón ahora mismo me siento en la comodidad de hacerlo, tampoco quiero parecer una tonta a su lado, pero en el momento de mi intensión, una voz ruda nos interrumpe.

—Alteza…

Esa voz…

La mirada de Kalil no se quita de mí en ningún momento, y no me queda otra opción que girar en dirección del hombre que ha entrado en la biblioteca mientras mi quijada se me cae a los pies.

—Saravi… —el tono del rey cambia, es muy diferente al Kalil de hace unos segundos, ahora es como si el ambiente hubiese cambiado—. Él es Borja, mi mano derecha…

El rostro de Borja me observa implacable, como si nada pasará aquí, como si yo no me diera cuenta de quién es él, y de que también es la mano derecha de Mishaal, que él también es del movimiento Ayatolá. Solo que ahora hay una diferencia… Su uniforme. ¿Cómo es que está aquí? ¿Cómo puede ser que este hombre trabaje para los dos?

Unas náuseas enormes revuelcan mi estómago, palideciendo en seguida, los labios se me secan y siento que la respiración me falta. ¿Cómo puedo confiar? Y la pregunta más importante… ¿De qué lado está realmente Borja?

—Un placer… Alteza —lo escuché haciendo una reverencia, para luego llegar hasta mí tomando mi mano y la besándola sutilmente.

—El general Borja es mi mano derecha, pronto conocerás también a Basim, ellos son las personas más leales aquí. Puedes confiar en ellos ciegamente.

Asiento en silencio ante las palabras de Kalil sin quitar la mirada en el hombre, a quien le llamaría: Traicionero. Lo que no sé en sí, es, de que parte está conspirando.

—¿Necesitabas algo, Borja? —pregunta nuevamente Kalil ante el silencio largo que se ha impregnado en el lugar.

—Sí, mi señor, Basim y los demás generales le esperamos para la reunión que tenemos pautada.

—Muy bien, iré en unos minutos, puedes retirarte.

Borja hace una reverencia y sale de la biblioteca dejando un silencio incómodo entre nosotros. Por mi parte no quiero entablar ninguna conversación con el rey, de hecho, ahora mismo quisiera buscar la forma de escribir una carta a Mishaal para informarle lo que ocurrió hoy, estoy bastante ansiosa por lo que tiene por decir sobre esto.

Cuando levanto mi cabeza, me he doy cuenta de que he avanzado varios pasos en la biblioteca rozando con mis dedos los libros que allí reposan, entonces me vuelvo a Kalil. Él está de pie leyendo la carta que anteriormente le entregaron de forma cautelosa. Su rostro se torna algo incómodo y sus mejillas tienen un color ruborizado, es imposible que no me llame la atención su postura en tensión, y sin poder negarlo, comienza a interesarme el contenido de dicho mensaje en esa carta.

De un momento a otro, él nota mi mirada y carraspea dirigiéndose a un escritorio, abre un libro e introduce la hoja dentro, para luego colocar el libro dentro de una gaveta. Por mi parte trato de hacerme la tonta y demostrar que estoy concentrada en un ejemplar que tomé.

—La llevaré de vuelta, yo debo ir a reunirme con los generales —anuncia por fin.

—Me gustaría quedarme aquí —digo con calma—. No sé si pudiera decirle a alguien que me informe de los temas en que yo participaré directamente…

—Enviaré a alguien ahora mismo para que le organice una agenda —responde esperando mi respuesta.

Yo no le observo, mi mirada sigue en el libro.

—Está bien… Muchas gracias.

Entonces el silencio me anuncia que se ha ido, y yo suelto el aire reprimido, abriendo y cerrando mis palmas para amortiguar los nervios que pasé hace unos minutos. Mi mente se debate entre dos opciones: escribirle una carta a Mishaal contándole lo de Borja, o en leer lo que le incomodó tanto al rey.

Al final me decido por esto último.

Doy unos pasos y me asomo al pasillo para cerciorarme de que no haya nadie. Me voy al escritorio, me siento en el sillón y abro la gaveta. Saco el libro cuidadosamente y comienzo a pasar las páginas buscando dicha hoja. Y allí estaba.

Una caligrafía perfecta, y un particular olor a perfume de mujer llama mi atención, mis ojos se abren impactados al leer la última parte donde resalta una firma:

Alina Menen

¿Dónde escuché ese nombre?

¡Por supuesto!, Mishaal mencionó su nombre, ella era supuestamente quien podía tomar mi puesto. Mi madre también me dijo que era hija de duques.

Sin reparar en mis pensamientos comencé a leer las líneas siguientes:

“He estado bien… En lo que cabe. Mis padres me han apoyado mucho en este tiempo de transición, y agradezco que te hayas dignado a escribirme para preguntar. Sin embargo, cada día padezco, cada día mi corazón muere sabiendo que tú estás con otra persona, entendiendo que tus besos y tu cuerpo son tocados por ella. A veces creo desesperar, a veces quiero olvidarme de que tú eres el rey y hacer una locura. Quisiera tener la esperanza de que en algún momento me elegirás a mí, a pesar de tu devoción por salvar tu pueblo, pero eso no pasara, ¿verdad?

Espero que pronto pueda verte, para mí es muy necesario, sé que mi consuelo es saber que tú no amas a la persona que está a tu lado, sé que mi consuelo es saber que tu corazón es mío.

Quien te ama. Alina Menen.”

Report
Share
Comments
|
Setting
Background
Font
18
Nunito
Merriweather
Libre Baskerville
Gentium Book Basic
Roboto
Rubik
Nunito
Page with
1000
Line-Height