+ Add to Library
+ Add to Library

C1 Prólogo

"¿Qué diablos haces aquí, Desmond?" pregunté con firmeza. Sin embargo, el pánico me invadió al ver que cerraba la puerta con llave. "¿Cómo has conseguido entrar en mi apartamento?". Mi voz temblaba, traicionada por los nervios. Estaba segura de haber cerrado con llave.

¿Cómo diablos había conseguido abrir?

Desmond esbozó una sonrisa. No era sincera ni genuina, sino una que me helaba la sangre.

"He venido a buscarte a ti y a nuestro... pequeño Sander, serafín", pronunció con su voz ronca y oscura, avanzando hacia mí con paso decidido.

Contuve la respiración, intentando no mostrar reacción alguna cuando me llamó con ese apodo tan íntimo, mientras mi corazón se desplomaba al darse cuenta de que conocía el nombre de nuestro hijo. Me burlé con una sonrisa amarga. "¿De qué diablos hablas?" pregunté, simulando desconocimiento.

No había manera de que supiera que teníamos un hijo. Había ocultado a Sander para evitar que se encontrara con su padre. Hice todo lo posible para impedirlo.

Su sonrisa se transformó en una mueca sarcástica, deteniéndose a pocos metros de mí. "Ah, ¿así que esto es otro de tus jueguitos, como los que solías hacerme, Seraphina?" Inclinó ligeramente la cabeza y luego dio otro paso hacia adelante.

Cada movimiento suyo me ponía en alerta. El poder que desprendía como alfa me hacía estremecer, aunque en el pasado yo había sido la luna de la manada que Desmond lideraba.

"¡Detente, Desmond! ¡No te acerques!" Exclamé, cerrando las manos con fuerza mientras retrocedía un poco. Buscaba desesperadamente otra salida para escapar del apartamento. Sabía que podía saltar por la ventana; solo necesitaba abrirla.

Debía huir y llevarme a Sander, que estaba temporalmente con Niscia. Desmond no podía ver a nuestro hijo. No debían encontrarse.

¡No debían conocerse bajo ninguna circunstancia!

Si llegaba a suceder, Desmond haría cualquier cosa en su poder como Marqués de Blackmont para arrebatarme a mi hijo. Conocía el alcance de su poder y por eso me aterraba enfrentarme a él.

"Regresa conmigo, Seraphina", dijo extendiendo su mano, aunque ya estaba demasiado cerca. Su expresión se suavizó, haciendo que mi corazón se acelerara. "Vuelve y empecemos de nuevo... con nuestro hijo".

Aprieto los dientes. ¿Empezar de nuevo? ¿Para qué? ¿Para que me traicionara otra vez, a pesar de saber que soy su compañera? ¡Ni hablar!

"¡Ni lo sueñes!" Le di la espalda y corrí hacia la ventana.

La abrí de golpe y justo cuando iba a saltar, sentí un brazo fuerte que se cerraba alrededor de mi cintura. En un parpadeo, me encontré de espaldas contra la pared, al lado de la ventana por la que intentaba huir.

Solté un siseo de dolor por el golpe en la espalda, antes de lanzarle una mirada asesina a ese canalla que sonreía con suficiencia. Fue entonces cuando me di cuenta de que me había inmovilizado las manos contra la pared, y con su cuerpo impedía cualquier movimiento de mi cintura.

"¡Desmond! ¡Suéltame de una vez!" Exclamé, forcejeando para liberarme de su agarre.

"¿De verdad pensaste que permitiría que mi Luna se escapara de nuevo?" Preguntó él, con una sonrisa burlona mientras acercaba su rostro al mío.

Fue en ese instante, al percibir su aroma, que supe que Desmond era mi compañero. Desprendía un embriagador olor a cítricos, naranja y cedro, que tanto a mi lobo como a mí nos tenía completamente hechizados.

Desmond era consciente de que su fragancia masculina era mi perdición.

Esa sonrisa inocente que lucía ahora me irritaba. Él sabía perfectamente lo que estaba haciendo.

Maldito hombre...

Maldito por saberlo.

Un escalofrío me recorrió cuando su nariz rozó mi piel. "Así es... aún adoras mi aroma, serafín", susurró con voz ronca en mi oído. "Y yo sigo enamorado de tu fragancia floral, ese aroma a iris blanco y peonías recién cortadas".

"Suéltame", dije con énfasis, haciendo caso omiso de sus palabras que en ese momento me estaban enloqueciendo.

Desmond levantó la vista hacia mí, esbozando una sonrisa astuta.

"Ni lo sueñes", replicó con malicia. "Esta vez no dejaré que me superes en astucia, Seraphina. Ya te escapaste una vez, pero no habrá una segunda. Te lo juro por la Diosa de la Luna, que jamás te dejaré ir, aunque me supliques y llores un río".

Bufé. "¡Como si fuera a suplicarte!" Gruñí.

Mis ojos se abrieron de par en par al sentir cómo sus labios rozaban mi oreja de nuevo antes de detenerse. "No te preocupes, mi querida Luna. Solo hay una manera de hacerte suplicar".

Mi corazón se paralizó ante sus palabras. Susurraba con una promesa tan oscura que ya sabía exactamente a qué se refería.

Bufé de nuevo. "Sigue soñando, desgraciado..." Mi pecho se agitaba mientras él depositaba besos ardientes en la curva de mi cuello, deteniéndose justo donde me había marcado, despertando en mí un deseo incontrolable.

Querida Diosa de la Luna... ¿Por qué me está gustando esto?

"Exacto, desearás volver a mi cama, rogándome que te posea hasta que pierdas la capacidad de caminar", murmuró, y yo me estremecí, silbando entre dientes ante su amenaza velada. "Eso te lo prometo, Seraphina Beryl-Verlice, mi Luna y Marquesa de Blackmont."

Report
Share
Comments
|
Setting
Background
Font
18
Nunito
Merriweather
Libre Baskerville
Gentium Book Basic
Roboto
Rubik
Nunito
Page with
1000
Line-Height