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C5 5

Lo observo sentado con su guitarra en la banqueta que hay sobre el escenario y no puedo dejar de pensar en lo que me dijo en el camino. Creía que era un hombre sin corazón y que por eso era así con las mujeres, pero no... todo lo contrario, es más sensible de lo que creía y es uno más de esos que son víctimas de alguien que lo deja con un corazón roto.

Pido un trago al bar tender quien me mira más de la cuenta y me siento en la banqueta para escucharlo cantar. Observo la cantidad de mujeres que hay cerca del escenario y no puedo parar de reírme al darme cuenta de lo embobadas que están con él, solo les falta lanzarle ropa interior y ya… No hay duda; su catálogo de mujeres se alimenta de este bar y de sus "fans".

—Buenas noches a todos. — dice con ese acento al que aún me estoy acostumbrando e intentando imitar por momentos. —Esta noche es especial porque finalmente una gran amiga ha podido venir a verme. En este corto tiempo de conocernos, se convirtio en una de esas personas en las que puedes confiar y que siempre están ahí cuando las necesitas. Rocío, esta noche voy a cantar una canción de unos de tus paisanos y que mejor que dedicártela a ti, ¿no? — dice sorprendiéndome por completo y a pesar de la distancia hace contacto visual conmigo.

«No lo puedo creer...» Comienza a tocar la guitarra y creo que lo contagie algo de mis gustos musicales… reconozco la canción enseguida; "Tu dolor" de Luciano Pereyra.

No hace falta más que escucharlo cantar las primeras estrofas para saber que es realmente bueno... «¿Ha esto llama aspirante a músico? Yo creo que debería grabar un disco ya mismo.» Si lo había escuchado tararear canciones, pero esto es diferente…

Termina la canción y los aplausos invaden el bar incluyendo los míos, estoy totalmente sorprendida. Sigue tocando canciones de otros cantantes como Alejandro Sanz, Pablo López, Pablo Alborán, Manuel Carrasco... y es realmente talentoso…

—Hola. ¿Así que tú eres la famosa Rocío? — pregunta una voz masculina y al darme vuelta, me encuentro con un hombre casi rubio y de ojos verdes, quien debo admitir es muy, pero muy guapo…

—Hola, ¿Nos conocemos? — pregunto mirándolo un poco confundida.

—Él es Santiago. — interrumpe y volteo para encontrarme con Bruno quien está caminando hacia mí.

—Ah...un gusto. — le respondo a Santiago y me pongo de pie para saludarlo. Miro a Bruno y le sonrió —¡Gracias por la dedicatoria! — agradezco con entusiasmo y sin poder evitarlo lo abrazo fuertemente.

—Solo dije la verdad, eres una amiga increíble. — me dice y la mirada de Santiago sigue sobre mi sin tregua.

—No te habías equivocado eh. — dice mirando a Bruno y no sé de qué habla.

—¿Perdón? —

—Que le gustas. — explica Bruno sin anestesia y yo lo miro con mis ojos abiertos de par en par.

—Tío, no le digas las cosas así que se va a asustar. — le pide entre risas.

—¿Sabes que Ro?— me dice llevando su brazo por encima de mis hombros.

—Que no me llamo Ro.— le repito.

—Bueno, Rocío. — se corrige. —sé que te dije que este tío seguramente se fijaría en ti y que quizás harían buena pareja, pero olvídalo... es peor que yo y tú no estás para soportar a tíos como nosotros. — me advierte.

—Macho, no me ayudes tanto eh. — le dice de manera sarcástica y yo solo los miro.

—Yo mejor me pido otro trago mientras que ustedes dos discuten como dos chicas. — bromeo y me doy vuelta para reencontrarme con el bar tender que prácticamente se está muriendo de risa por el espectáculo que están dando estos dos.

—Y yo que te iba a invitar al cine... pero veo que con estos dos detrás de ti será imposible. — bromea el bar tender.

—¿Estos dos? No... él es mi vecino y amigo, y el otro ni idea, lo acabo de conocer. —le aclaro.

—Aha... vecino... esta hasta las trancas por ti, pero vale si quieres te invito al cine de todas formas. — me dice sorprendiéndome y a pesar de las palabras que utiliza, entendí a la perfección todo lo que me quiso decir.

«Realmente no tiene idea de lo que está hablando.»

—¿Y tú te llamas? — pregunto ignorando su comentario.

—Miguel. — Dice y estira su brazo para que le de la mano.

—Un gusto. —

—Rocío.— interrumpe, y si... todos saben mi nombre ya. —¿Entonces, cuando vamos al cine? — cuestiona dándome el trago.

—Eh... no sé...—

—Si me das tu número, arreglamos. — propone sonriente y me pasa una servilleta con una lapicera.

Dudo un poco, pero le escribo mi número, le doy una tímida sonrisa y me volteo para regresar con Bruno y Santiago.

—Veo que no pierdes tiempo. — bromea Bruno.

—Lo estoy aprendiendo de ti. — me defiendo entre risas y seguimos conversando de su presentación a pesar de que no le agrado mi comentario.

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