Mis Dos Chicos/C3 3. Dragón y mariposa
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C3 3. Dragón y mariposa

Abrí lentamente los ojos. El dolor de cabeza no me dejó dormir más.

Estamos acostumbradas a dormir juntas, así que yo estaba al medio de Anne y Kat, lo que me hizo un poco complicado salir de la cama, pero lo logré.

Habíamos llegado a las 4 de la mañana a la casa de Anne, sus padres están de viaje y su hermano en la casa de su primo, así que no hay nadie má.

Estuvimos toda la noche con Russ y sus amigos, eran bastante agradable todos. Antes de subirnos al uber, Russ me pidió mi número para que algún día saliéramos en grupo. Obviamente se lo di.

Tomé mi celular del mueble y salí de la habitación para ir a la cocina a prepararle el desayuno a estas borrachas.

Mira quien habla, Zoë

Hice unos waffles en pocos minutos porque la mezcla ya venía preparada y herví el agua para hacernos un café. Sé perfectamente cómo le gusta a cada una.

Ay, soy la mejor amiga del mundo

Las chicas bajaron con cara de zombie, estoy segura de que así estoy yo también.

—Hice waffles y café.

—Que rico, estoy muriendo de hambre —Anne se sentó a mi lado y tomó rápidamente un waffle.

—¿Qué pasó entre tú y ese chico guapo ayer? —Kat le preguntó a Anne.

—¿De qué me perdí? —alcé la ceja.

—Bueno, mientras tú estabas besándote con ese chico, Roberto y yo salimos al patio trasero a conversar más tranquilos —Anne me contestó.

—Ya, entonces sólo conversaron —reí.

—Si! —chilló al darse cuenta de que no le creíamos.

—Bueno, bueno. Tranquila —tomé un sorbo de café—. ¿Qué haremos hoy?

—¿De verdad quieres hacer algo? Yo quedé muerta con la fiesta de ayer —Anne bufó.

—Es sábado, ¿cómo no vamos a hacer algo? Además podemos ir a algún lugar tranquilo, ir de compras, a comer o a la playa —me encogí de hombros.

—Lo de la playa me gustó, estoy muy blanca así que necesito con urgencia broncearme —Kat dijo.

—¿Tienes algún bikini para mí? —le pregunté a Anne.

Kat y Anne tienen el cuerpo similar, solo yo soy la que no tiene casi nada de pechos y unas caderas enormes.

—Cuando terminemos de desayunar te muestro los que tengo, creo que hay uno que si te quedará.

Ya estábamos acá, en la playa.

Eran aproximadamente las tres de la tarde, estábamos tomando el sol hace veinte minutos y la verdad ya era mucho para mí.

Tenía el bikini desabrochado para que no me quedaran los tirantes marcados, así que me lo abroché y me senté en la toalla.

—Voy a ir al agua —me saqué los lentes de sol, me paré y comencé a caminar.

Al llegar al mar, acerqué mi pié izquierdo al gua y lo alejé rápidamente.

Estaba muy pero muy helada.

—¿Está muy fría? —escuché una voz ronca a mi lado derecho.

Miré hacia donde provenía esa voz y quedé impresionada con el nivel de belleza que tenía frente a mi lado.

Un chico extremadamente alto, con grandes brazos, un torso precioso, ojos cafés y una sonrisa perfecta estaba esperando que le contestara su pregunta. Y yo estaba acá, sin poder decir ni una palabra.

—¿Sí? —alzó sus cejas.

—Oh sí, fría muy fría —respondí como boba.

—Me llamo Dragon.

—¿Dragón? —pregunté confundida. No pensé que alguien se llamaría así.

—Dragon —me corrigió riendo.

—Perdón, es que nunca había conocido a alguien con ese nombre, yo soy Zoë, un gusto —tomé un mechón de mi pelo y comencé a jugar con él.

De verdad que su presencia me intimidaba. No porque me diera miedo, sino porque era muy guapo

—¿Nos metemos? —me tendió la mano mientras seguía sonriendo.

Su mano es tres veces más grande que la mía

Puse mi mano sobre la suya y comenzamos a caminar hacia el agua.

Me estoy congelando, pero aguantaré sólo para estar cerca de este bombón

El agua ya me llegaba hasta el cuello, mientras que a Dragon le llegaba a las caderas.

¿Yo soy muy baja o definitivamente él es muy alto?

De verdad parece un dragón, a su lado parezco una débil e inofensiva mariposa.

—¿Estás en la Universidad? —le pregunté mientras daba pequeños saltitos para aguantar el agua fría y que esta no me sobrepasara.

—No, voy en mi último año escolar, ¿y tú? —contestó.

—Oh, yo también.

—Ahh, pero tú te ves más bebé —dijo burlón.

—Pero no lo soy—le di un golpe en su hombro.

—Yo creo que sí, lo eres —se acercó a mí y apretó mis mejillas.

—¿Cuántos años tienes tú? —le pregunté.

—Tengo 18.

—Es solo un año de diferencia, tonto.

—¿Tienes novio? —preguntó mientras se mojaba los brazos y el torso.

—No, ¿y tú? ¿Tienes novio? —alcé la ceja. Me miró con los ojos entrecerrados.

—Me encantan las chicas, querida —se acercó lentamente a mí.

—¿Ah sí? Mierda, yo quería tener un amigo homosexual —hice un puchero. Miró mi boca y se lamió el labio inferior.

—Que lástima que seas menor de edad, te podría demostrar lo mucho que me gustan las mujeres.

Reí fuerte y le tiré agua en el rostro.

—¡Eres un chico sucio e indecente! —negué divertida.

—¿Crees que nos volvamos a encontrar? —preguntó de un momento a otro.

—Quién sabe —me encogí de hombros.

—Bueno, espero que sí.

Estuvimos unos minutos más dentro del agua y después nos salimos. Nos despedimos y cada uno se fue donde sus amigos.

Yo también espero que sí

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