Mis Dos Chicos/C8 8. Interrupción
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C8 8. Interrupción

Miércoles

Apagué la alarma y maldecí. Se viene un nuevo día.

Me levanté lentamente y bostecé. Caminé hacia el baño y me di una ducha rápida, me cepillé los dientes y me puse mis cremas en todo el cuerpo.

Estaba con ropa interior y una toalla enrollada en mi cabeza frente a mi armario.

¿Qué me pongo hoy?

La puerta fue abierta rápido, haciéndome gritar del susto.

—¿Qué hay para el desayuno? —Ondreaz se tiró a la cama y miró con las cejas alzadas esperando a que le contestara.

—¿QUÉ MIERDA HACES EN MI CASA, MALDITO IDIOTA? ¡ANDATE PERVERTIDO QUE ME ESTOY VISTIENDO! —grité mientras tomaba algo para taparme el cuerpo.

—Tranquila, no tienes nada que no haya visto antes.

Suspiré profundamente, cerré los ojos tratando de tranquilizarme y después los volví a abrir.

—Ondreaz, ¿qué haces acá? —pregunté "tranquila".

—No sé si te diste cuenta, pero cuando te fuiste a dormir tampoco cerraste la ventana, así que esperé unos minutos para que te durmieras y después entré. Dormí en la habitación de al lado —dijo tranquilo haciendo un movimiento con su mano derecha para restarle importancia al asunto.

Zoë, ¿cómo no cierras la ventana?

Maldije por lo bajo. Soy muy tonta.

—Entonces dormiste acá... —murmuré asintiendo lentamente mientras pensaba en matarlo—. ¡¿AHORA PUEDES SACARTU HORRIBLE TRASERO DE MI HABITACIÓN PARA PODER VESTIRME?! —volví a gritar.

—BUENO YA, TE ESPERO ABAJO PARA QUE HAGAS EL DESAYUNO —me imitó riéndose. Antes de salir de la habitación le di una patada en el trasero.

¿Qué se cree este?

Moví mi cabeza de un lado a otro intentando concentrarme en lo que estaba haciendo. No me hice mucho problema eligiendo la ropa, me puse una falda de mezclilla y un body rosa palo.

Me quiero maquillar, pero no quiero dejar solo a Ondreaz, así que tomé mi cosmetiquera, mis tacones y bajé al comedor.

—Si quieres comer pues hazte el desayuno, yo ni en tus mejores sueños te lo haré… y te apuras, porque me tengo que ir a la escuela.

Me senté en el sofá y comencé a maquillarme. Me puse una sombra blanca con destellos plateados en el párpado, me hice mi delineado de gato y me puse pegamento de pestañas en la esquina interna y externa para después ponerme mis típicas piedritas brillantes.

—¿Quieres hot cakes? —Ondreaz me trajo un platito con hot cakes y nutella.

Lo miré con la ceja alzada y sonreí.

Admito que me agrada este chico

—Gracias, que rico —comencé a comer de inmediato.

Se sentó a mi lado y me miró expectante.

—¿Qué pasa? —fruncí el ceño.

—¿Y si no vas al colegio hoy? —subió y bajó las cejas.

-—Oye, me caes bien pero no creas que porque no he llamado a la policía para que te saquen de mi casa somos amigos.

—¿Por qué eres taaaaaan desagradable? —gruñó y se arregló el arete colgante de calavera que tenía en su oreja derecha. Me encogí de hombros—. ¿Piensas que te quiero coquetear o algo así? Porque si es así, te dejo claro que no. No te estoy coqueteando.

—No, no pienso eso —fruncí el ceño. Tomé mi celular y terminé de comerme los hot cakes rápido—. Me tengo que ir —me puse los tacones y me paré para tomar mi bolso.

—Significa que yo también, entiendo —se aclaró la garganta.

Me mordí el labio inferior mirándolo intrigante.

—¿Dónde vives? —le pregunté.

-—En todas partes. Un día vivo acá, otro día allá, y así sucesivamente —intentó sonreír, pero su gesto era forzado.

—No entiendo...

—A los dieciocho años salí del hogar de niños, conocí a personas buenas y malas, he vivido en muchas partes. No pienses que soy un vagabundo, tengo dinero pero claramente no suficiente como para comprarme un auto, una casa o algo así —parecía incómodo hablando de aquello.

Volví a sentarme a su lado y me quité el bolso del hombro.

—¿Y por qué te persiguen?

—Se me perdió una bolsa con droga que tenía que venderle a un hombre y mi "jefe" quiere que le pague lo que costaba esa cantidad de cocaína —hizo crujir los huesos de sus manos, parecía nervioso.

—¿Cuánto dinero es? —suspiré.

—Creo que 80 dólares.

Lo quedé mirando fijamente, fruncí mis labios y tomé mi bolso para sacar mi billetera.

—Toma —le dejé el dinero en las piernas.

—¿Qué? No, no es necesario. Gracias.

—Sí, si es necesario. ¿Para qué vas a seguir escondiéndote? Mejor pagarle ahora y salir de ese problema —me encogí de hombros.

Tomó mis manos entre las suyas y les dio un beso a estas.

—Muchas gracias, cuando pueda te pagaré —sonaba sincero.

—No es necesario —negué y sonreí—. ¿Pero sabes lo que si es necesario? Que dejes de hacer eso y busques un trabajo en alguna tienda o no sé, lo que sea.

—Si lo he intentado, pero nunca nadie ha querido darme un trabajo digno.

Alejé mis manos de las suya sonriendo nerviosa.

—Pero sigue intentándolo, te aseguro que pronto encontrarás trabajo. Soy una bruja, sé todo lo que va a pasar —susurré lo último con gracia y le guiñé el ojo. Miré mi celular y noté que las clases ya habían comenzado—. ¿Te gustaría que viéramos una película? Tengo palomitas y dulces —le dije subiendo y bajando las cejas como él lo había hecho anteriormente.

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