Mis Dos Chicos/C9 9. Borrachita
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C9 9. Borrachita

—Entonces, te contrataron para conquistar a un chico y después dejarlo en ridículo —Ondreaz se acomodó a mi lado.

Después de ver Fracturado, subimos a mi habitación y pusimos música en la televisión.

—Exactamente, aunque la verdad no he avanzado mucho en eso. Sólo he hablado una vez con él, cuando boté "sin querer" mi bolso para que me lo recogiera —reí.

—Que cliché, Zoë.

Tomó el control y puso la canción Dare de Gorillaz.

—¿No te da miedo estar con un desconocido? —dirigí mi mirada hacia él.

—¿Te digo algo? La verdad no, aunque te conozco hace unas horas, he de admitir que me causas bastante confianza —puse mi mano abajo de la almohada y lo miré.

—¿De verdad? Me impresiona, muchos me dicen que físicamente parezco un delincuente —copió mi acción.

—Bueno, eso fue lo que pensé cuando te vi, pero claramente fue porque entraste a mi casa sin mi consentimiento.

—Tienes razón, lo siento —sonrió nervioso.

—El hecho de que no te insinúes ni que me coquetees hace que me des más confianza aún. Se nota que no tienes otra intención y por eso estoy tranquila con que estés acostado a mi lado —mi voz sonaba delicada y mis ojos estaban empezando a cerrarse. Tengo sueño.

—No niego que eres hermosa, pero yo no soy de esos que solo piensa en sexo cuando está cerca de una chica. No me gusta hacer comentarios que sé que pueden poner incómodas a las mujeres. Obviamente si soy bueno para hacer bromas y cosas así, pero nada más que eso.

—Agradezco que seas así. Que bueno que tenía la ventana abierta, no me arrepiento de haberte conocido —murmuré antes de quedarme profundamente dormida.

Jueves

Es mi momento, ya estamos en la hora de almuerzo y a lo lejos puedo ver como Javier se fue del comedor solo.

—Voy donde... bueno, ustedes saben —le dije a las chicas antes de pararme de la mesa.

Arreglé mi falda y caminé con paso decidido hacia él.

—¡Javier! —grité.

Giró su cuerpo hacia mí y me miró sorprendido. Caminé lento y provocativamente hacia él.

—Hola, ayer no te vi —se acercó hacia mí y besó mi mejilla.

—¿Entonces me buscaste? —crucé mis brazos y la mirada de Javier fue directamente hacia mis pechos.

Cerdo

—Si —asintió embobado aún con la mirada ahí.

—¿Qué miras? —pregunté.

—El color de tu polera, está lindo —mintió rápidamente.

—Si quieres te la regalo para que te acuerdes de mí siempre —puse mi dedo índice en su pecho y me acerqué levemente a él.

—¿Sí? ¿Y te la puedes quitar ahora? —puso su mano en mi cadera.

Espero que nadie me vea cerca de él, que asco

—Es que no quiero que me vean en brasier —hice un puchero-. Bueno, tú me puedes ver, te doy permiso.

Su agarre en mi cadera se hizo más fuerte. Se acercó a mí y me susurró al oído.

—Te espero en el cuarto de aseo. También te daré un regalo.

Y se fue, así sin más. Se fue a su cuarto de aseo.

Caminé hacia el comedor donde estaban la mayor parte de los estudiantes, saqué toda la personalidad que tengo y grité fuerte.

—ALGUIEN TIENE UNA SORPRESA PARA USTEDES EN EL CUARTO DE ASEO.

Todos comenzaron a murmurar mientras me miraban con curiosidad. Se pararon de sus asientos todos, y cuando digo todos, es TODOS.

—¿Qué estás haciendo? Pareces una loca —Anne susurró al llegar hacia mí junto a Kat.

—¡Vayan! ¡Vayan! —les di un golpe en el trasero para que caminaran.

Al llegar, estaban todos afuera del cuarto. Me acerqué a la puerta y le di unos golpecitos.

—Estoy acá, Javi —dije a través de la puerta con una voz dulce.

Al abrir la puerta, el cuerpo de Javier desnudo hizo que la risa de todos estallara. Se tapó su cosa rápidamente y cerró la puerta con ferocidad.

La ex de Javier estaba sonriendo maliciosa, me llamó y me llevó lejos de la multitud mientras todos reían y se burlaban de Javier, quien seguía dentro del cuarto.

—Perfecto, aquí tienes —me dio un sobre, lo abrí y me impresioné al ver la cantidad de billetes que habían. Asentí y me fui de allí.

Creo que me siento un poco mal por él, no lo puedo evitar.

Llegué a mi casa y me saqué de inmediato los tacones. Me estaban matando.

—¿Cómo te fue? —Ondreaz estaba sentado en el sofá. Me senté a su lado y apoyé mi cabeza en su hombro.

Sabía que iba a estar en casa y me alegro por eso. Necesito compañía.

—Hoy dejé en ridículo a Javier, y la verdad no sé si me siento bien por lo que hice —suspiré.

—Zoë, no te preocupes por eso. Si no te sentiste bien será primera y última vez que harás algo así, punto —subió su mano a mi cabeza y jugó con mi cabello.

No puedo creer que nos estemos comportando como amigos de toda la vida cuando solo nos conocemos hace unas horas.

—Está bien, nunca más —puse mi pierna derecha sobre la suya y me acomodé.

—Si quieres te puedes quedar acá hasta que mis padres lleguen de Nueva York. Me gusta tu compañía —le dije y vi cómo se le marcaron unos hoyuelos en las mejillas al sonreír.

—Muchas gracias, pelinegra.

Me senté bien en el sofá y lo miré maliciosa.

—¿Me acompañas a comprar unas cosas? Tú y yo haremos una fiesta mañana.

Volví a ponerme mis tacones, porque aunque tenga un dolor horrible en los pies no puedo salir sin ellos, lo siento. Soy demasiado baja, además que mis outfits no se ven bien con zapatillas.

—Necesitamos vasos plásticos y mucho alcohol —dije al entrar al supermercado.

—Yo voy a buscar los vasos, por mientras tú ve por el alcohol —dijo mi nuevo amigo.

Fui al pasillo de los licores y miré detenidamente cada botella. La verdad no sé qué comprar.

Mandé un mensaje al grupo que tengo con las chicas diciéndoles que haría una fiesta el viernes para saber qué les gustaría tomar. Mientras esperaba la respuesta de mis amigas, tomé un vodka de frutos rojos. Eso sí que me gusta.

—No pensé que eras una borrachita —dijo una voz realmente familiar y sexy.

Dragon estaba a mi lado con una polera negra que hacía que se le marcaran los bíceps y un pantalón azul que lo hacía ver malditamente sexy.

—Y no lo soy —reí nerviosa.

Se acercó a mí y me dio un beso húmedo en la mejilla, lo que logró hacer que mis mejillas comenzaran a ponerse rojas. Lo sentía.

—¿Estás sola?

Iba a contestar cuando Ondreaz llegó a mi lado con una máscara de gorila.

—¿Y si hacemos una fiesta de disfraces? —hizo unos sonidos extraños mientras se pegaba en el pecho supuestamente como un gorila.

—Anda a buscar... ¡más vasos! —me reí y lo empujé para que se fuera—. Es mi amigo —le contesté a Dragon cuando Ondreaz ya se había ido.

—Pensé que era tu novio —rió y mordió el interior de su mejilla.

—¡No! Te dije que no tengo novio —negué con vehemencia—. Te tengo una invitación, ¿te gustaría ir a mi casa mañana en la noche? —alzó su ceja y sonrió coqueto—. Digo, haré una fiesta mañana en mi casa ¿te gustaría ir? —formulé mejor la pregunta esta vez.

—¿Te gustaría que fuera?

—Por algo te estoy invitando, ¿no crees? —me crucé de brazos.

—Entonces dame tu dirección, yo con gusto voy.

—Mejor te doy mi número, así te envío mi dirección por ahí.

Buena excusa, Zoë. Se notó que estabas desesperada porque él tuviera tu número.

Sacó su celular, lo desbloqueó y me lo pasó.

—La más linda —dije mientras guardaba con ese apodo mi contacto.

—Estoy de acuerdo con eso —me guiñó el ojo.

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