C218 Muerto. Hinchado. Atrapado
Leilani
Cinco.
Cuatro.
Tres.
Dos.
Uno.
Volví a abrir los ojos contra el agua y ya no pude ver la cabeza de Tina asomando por el borde de la piscina. Cayó rendida. Con la energía renovada del oxígeno que había conservado dentro de mi pecho, empecé a desenrollar apresuradamente las gruesas cuerdas que rodeaban mis manos. Era difícil, porque no podía ver con claridad