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C1 Traición punzante

"¡Recuerda siempre lo orgullosa que estoy de ti, mi niña! Y tengo la certeza en mi corazón, aunque sea oscuro y cruel, de que hoy vas a lograr cosas maravillosas".

Roxanne soltó una carcajada. Oír a su mejor amiga darle ánimos para el día siempre le sacaba una sonrisa.

"¡Lo sé, cariño! ¡Parece tan irreal! ¡Emily!"

"Es tan real como puede ser". La voz al otro lado del teléfono rebosaba emoción.

"¿Ya le mandaste mensaje a Jonah?"

La pregunta de Emily ensombreció el ánimo de Roxanne. Jonah era su prometido y el gran amor de su vida.

Sin embargo, esa mañana le había mandado un mensaje que decía: "¡Estoy súper emocionada por hoy, amor! ¡Deséame suerte!" Y lo cerraba con un corazón rojo y un emoji lanzando un beso. Pero ahí estaba, en la parte inferior de la pantalla, sin respuesta, igual que los otros siete mensajes que había enviado la mañana y noche anteriores.

Roxanne suspiró profundamente y esbozó una sonrisa. Tenía que sonar tan entusiasmada como fuera posible para convencer a Emily.

"Sí, ya lo hice. Todavía no me ha respondido. Seguro está atareado con el trabajo, me llamará más tarde".

Emily no se dejó engañar.

"¿Cuándo fue la última vez que ustedes dos..."

"¿Sabes qué, Em? Mejor me voy ya. Estoy llegando tarde". La interrumpió Roxanne.

Roxanne estaba emocionada por su promoción de hoy, no necesitaba recordatorios de lo tensa que había estado su relación con Jonah el último mes. Él acababa de abrir su propio despacho de arquitectura y necesitaba más tiempo para él. No iba a permitir que eso la afectara.

Entonces, le envió un beso de despedida a Emily, colocó su teléfono en el tocador y se dio una última mirada en el espejo. Con su traje blanco y tacones negros de bloque, entendía por qué a Emily le gustaba compararla con una modelo de pasarela europea. Tal vez no era tan alta, pero sí delgada y estilizada.

Roxanne deslizó sus manos por su vientre plano, respirando profundamente. Sus ojos violetas se elevaron para encontrarse con el reflejo de su propio rostro.

Había hecho un esfuerzo extra con el maquillaje esa mañana. Sus cejas le provocaban dudas, pero después de más de una hora perfeccionándolas, no estaba dispuesta a borrarlas tan fácilmente.

Su cabello castaño estaba recogido en un moño ajustado y elegante en la parte superior de su cabeza.

Roxanne cerró los ojos y sonrió.

Hoy iba a lucir sus cejas y su nuevo traje de Armani, adquirido con el ahorro de seis meses y reservado para esta ocasión tan especial, y se proponía conquistar el mundo de LexCorp, la empresa donde trabajaba.

Al menos, conquistaría el mundo de las ventas.

Con ese pensamiento, Roxanne se llenó de entusiasmo para enfrentar el día. Tomó su bolso, deslizó el teléfono dentro y salió de la habitación cerrando la puerta tras de sí. Bajó rápidamente los escalones y atravesó el pequeño despacho que conducía al salón.

Al entrar en el salón, Roxanne escuchó un golpeteo en la puerta. Su ceja derecha se alzó, interrogante. No estaba esperando ningún paquete y tampoco visitas en su casa ese lunes por la mañana. ¿Quién podría ser entonces?

Solo yendo a la puerta lo descubriría.

Roxanne se dirigió apresuradamente hacia la entrada; ya iba con retraso y quienquiera que fuera tendría que ser breve en sus asuntos.

Giró la manija y entreabrió la puerta con cautela. Antes de permitir que hablara, necesitaba ver quién era.

A través del pequeño espacio que había hecho, sus ojos inquisitivos se encontraron con los de Jonás. Estaba a punto de sonreír cuando notó a su hermana gemela, Rayla, a su lado. Se sostenían de las manos con fuerza, pero las soltaron en cuanto la vieron.

Desconcertada, Roxanne frunció el ceño antes de abrir completamente la puerta. Se plantó en el umbral, dejando que su mirada perspicaz se moviera de uno a otro.

Allí estaba Jonah Rivers, su novio de trece años y prometido, silencioso y atractivo en su pantalón de mezclilla negro y camisa vintage verde. Roxanne conocía sus ojos marrones de toda la vida, pero ahora reflejaban algo desconocido para ella, una mezcla inquietante de culpa y desinterés.

Por su parte, Rayla Harvey, su hermana gemela y directora de Vogue Nueva York, se erguía en un ajustado vestido azul con mangas abullonadas. Su cabello rubio claro caía sobre sus hombros y, con sus tacones de Prada, casi igualaba la altura de Jonás.

Rayla siempre había sido la más segura, hermosa e inteligente de las dos. Sin embargo, en ese momento, no podía dejar de temblar y sus ojos vagaban por el rostro de Roxanne sin fijarse en el suyo.

Evitaba su mirada, algo totalmente atípico en Rayla Harvey, quien nunca esquivaba los ojos de nadie.

De pie allí, Roxanne no podía ignorar la voz de la razón que resonaba en su cabeza.

¿Qué hacían Jonás y Rayla en su puerta, JUNTOS, de manos entrelazadas? ¿Y por qué ninguno rompía el silencio?

Finalmente, Roxanne decidió romper el hielo.

"Jonás."

Lanzó una mirada sesgada a su hermana gemela. "Rayla." Su nombre salió con un tono claramente menos efusivo que el de Jonás. No obstante, fue Rayla quien tomó la palabra.

"Roxanne, necesitamos hablar contigo."

Un escalofrío recorrió a Roxanne. ¿"Necesitamos"?

¿Había dicho "necesitamos"? ¿Qué asunto tan importante podrían tener Jonás y Rayla en común que necesitasen hablar con ella?

Y esa ni siquiera era la cuestión más urgente. ¿¡Por qué estaban juntos?!

Sin embargo, Roxanne no formuló ninguna de estas preguntas; en cambio, se cruzó de brazos y fijó su atención en Rayla.

"Por supuesto, adelante".

Rayla echó una mirada a Jonah, quien le devolvió la mirada por un instante. Roxanne los observaba, confundida. ¿Qué era todo ese teatro?

"¿Podemos pasar?" preguntó Rayla de nuevo, esta vez dirigiéndose a Roxanne.

Roxanne se mostró incrédula. El tiempo volaba y tenía que estar en el trabajo en quince minutos. Sin embargo, no haría daño dejarlos entrar y escuchar qué diablos tenían que contarle, ¿no?

Tras responderse a sí misma, se hizo a un lado y los invitó a entrar.

Avanzaron juntos hacia el interior. Roxanne, con su mirada perspicaz, no dejó pasar el detalle.

No podía evitar percibir una tensión extraña entre ellos. Jonah ni siquiera había intentado darle un abrazo o un beso desde que llegó, ni siquiera después de haber ignorado la mayoría de sus mensajes. En cambio, se pegaba a Rayla constantemente, como si temiera alejarse de ella aunque fuera por un segundo.

Sospechoso, eso era precisamente lo que Roxanne pensaba.

"Solo tengo quince minutos antes de irme al trabajo, así que estoy realmente intrigada por lo que tenéis que decirme." Mientras hablaba, lanzó a Jonah una mirada de piedra que decía "esto lo discutiremos después" antes de volver a centrar su atención en Rayla.

La cara de su hermana todavía mostraba una culpa forzada, como si se estuviera obligando a sentirse culpable por algo. Y Roxanne solo podía intentar adivinar de qué se trataba.

"Iremos directo al asunto". Finalmente intervino Jonah, y Roxanne aún intentaba descifrar la expresión en su rostro. Lo observó en silencio, sintiendo cómo su corazón empezaba a latir aceleradamente.

Por la mirada en su rostro, Roxanne intuyó que lo que venían a decir no era nada bueno.

"Espero que sea importante". Dijo ella, frunciendo el ceño.

Rayla retomó la palabra. Se acercó a Roxanne y colocó una mano sobre el hombro derecho de su hermana, llevando la otra al pecho con un gesto grandilocuente y dramático, tan propio de Rayla.

Roxanne la miró fijamente, expectante.

"Antes de que digamos nada, quiero que sepas que lo sentimos mucho, Roxanne. No queríamos que nada de esto sucediera y de verdad no teníamos intención de hacerte daño. Yo..." Roxanne pudo ver cómo se formaban lágrimas artificiales en los ojos de Rayla.

Echó un vistazo por encima del hombro de su hermana y captó la mirada de Jonah, quien seguía con aquel semblante serio.

Confundida, dio un par de pasos hacia atrás, distanciándose un poco más de Rayla. Sus ojos violetas iban y venían entre los dos.

Roxanne no podía evitar sentir que esa escena que se desplegaba ante ella era demasiado familiar. La había visto en incontables películas y reality shows como para no darse cuenta de que Jonah y Rayla estaban...

"Nos vamos a casar", soltó Jonah de golpe.

El tiempo se congeló para Roxanne. Jonás la había catapultado a un abismo de confusión. Ahí estaba, frente a ellos, desconcertada y sin hallar palabras, solo lograba sonreír de manera absurda.

Se rehusaba a aceptar que Jonás insinuara lo que ella temía. Por eso, se rió.

"¡Por supuesto que sí! Quiero decir, nuestra boda es en un mes, así que..."

"No habla de ti, Roxanne", interrumpió Rayla. Roxanne, perpleja, observó cómo Rayla retrocedía hasta donde Jonás estaba y entrelazaba su mano derecha con la izquierda de él.

Rayla la miró fijamente y declaró:

"Se refiere a nosotros".

De inmediato, Roxanne rompió en carcajadas histéricas. Inclinó la cabeza hacia atrás y se presionó el estómago con la mano izquierda.

Rió con fuerza, intentando convencerse de que todo era una broma pesada.

Las lágrimas brotaban de sus ojos cuando cesó la risa y los miró.

"No pueden estar hablando en serio, no pueden..."

"Estoy embarazada, Roxanne. Llevo el hijo de Jonás".

La mirada de Roxanne se fijó en el punto donde las manos de Jonás y Rayla se unían. Los ojos de Jonás se posaban sobre Rayla con una ternura que no le había mostrado a ella en meses.

Verlos así, de pie, manos entrelazadas, hablando de su traición con tal descaro y sin un ápice de arrepentimiento, fue como recibir una bofetada en ambas mejillas.

Un torrente de angustia la embargó, levantándola del suelo y estrellándola contra la pared. Con sus miradas, le perforaron el pecho. Roxanne sintió como si le arrancaran el corazón y lo pisotearan bajo los pies de Jonás. El dolor era desgarrador y paralizante.

Rayla siempre había tenido lo mejor: cuerpo, chicos, ropa, belleza. ¡Cielos! Hasta en las admisiones universitarias. Todo lo que Roxanne anhelaba, Rayla lo recibía en bandeja de plata.

Y ahora, lo único que era de Roxanne, Rayla lo había usurpado con sus garras, arrebatándoselo sin más.

Buscó llorar, pero las lágrimas no vinieron. Intentó gritar, pero su voz se había esfumado. Quería huir de ellos, pero sus piernas no respondían.

Solo podía mirarlos, incrédula y dolida.

"Quiero hacerme cargo de mi hijo, Roxanne. Soy un hombre de honor, no puedo..." Jonás fue interrumpido por la risa amarga e histérica de Roxanne.

Ella bufó: "¿Honorable? ¿Te consideras honorable? ¿Qué es esto, una obra shakespeariana de honor entre ladrones?".

Rayla rodó los ojos antes de replicar.

"Escucha, Roxanne, no es lo que parece..."

"¿Desde cuándo está pasando esto?" La ira incendiaba los ojos de Roxanne con llamas rojas y voraces mientras los fulminaba con la mirada.

"Seis meses".

Roxanne sintió un escalofrío de ira, su rostro se palideció por completo.

De repente, todo cobraba sentido. Seis meses con Jonah siempre ocupado, seis meses cancelando casi todos sus planes; ahora comprendía la razón.

"Seis meses", repitió Roxanne, su voz temblaba de furia.

"Lo siento tanto, Roxy, queríamos que mamá y papá te lo contaran, pero..."

Su cabeza se giró bruscamente mientras las lágrimas empezaban a brotar en sus ojos.

"¿Mamá y papá estaban al tanto?"

Rayla asintió, sus ojos azules destilaban una culpa teatral y lágrimas de cocodrilo. Roxanne deseaba agarrarla del cabello y estrellar su rostro perfecto contra la pared.

Pero no lo hizo, en su lugar, negó con la cabeza y comenzó a retroceder paso a paso.

Rayla trató de extender su mano hacia ella, pero Roxanne se alejó con rapidez, permitiendo que las lágrimas corrieran a su antojo.

"¡Mienten! ¡Ambos son unos mentirosos!" exclamó Roxanne, tirando de las mangas de su traje con desesperación.

Jonah no hizo ademán de consolarla, no pronunció su nombre, solo se quedó ahí parado, con las manos en los bolsillos. No había amor en su mirada, tampoco remordimiento.

Solo indiferencia e irritación se reflejaban en sus ojos.

¿Acaso no le importaba? ¿Ya no la amaba?

"No."

Susurró, antes de dar media vuelta y correr fuera de la casa, con la visión empañada por las lágrimas.

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