Prisionera en tus brazos/C5 Sueños húmedos
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C5 Sueños húmedos

"Ella me lo pidió, llevaba tiempo queriendo atraparte y al final lo logró. Te vio en una fiesta y quedó totalmente prendada de ti".

Bruno alcanzó a ver a Nicole acercándose. Sondra se aferró a él y lo besó. Bajo otras circunstancias, no lo habría permitido, consciente de que eso molestaría a Nicole. Sin embargo, no pudo evitar sentir cierto placer al ver la expresión en su rostro al sorprenderlos juntos. Cuando Nicole se alejó, Bruno rechazó a Sondra con un empujón.

"No vuelvas a hacer eso sin mi permiso", le advirtió, antes de alejarse y dejarla sola en el pasillo.

Al llegar a la mesa, Nicole no estaba. Su padre le informó que se encontraba en la terraza. Fue hacia allá y, al llegar, la osadía de esa pareja lo dejó atónito. Maximilian tenía su brazo alrededor de la cintura de Nicole y con la otra mano le sostenía la barbilla. Bruno se acercó al sujeto y le propinó un golpe en la espalda. Era consciente de que no debería haber armado tal escena, pero su ira era incontenible. No iba a permitir que se mofaran de él de esa forma.

Tras una acalorada discusión, tomó el brazo de su esposa con rudeza, porque, quisiera o no, Nicole era su esposa ante los ojos de todos.

"¿Con qué derecho abrazas a mi mujer de esa manera?"

"¿Ahora te importa? Seguro que hiciste algo para que ella reaccionara así".

"Lo que suceda entre nosotros no es de tu incumbencia".

La atrajo hacia sí y Nicole tropezó. Max no pudo soportar esa imagen y le asestó un contundente puñetazo a Bruno en la cara. Bruno respondió y se desató una pelea. Los gritos atrajeron a los padres de Nicole, que intervinieron para separarlos. Bruno, convencido de que no tenía que dar explicaciones a nadie, tomó a Nicole en sus brazos y se alejó del lugar.

Nicole contempló la idea de aclarar las cosas, pero al final, consideró que era inútil. Al sorprenderlos besándose, optó por retirarse a la terraza. No quería que sus padres percibieran su turbación. No era solo que él estuviera con otra mujer o que pareciera indiferente a ser visto. Lo que realmente la hería era que, de entre miles de mujeres, tuviera que ser precisamente con ella.

Maximiliano la siguió y, sin poder contenerse, se lanzó a sus brazos buscando consuelo. Necesitaba sentir que alguien le importaba. Max la abrazó y le acarició la barbilla con ternura.

"¿Qué te ocurre, mi pequeña libélula?" Así la había llamado desde que era una niña.

En ese instante, Bruno, cegado por la ira, le propinó un golpe en la espalda.

Ya en el coche, Bruno no tardó en recriminarle con gritos.

"Lo único que te pedí fue compostura y aún así logras avergonzarme".

"No he hecho nada indebido. Max es como un hermano para mí. Pero, ¿con qué derecho me reprochas, cuando tu conducta dista mucho de ser ejemplar?".

"No tengo por qué darte explicaciones. Las cosas quedaron claras desde el principio. No ocupas ningún lugar en mi vida".

Al llegar a la mansión, Nicole se dirigió a su habitación a toda prisa. Estaba exhausta de tanto drama. Era hora de que Sondra la escuchara.

A la mañana siguiente, mientras Bruno se alistaba para la oficina, Emma, la madre de Nicole, llegó para llevarla a desayunar al club. Habían acordado el encuentro durante la fiesta, y Nicole sabía que Bruno no se atrevería a rechazar la invitación, dado su afán por mantener las apariencias. Sondra ya las esperaba en el coche. Nicole se sentía aliviada, pues en el club tendría la oportunidad de exigirle a Sondra algunas explicaciones.

Una vez en el club, Emma se dispersó entre saludos a conocidos, dejando que Nicole y Sondra se acomodaran en una mesa.

"Es hora de que me expliques tus intenciones. Bruno es mi esposo, para bien o para mal, y no tenías ningún derecho a besarlo".

"Él fue quien me besó, querida hermanita. Deberías reconocer que soy mucho más atractiva y mejor que tú. Si se casó contigo, fue por descarte".

"Más temprano que tarde, les demostraré a nuestros padres la clase de persona que eres, Sondra".

"¿Nuestros padres? Te refieres a tu padre y a mi madre, que no es lo mismo, cariño".

"No entiendo tu empeño en herirme. Sabes perfectamente que estás mintiendo".

En ese instante, su madre volvió, ajena a la tensión que había entre ellos.

Tomaron un desayuno frugal y después se dirigieron a los vestuarios para alistarse. Se encaminaron a las canchas de tenis para disputar algunos partidos. Nicole se sintió aliviada en ese instante; la distancia de Bruno era un respiro. Al regresar a los vestuarios, el hijo de uno de los socios comerciales de Noah se les acercó. Nicole lo reconoció, pues lo había visto en varios eventos de la empresa. Estaba acompañado de una joven rubia desconocida para ella. Nicole notó que la chica la observaba con intensidad, lo que le causó un escalofrío.

"Hola, Nicole. No sé si me recuerdas, soy Leandro, el hijo del socio de tu padre".

"Hola, por supuesto que te recuerdo".

"Te presento a una amiga, se llama Shelsy".

"Encantada de conocerte, Nicole. Tengo entendido que eres la esposa de Bruno".

"Efectivamente, soy su esposa".

"Ya lo sé, querida. De hecho, todo Nueva York está al tanto, y también de las circunstancias de tu matrimonio".

Nicole detectó una sonrisa maliciosa en los labios de Shelsy. Era evidente que era una serpiente venenosa. Nicole se despidió con celeridad, dejando a Sondra conversando con la pareja. No tenía dudas de que Shelsy y su hermana harían buenas migas. Eran como dos gotas de agua.

Al llegar a casa, Bruno la esperaba.

"A partir de mañana, comerás conmigo. Estoy harto de comer solo. Eres mi esposa y es tu obligación cocinar para mí. Desde hoy, dormirás en mi habitación. He ordenado que trasladen tus cosas allí, aunque tendrás que ordenarlas tú misma. Las criadas están para servirme a mí, no a ti".

Nicole subió al cuarto de Bruno y encontró sus pertenencias desparramadas por todo el vestidor. Era obvio que la empleada de limpieza le tenía manía. Se puso manos a la obra para ordenar sus cosas. Observó que la ropa de Bruno estaba meticulosamente organizada por colores y que el baño relucía de limpio. No cabía duda de que él era un obseso del orden y la limpieza.

La noche se instaló y, aunque se resistía a compartir la cama con él, no le quedaba otra alternativa. Bruno emergió del baño envuelto únicamente en una toalla alrededor de su cintura. Nicole intentó desviar la mirada, pero la visión era magnética. Se le escapó una ojeada fugaz a los músculos esculpidos de su abdomen. Bruno lo notó y esbozó una sonrisa maliciosa.

"¿Te gusta lo que ves?"

Nicole, sin poder articular palabra, se sonrojó visiblemente, lo que desató la risa de Bruno. Ella, apresurada, se refugió en el baño.

Después de una ducha helada, se puso su pijama favorito, de franela rosa con estampados de ositos. Salió del baño y se acostó en la cama, dándole la espalda. Él ya dormía plácidamente.

Al amanecer, Nicole despertó bajo el peso de Bruno, que seguía durmiendo con un brazo y una pierna sobre ella, su rostro descansando en su pecho. Intentó moverse con sutileza, pero Bruno abrió los ojos y la miró intensamente.

La sujetó por la cintura y ella se preguntó qué haría a continuación. Él la besó con ternura y pasión. Nicole no podía negar que sus besos la cautivaban. Él comenzó a acariciar su cuerpo y, aunque ella trató de resistirse, no encontró la fuerza para hacerlo.

Lentamente, él comenzó a desvestirla y ella colaboró desvistiéndolo a él. Pensó que su cuerpo era una sinfonía de músculo puro, una estampa de más de metro noventa de pura musculatura. La besó en los pechos con ansia y luego descendió hacia su abdomen. Nicole tembló ante la anticipación de lo que estaba por suceder.

Se sentía increíblemente mojada y excitada, y pegó un brinco al darse cuenta de que, en realidad, estaba empapada.

Abrió los ojos y allí estaba Bruno, sosteniendo un vaso de agua, despertándola de la forma más cruel en el peor momento posible.

"¿Pero qué te pasa? ¿Por qué hiciste eso?", exclamó indignada.

"Me levanto temprano todos los días, y tus gemidos no me dejaban pegar ojo. Creí que estabas teniendo una pesadilla y quise ser amable, ayudándote a salir de ella", replicó Bruno con desparpajo.

Nicole se sonrojó hasta las orejas, aliviada de que él no tuviera ni idea del contenido de su sueño. Seguro que se reiría de ella; era un tipo insufrible que parecía disfrutar haciéndole la vida imposible.

"Me voy a duchar. Espero que cuando salga, tengas mi desayuno listo. Y que conste, soy alérgico a las fresas", anunció Bruno.

"Fantástico, ahora me toca hacer de cocinera. ¿Qué más se le ocurrirá pedir?" se lamentó Nicole en sus pensamientos.

"¿Has murmurado algo?" Bruno gritó desde el baño.

"No, nada en absoluto", contestó ella.

Se vistió con unos shorts y una camiseta sin mangas, buscando algo de comodidad. Descendió a la cocina y se topó con la chica rubia de la limpieza, que se preparaba un café. La chica la escudriñó de arriba abajo y se marchó con una sonrisita burlona.

"¿Me podrías indicar dónde se guardan las cosas en esta cocina, por favor?" preguntó Nicole.

La chica la evaluó de nuevo con la mirada y sin una palabra, se alejó.

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