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C2 Cap 1

Lot, guitarrista de la banda de rock experimental llamada: The ocupants, se entretenía en cada ensayo, amaba la Les Paul que su madre le regaló, no cualquier guitarra, era una de $1500, especial, y de mucha calidad. Aunque no vivía con su madre, el regalo llegó en febrero, al cumplir veinticinco años, tenía muchas guitarras, no necesitaba otra, sin embargo, su madre lo complacía en todo, tanto así que, le dio fondos para grabar una canción en un estudio. Una noche la banda fue invitada a tocar en el recinto de la Instituto Francés. Anteriormente, The ocupants, habían tocado reiteradas veces, y ensayaban hasta el hartazgo. Lot apenas se dedicaba a trabajar en un centro de llamadas, era un empleo desgastante, aun así, podía dar lugar al entretenimiento.

Colline, una francesa apasionada por la cultura de Horizon, además de la historia, vino al país con la intención de divertirse. Su amiga, Paulette, le encontró un cuarto Villa Tiscapa, una zona universitaria, y cercana a la Instituto Francés. Desde entonces, por consejos de su amiga, fue al recinto de idiomas para solicitar trabajo. Sus estudios eran sorprendentes: Licenciatura en Historia, Maestría en Derechos Humanos. Sabía hablar español en ochenta por ciento, hablaba fluido porque en la secundaria recibió clases de español, además estuvo un tiempo en Colombia y Guatemala, para por fin decidirse por Horizon.

Un fin de semana, la Instituto Francés tenía como programa un concierto de rock, invitaron a la banda de Lot: The ocupants. Mientras los demás bajaban del auto, con sus instrumentos musicales, a la cinco de la tarde, Lot se preguntó si Isidoro, lo llamaría, porque habían acordado una conversación por celular para reunirse en una sesión espiritual en adoración a Tenebrarum. Aquella idea retorcida invadió la mente de Lot, tanto así, que seguía de pie en el estacionamiento frente al recinto de la Instituto Francés. Tomó su caja donde guardaba la Les Paul, se vio inmiscuido en pensamientos e incógnitas sobre la existencia de aquella divinidad oscura.

Se había prometido dejar de fumar cada vez que tenía un pensamiento que le hacía volar la cabeza, y resistió tanto que le dijo a Camile, el bajista de la banda, que si lo acompañaba a comprar una cerveza, algo mejor que un cigarro. Lot, como era de esperar, era un joven que se interesaba por lo oscuro, al igual que la letra de sus canciones, una composición absurda y existencialista, donde solo pronunciaba ciertas palabras sin ninguna forma de composición, más que los aullidos y la palabra.

Cada quien empezó a llevar sus instrumentos, le ayudaron a Rogelio con la pedalera, los platos, y los tambores de la batería. Mientras Lot se acercó con su caja de la guitarra en una mano, y en la otra un tambor, a la entrada principal del recinto, vio a una muchacha, a la cual ya había visto en otra ocasión, y Lot, observó que esta joven, tenía un encanto, pero mientras caminaba absorto en aquella idea, se tropezó con Colline. Y, mientras luchaba para mantenerse en equilibrio, los demás veían aquella escena irrisoria. El muchacho estaba más preocupado por su guitarra que por la joven con la que acababa de tropezar.

—Ten más cuidado, por poco y me caigo por tu culpa, estabas distraído, quien sabe qué pensabas, pero no importa, supongo que eres alguno de la banda, si necesitas algo me avisas, son profesora y asistente de gestión cultural. Pídeme lo que sea, aquí ustedes son las estrellas de rock —dijo Colline mientras observaba el comportamiento de aquel ser extraño que parecía estar a punto de convertirse en un insecto por todo lo que decía la francesa y el espectáculo de verse en el suelo, pero algo que solo sucedía en su mente.

—Me gustaría una cerveza, tengo que relajarme, ¿son gratis para nosotros? —preguntó Lot, mientras sostenía una mirada despistada y tomaba los instrumentos con fuerza.

—Claro que sí, como te dije, ustedes son las estrellas, aunque sí que hay un límite, pero después de tocar, pueden tomar lo que ustedes quieran hasta la nueve de la noche que cierra el bar —dijo la francesa.

—Esto… esto no me pasa seguido, estaba distraído con un pensamiento absurdo…

—Pues… a mí también, pienso en este país, me gustan sus playas, aunque el calor es insoportable, pero resisto, esto es un paraíso, he comido de todo, pero bueno, supongo que tienes prisa con las ganas de tomar cerveza, ven conmigo, acompáñame —dijo la francesa.

—¿Qué te está pasando? ¿Son los mismos pensamientos de siempre? —dijo Camile. No pienses tanto, ve a tomar una cerveza y disfruta la noche. Además en un rato ensayamos, tenemos que hacer pruebas de sonido, y a la seis iniciamos.

—No hay problema, estoy bien, buscaré una cerveza, solo eso —dijo Lot.

Siguió a la francesa que vestía como una secretaria, pero sus ojos serenos le cambiaron el ánimo estupefacto de tantas locuras que pensaba, y caminó hasta la barra, aún era de tarde, y el sol se mostraba con toda su furia. De inmediato, Colline le dio una pulsera rosada a Lot.

—Con esto te identificas ante la barra para que te den la comida y las cervezas. Te doy cuatro más para tus compañeros —dijo Colline. Hola, Ramiro, por favor una cerveza para este joven.

—Mucho gusto, Ramiro, quiero una cerveza, bien helada, para este calor insoportable, por favor —dijo Lot extendiéndole el puño a manera de saludo.

—Igual, hermano, espero escucharlos tocar hoy, va a estar alegre —dijo Ramiro.

—Por cierto, ya que has estado despistado, me llamo Colline ¿y tú?

—Disculpáme, un placer, LotLot, guitarrista y vocalista de la banda.

—Contigo hablé la vez pasada, ¿verdad?

—Es cierto, hablamos sobre la velada de hoy, pero es que no imaginé que eras extranjera, tu acento es muy fluido y perfecto.

—Gracias, es que, estudié en un colegio donde pasé cinco años aprendiendo el idioma, luego fui a Madrid, Colombia y visité unos pocos días Guatemala…

—Has viajado bastante, supongo conoces muchas personas, y cultura…

—Sí, muchas personas, comida y bebida, bastante intercambio cultural.

—Aquí está hermano, bien helada… —dijo Ramiro.

—Te tengo una misión, entrégale estas pulseras a tus compañeros, deben estar sedientos, porque hoy hace mucho calor, diles que pueden presentarse con Ramiro y pedir bebidas o comida.

Lot se engulló la cerveza, aquella bebida le ayudó con el calor, y en cuatro tragos se tomó la cerveza.

—Bueno, aquí te entrego las pulseras, tengo que retirarme, un placer… —dijo la francesa mientras extendía su mano.

Otra vez, Lot pensó en llamada de Isidoro, ese pensamiento que hasta la provocaba incertidumbre en sus cejas, lo conmovió tanto que no escuchó a Colline.

—Hola, mundo llamando a Lot, despierta, ¿hola? ¿Lot? ¿Estás bien?

Lot recuperó la consciencia, y se vio en una realidad diferente, como si sus pensamientos fueran un universo paralelo, pero estaba en la Instituto Francés, frente a Colline, que le hablaba cortésmente, de inmediato cambió su estado de ánimo.

—Disculpáme es que estoy un poco agotado, tengo que ir a entregarle las pulseras a los muchachos ¿y vos? —dijo Lot

—Pues yo voy a seguir con el trabajo de asistente cultural, tengo que ir a notificarle a mi jefa sobre ustedes —dijo la francesa.

—Perfecto, me retiro.

Colline pensó que Lotera bastante extraño, además de no recordar la llamada de hacer tres días, también se comportaba raro, era como un hombre adulto aturdido por el trabajo, sin embargo, un artista a la vez, entregado a la música, y a la composición absurda de letras sórdidas y arpegios alucinantes.

—Si quieres algo, me avisas, ya tienes mi número

—¿Tu numero?

—Sí, número de teléfono, 87935621, cualquier cosa estoy al tanto.

La francesa se fue, y Lot se quedó con aquella sensación que parecía partirle los hemisferios del cerebro en fragmentos. Fue hasta que probó la guitarra con el sonidista que estableció los patrones que le recomendó el psiquiatra para volver a la realidad en caso de una disociación temporal: respirar. Respiró varias veces y exhaló. Hasta volver a la maldita realidad. Pronto su celular sonó.

—¿Lot?

—Sí, él habla, dígame —dijo Lot

—Soy Isidoro, te comunico pronto se harán los preparativos para tu iniciación, ya sabes dónde encontrarnos, estamos alegres que un artista como vos, se una a la propagación de Tenebrarum, nuestro dios amado de la oscuridad.

—Hola don Isidoro, perfecto, usted me avisa cuándo sería la reunión…

—Como todos los domingos, en Altamira, siempre vigilá que nadie te siga, y si ves que alguien lo hace, desviáte del camino.

—Perfecto, no se preocupe, yo llego.

—Está bien, un saludo y éxitos con el concierto de hoy.

¿Era real aquella llamada? ¿Era real que Isidoro el líder de Tenebrarum lo llamaba? Lot se bajó el escenario y fue por otra cerveza. Su mente revoloteaba ideas sórdidas. Quería concentrarse en el concierto de la noche, distinguió entre varias mujeres a Colline, tomó un trago de la cerveza que el bartender le sirvió, dejó de mirar, y pensó que lo mejor era enfocarse en la loca aventura que tenía con la música, pero algo le decía en su interior que Colline podía ser más que una conocida, y una amiga, tal vez una novia.

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