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C5 cap 4

—Sabía que vendrías, pero no esperaba verte tan alterado ¿Qué te pasó?

—Lo que te dije por mensaje…

—¿Me enviaste un mensaje?

—Sí, un mensaje a tu celular…

Colline, la profesora de francés abrió su celular y revisó el mensaje:

Vengo de caminar por el parque, no esperes, puedes marcharte.

—Oh ya veo, no hay ningún problema, ven, vamos a tomar unas cervezas.

Lot tomó la mano de Colline y se dirigieron a un bar ubicado en el centro comercial. Era un bar y también restaurante de comida rápida.

—Me podría traer dos cervezas, sí, de esas, dos por favor.

—He pensado en muchas cosas, se me ocurre que tal vez, aquella noche…

—¿Cuál noche?

—La noche del concierto, cuando te acercaste y me dijiste que te acompañara a tu casa.

—¿Sí, qué tiene?

—Me sentía mal, con nauseas, por eso te dije que no.

—No hay problema, de todas maneras mi amiga se quedó en el concierto con un muchacho y fuimos a la Laguna de Apoyo a quedarnos el domingo. Por cierto ¿qué tal te fue el domingo? Dijiste que tenías una reunión con unos amigos.

—Sí, fui a jugar fútbol con Camile.

—¿Fútbol? Ah que bien, el ejercicio es bueno.

—Luego, llegué a la casa cansado, me quité la ropa, y me dormí.

El mesero se acercó y sirvió las dos cervezas.

—Gracias —dijo Colline.

Lot mentía, y sabía el precio de la mentira, pero era de vida o muerte guardar su secreto, aunque no consideraba que adorar a un dios fuera tan malo, porque en primer lugar quería averiguar las razones de novias, es decir, las razones para involucrarse con una secta, y a los pocos meses morir de leucemia. Algo había oculto, y la única manera para averiguarlo era asistir a las reuniones con Franco.

—Esto es lo que necesitaba, una buena cerveza fría.

—En el trabajo no podemos tomar, y bueno ¿me vas a preguntar qué tal mi día?

—Me encanta ese acento

—¿Cuál acento?

—El tuyo…

—¿Qué te parece?

—Es encantador

—Vaya, ahora estás de romántico, pensé que nunca dirías algo. Ya era hora.

—¿Te divierto?

—Sí, bastante, es que me parece excelente tu música, es distinto, no sé, puede que esa influencia del rock experimental de los noventa y tu pasión por la poesía, pues combina a la perfección.

—¿Poesía?

—Estabas ebrio, ¿no lo recuerdas?

—¿Me emborraché?

—Pues, al irme, te acercaste y me recitaste un poema, pero te noté bastante ebrio.

—No puede ser, no lo recuerdo.

—Como te dije, no lo recuerdas, porque estabas ebrio.

—Pero esa noche me fui con Camile, me dejaron en mi casa, y lo recuerdo.

—Espero que sigas leyendo a Yeats.

—¿Te recité un poema?

—Sí, en inglés.

—Ojalá no ha dicho más estupideces.

—No, para nada, fue agradable verte interactuar, además me diste un beso y lo acepté.

—¿Yo hice eso? ¿Estás segura?

—Claro, nos dimos un beso, y mi amiga me llamó, bueno, yo también estaba algo ebria, y solo disfruté el momento.

Lot al escuchar el relato de aquella noche se sorprendió, en primer lugar porque estaba ebrio, y en segundo lugar, había logrado besar a una muchacha de la cual estaba interesado. Hasta cierto punto, Lot pensaba en muchas cosas, pensaba en su renuncia al trabajo, pensaba en lo que dirían sus demás compañeros, pero tenía la excusa perfecta: colapso nervioso. Aunque desconocía el reporte del psiquiatra, ya se lo esperaba, y por eso quería enviarle un mensaje a su superior. Algo que hizo mientras Colline fue al baño.

—Estimado, le comunico que no podré asistir al trabajo debido a mis complicaciones médicas, necesito tiempo para calmarme porque siento que pronto me va a dar una crisis. De hecho, puede preguntarle a mi psiquiatra, él lo sabe.

El supervisor de inmediato le contestó:

—Hola, Lot, pues tal como lo dices, espero tu pronta mejoría, aunque recibimos el reporte de tu psiquiatra, y hemos evaluado tu caso. Por ahora, te recomiendo un descanso, te adelantaré tus vacaciones. Saludos.

Después de interactuar con el supervisor, guardó el celular y se dio cuenta que de verdad tenía una buena coartada para seguir sirviendo a Tenebrarum, aunque no sabía hasta dónde lo llevaría ese camino, pero de algo estaba seguro, algún, volvería a ver a Carolina, su novia difunta que ahora descansaba en el paraíso eterno de Tenebrarum.

—¿Crees en dios? —preguntó Colline cuando se acercó luego de volver al baño. Sé que es una pregunta incómoda, pero quisiera saber qué piensas al respecto. Es que una de tus canciones, Obitrum, dice que no crees en nada, por eso te preguntaba.

Lot quedó estupefacto al escuchar aquella pregunta ¿En que creía Lot? Para responderle, tomó un trago de su cerveza y contestó.

—Creo la respuesta a esa pregunta es muy íntima, con el tiempo te respondo, por ahora pensemos en algo distinto.

—Estás evadiendo la pregunta —dijo Colline —. Creo que tu ateísmo es muy recalcitrante. Deberías considerar otras opiniones. Bueno, por mi parte, me criaron en con los dogmas del protestantismo. Mi familia era hermética en cuanto a estos temas, crecí bajo preceptos bastante cerrados, no tuve novio hasta que me mudé de casa, es decir, cuando me independicé. Pero, sí creo, es decir, creo en alguna verdad, la verdad de que todas las religiones son posibilidades, y hay que darle lugar al pensamiento crítico. Temo mucho por los fanáticos, estas personas que adoran al exceso a sus dioses y dogmas, me parece aberrante, aunque sucede igual con las ciencias, algunos toman el método científico como una verdad absoluta, cuando los filósofos, como Bertrand Russell, aseguró que no podía negar la existencia de un ser necesario, y por eso debía haber un espacio para la reflexión, aunque sin dejar a un lado la ciencia, que no es dogma, sino una disciplina.

—Vaya, has pensado mucho en esto. Pues mira, mi padre era un borracho empedernido, que a la vez, hizo dinero como corredor de bienes raíces, aun trabaja en eso, pero me hizo la vida imposible, incluso los primeros años que viví con él, es decir, lo que recuerdo, porque luego mi mamá se divorció y me llevó con ella a su nuevo hogar, pues fueron fatales. Era un abusador, me decía tonterías, y parecía que no lograría salir de ese túnel abismal y grotesco, decía que no servía para nada, tal vez se proyectaba conmigo ¿entiendes?

—Qué dura vida, mi padre era un abusador de otra manera. No un abusador sexual, pero si me hizo también la vida imposible con su calvinismo. ¿Sabes lo que es el calvinismo?

—Suena como una adoración a los calvos —dijo Lot entre risas.

—No, qué va. Es una variante del protestantismo, tiene una visión extraña, dicen que su dios controla los deseos de cada ser humano, a tal punto que, en su providencia él ya escogió a los que van a ser salvos del fuego eterno. ¿Te imaginas a una chica con deseos de salir de una familia tan cerrada de mente? Fue una tortura, por eso estudié historia y me dediqué a formarme de manera humanística. Fuera de todo lo religioso. Les temo mucho a los religiosos, como te dije, en especial a los fanáticos.

—Suena a algo familiar, es decir, mi padre y el tuyo, de alguna manera, si fueron abusadores, en tu caso, un dictador que te obligó a creer en algo que no estabas obligada a creer, sin embargo, te impuso una vida cruel, como te dije, un abusador de otra manera parecida a mi padre.

—Hace mucho que no hablo con él ¿sabes? Es extraño, pero ya soy una adulta, y he lidiado con esos problemas que me dejó secuelas, graves secuelas. Algunas noches he tenido pesadillas. Me veo en una iglesia escuchando el sermón de un pastor calvinista, atemorizada por sus preceptos. Es terrible.

Lot pidió otra cerveza al mesero.

—Lidiar con mi padre es tener poderes especiales. Yo tengo ningún contacto con él, dejé de pensar en su maltrato, a pesar, que me pasó lo mismo que a vos. Las secuelas se agravaron cuando empecé a tomar, pensé en el caos de mi padre, incluso escribí una canción al respecto, que en realidad, son puros balbuceos, son los balbuceos que padecía después de una buena tunda. Lloraba y me dolía todo el cuerpo de tantos golpes con la faja.

—¿La faja? ¿Te pegaba con una faja?

—Sí, me pegaba con una faja. Es algo común en este país, y en toda Latinoamérica, los padres, en cierta época, cuando todavía no existían leyes en contra del abuso o maltrato familiar, pues, podían hacer con sus hijos lo que querían, mi madre nunca lo denunció, pero eso hace más de veinte años, aunque fueron los peores años de mi vida. No tengo pesadillas, sin embargo, a veces pienso que como humano merecía una mejor vida, tal vez, no sería tan oscuro en mis canciones.

Colline se engulló la cerveza, extrajo un cigarro de la cajetilla que guardaba en su bolso y dio una calada. Vio a Lot, y le ofreció uno, quien aceptó y también fumó un buen rato mientras permanecía en silencio pensando en sus frases. Esas frases que memorizaba para saber responderles a las personas y ocultar sus secretos más íntimos.

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