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C7 Cap 6

—¿Vamos a morir?

—Probablemente.

—Isidor, no quiero morir.

—Calma, ten calma, hermano, pronto seremos libres.

Isidor se encontraba en la guerra civil de Horizon, era un soldado más del ejército nacional. No había conocido los caminos ancestrales de Tenebrarum.

—Tengo miedo, no quiero morir.

—Eres un hombre, además un soldado, no tengas miedo, solo falta un poco para enfrentarnos al enemigo.

El enemigo, los Rakish, una población al noreste de la nación, estaban cansados de recibir órdenes, no solo órdenes, también de permanecer olvidados por el gobierno central. Debido a esto, se sublevaron en masas con la intención de derrocar a Kemta Uo. El capitán que llevaba más de diez años en el poder, y había dejado en un largo olvido para los pobladores del gran territorio de Rakish.

—¡Ahora! ¡Dispara!

Los primeros enfrentamientos se dieron en la selva, cuando los pobladores de Rakish se alzaron en armas con ayuda de los Omir, los navegantes. Los Omir eran una población reducida de piratas y navegantes de las aguas oscuras. Pero estaban armados, y fueron ellos quienes les vendieron el equipo necesario para enfrentar a la guardia costera de Rakish. Primero destruyeron una pequeña base militar, apenas habían pasado diez años desde la última revuelta, pero esta generación de jóvenes era distinta, querían progreso en Rakish, progreso que no vendría de parte de Kemta Uo.

Los dispararos dieron en el blanco, cinco hombres cayeron esa noche a manos de Isidor.

—Tenemos la información que solicitaron, estamos aquí, en la base secundaria de los Rakish. Sigo sus órdenes.

—Muy bien hecho, sabía que lo lograrías, toma los planos y derriba ese fuerte, préndele fuego y sal de ahí, ya comuniqué a Impala que pase por ti, se encuentra cerca, va en un camión.

—De acuerdo, general, a sus órdenes

Isidor tomó los planos que indicaban los próximos ataques de los pobladores de Rakish. Faltaba poco para neutralizarlos, sin embargo, algo hizo cambiar de parecer a Isidor.

—Hermano, tengo mied…

Un disparo enmudeció a Vaslar.

—¡Vaslar! ¡Miserables! ¡Les juro que van a pagar por esto!

El disparo provenía de las montañas, pero no eran del enemigo.

—Isidor es un hombre obediente, pero muy fuerte, por eso no podemos dejarlo vivo. Dile a los hombres que incendien la casa, no necesitamos esos planos, pronto atacaremos el fuerte central. Como verás Magnes, todo esto lo planifiqué desde el día en que conocí al padre de Isidor. Era un sucio soldado del ejército, se mantenía en pie por un espíritu inquebrantable, pero era un sucio y despiadado ser. Toda su existencia era un desvarío de algún dios que le dio la vida, de algo estaba seguro, y es que, vengaría a mis padres. Utal Monik, terminó con la vida de mis padres, antes de que comenzara el gobierno de Jikaro Nomy. Pero eso fue hace más de veinte años, te explico, aunque ya conoces la historia. Jikaro Nomy, el comandante, Nomy, tenía pensado en su pequeño motín contra el gobierno de mi padre, asesinar a todos los allegados, y así fue como Utal Monik, un soldado sucio y cobarde acabó con mis padres. Los mató por órdenes de Vertical, lo sé, porque luego al ascender al poder ellos me lo confirmaron. Por eso, durante décadas planifiqué mi venganza. Y, que mejor venganza que acabar con los hijos de Utal Monik: Isidor y Vaslar. Aunque son buenos soldados, lamento decir que debía acabar con ellos, no se puede confiar en unos traidores.

—¿Vaslar?

—Isidor, perdóname.

—Aguanta hermano, respira, no te vayas.

—Eres un buen hermano, pero por ahora debo descansar, sigue tú…

—Lo sabía, Kemta Uo no olvidó lo que hicieron nuestros padres, no cumplió con su promesa, sabía que esto ocurriría.

Vaslar suspiró, y quedó tendido en los brazos de su hermano. Isidor tomó su rifle y empezó a tramar una salida. Los hombres de Kemta Uo empezaron a disparar contra Isidor. Las balas golpeaban las paredes de concreto. Isidor escuchó el rugido de las balas, sin temor alguno, se posicionó de tal manera que con su gran habilidad para detectar de dónde provenían los disparos, se defendió y acabó con los principales armados que lo atacaban.

—¡Van a pagar por la muerte de mi hermano!

Salió del fuerte y se tiró al suelo entre el lodo. Empezó a llover y la visión se hizo borrosa para los hombres de Kemta Uo. Ahora, Isidor se encontraba solo, y no había salida.

—General, un comandante de Rakish quiere hablar con usted, dice que es de urgencia para terminar con esta guerra.

—Dame el radio.

—Aquí, Vos Taur, comandante de las fuerzas armadas de Rakish. De seguro me conoces, y me conoces muy bien. Por ahora, tomamos la decisión de rendirnos, no queremos más sangre, demasiada se ha vertido en estas tierras. Nos rendimos y solicitamos un proceso libre para cada uno de mis hombres.

—Comandante Taur, es un placer escucharlo, y más escuchar su rendición. Como prueba de sus palabras, preséntese en la base más cercana, sin armas, y ríndase. Es la única manera para detener el ataque inminente hacia el fuerte central.

—Así será, por ahora, guarden la vida de mis hombres, sin ningún rasguño, yo me presentaré de inmediato.

—Coronel, no disparen a ningún hombre de Raskih, informe a todo el mismo mensaje.

—¿Qué hay de Isidor?

—Por ahora tenemos cosas más importantes que mi pequeña venganza, déjenlo libre, que se pierda en la selva, nadie lo ayude, enfóquense en defender el fuerte de aquella zona, y capturen con vida a Taur.

—A sus órdenes, general.

Los hombres de Kemta Uo dejaron de disparar, se dispersaron entre la lluvia, y dejaron con vida a Isidor, quien se arrastraba entre el lodo. Pronto se dio cuenta de la rendición de Rakish, y huyó a la selva. Ahí se mantuvo con vida, hasta que Kemta Uo dejó que la población decidiera en las urnas su nuevo presidente. Esto se debió a la presión de la nación de Vertical, una nación más fuerte y con voto para obligar a través de las armas a nuevas elecciones en Horizon.

Antes de todas estas decisiones, Isidor conoció en la selva a un ser oscuro, conoció a Tenebrarum que se le presentó en un sueño mientras dormía en una cueva.

—¿Quién eres?

—Brarum… Brarum

—¿Brarum?

—Soy Tenebrarum, el dios de las tinieblas, creador de la materia oscura y de todos los abismos infernales. Vengo a salvarte. La guerra terminó, y pronto habrá nuevas elecciones. Lo importante es que sepas lo siguiente. Soy un dios que ha permanecido oculto entre las estrellas, durante siglos luché para salir de las profundidades. Mis adoradores, los verdaderos adoradores, se encuentran acá, es estas tierras, pero no tenían un espíritu correcto hacia mis leyes. Hoy he visto tu valentía, y tu fortaleza, te daré poder, uno único, para que puedas salir con vida de esta selva.

—Brarum… Tenebrarum… el dios de la oscuridad. ¿Con que eso quería Kemta Uo?

—¿Lo has descubierto, verdad?

—Eso y más, amo de la oscuridad. Cuéntame más.

—Por ahora, te concedo que puedas enterrar a tu hermano, ve y entiérralo. Antes de irte, toma este libro, lee. Te he dado la capacidad para leerlo y enseñar a otros el lenguaje del dios que va a destruir a este pequeño gobierno de sanguinarias que han venido…

—A averiguar todo de ti…

—Así es amado hijo, ve y entierra a tu hermano, entiérralo como deben ser sepultados los muertos, y más los valientes guerreros, entiérralo, ve y vuelve en tres días.

Isidor vio aquel día la verdad sobre el dios de la oscuridad, un dios creado por las tinieblas mismas, un ser superior y necesario a todos los demás seres. Sin embargo, necesitaba adoradores, fieles sirvientes que utilizaría como discípulos para derrotar al gobierno de Kemta Uo, el gobernador despiadado de Horizon. Que por algunos años desató su furia en las tierras de Rakish, y ahora, el traidor comandante que entregó a sus hombres, solo era una pieza más para el futuro de Rakish. Aunque lo encadenaron, lo torturaron y despojaron de su existencia, no dijo una sola palabra acerca de la divinidad. Entregó su cuerpo como sacrificio, un verdadero sacrificio en nombre de Tenebrarum.

Isidor volvió a aquel fuerte, enterró a su hermano, ahora, tenía una curiosa cicatriz en su mano, una cicatriz que solo los verdaderos adoradores de Brarum llevan en su mano: uno de los cuantos ojos del señor de las tinieblas. Era la marca que distinguía entre discípulos y falsos profetas. Una marca inigualable, que era capaz de encenderse en llamas para descubrir la verdad de los demás, con tanto poder, Tenebrarum delegó en Isidor la infinita mirada de los hombres, el conocimiento y la desgracia humana. Descansó tres días, y al volver a la selva, se deslumbró una verdad oculta, se trataba de un detalle que lo marcó de por vida, era el asesinato de sus padres, por fin, en una noche, por obra de Tenebrarum, se dio cuenta de la verdad. No había forma de escapar ante terrible verdad, la sed de venganza, y la fuerza divina que ahora tenía, le permitiría vengar no solo la muerte de sus padres, sino, el asesinato de su hermano, Vaslar.

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