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C9 Cap 8

Era una noche ruidosa, los rockeros estaban reunidos en el Centro Musical Unidos, la banda The ocupants tocaría esa noche. Mientras tanto, Lot, caminaba entre la gente, saludando a los conocidos de siempre.

—Está lleno, creo que será una buena noche —dijo Camile

—Siento buenas vibras, además, todo salió a la perfección, es la primera vez que veo a la gente Horizon presentándose a un concierto a horas tempranas. Parece que el destino nos dio un buen público. Por cierto, Lot, la chica de la vez pasada está aquí, deberías ir a saludarla.

—¿Magdia?

—Si, Magdia, la gótica magdia. Está vestida igual que siempre, con sus botas y sus trajes oscuros. No sé cómo te gustan estas chicas.

—Que te importa, una chica es una chica, a ti nadie te hace caso

—dijo Lot riéndose.

Después de hablar y decirse bromas, Lot se separó del grupo y salió a saludar a Magdia. Estaba acompañada de una amiga, Loren, y antes de que Lot se acercara, Magdia le dijo:

—Es mejor que te vayas, se acerca el vocalista de The ocupants…

Magdia sonrió y se retiró.

Lot se acercó, y tenía esa compostura de siempre, flaco y alto, con un mechón de cabello en el rostro, que lo apartaba cada vez que le cubría el ojo.

—Magdia, me dijeron que estabas por estos lados...

—Sí, escuché que The occupants tocaría hoy, y por eso vine.

—¿Qué tal? ¿Tomamos una cerveza?

—Por hoy, prefiero estar sobria, pero puedo invitar a un cigarro ¿quieres?

—Claro, no hay problema.

Magdia extrajo de su bolso la caja de cigarro y tomó dos, uno para ella y otro para Lot. Luego le prestó el encendedor y ambos prendieron sus cigarros.

—Somos los últimos en tocar, por ahora esperaré nuestro turno, y te acompaño. ¿Qué tal la universidad?

—Nada bueno, estamos estudiando en Teoría del conocimiento a los racionalistas. Pero hoy solo quiero relajarme, además tengo un problema con mi madre, quiere me mude porque su nuevo esposo pronto estará en casa.

—Qué difícil, hace mucho que me fui de la casa de mi madre, espero puedas resolver este asunto.

—No te preocupes, hoy debes concentrarte en el concierto. Muchos me han preguntado por ti. No sé qué responderles.

—¿Qué preguntan?

—Piensan que somos pareja.

—¿Lo dicen por el beso de la vez pasada?

—Sí, fue un drama esa noche, pero todo bien, sé controlarlo.

Lot se llenó de adrenalina y le dijo:

—No sería mala idea repetir ese beso.

—¿Me acompañas la baño? —dijo Magdia con ese sentimiento también de adrenalina.

—Vamos —dijo Lot

Apagaron los cigarros y caminaron hacia los baños del Centro Musical Unido. No había nadie, y entraron, cerraron la puerta.

—Así te quería ver —dijo Lot mientras se aproximaba a los labios de Magdia.

Magdia también se aproximó y dejó que su naturaleza surgiera. Esa misma naturaleza y ganas de dejarse amar por otro ser.

—Me gustan tus besos, desde la primera vez que nos besamos, te dije que lo haces bien.

Lot dejó de besarla para decirle al oído:

—También sé hacer otras cosas —dijo mientras acariciaba el cuerpo de Magdia.

—Eso no se dice, se hace —respondió Magdia con una furia llena de adrenalina mientras Lot besaba su cuello.

El primer beso en el cuello la alarmó.

—Espera, si no traes condones no podemos seguir.

—Si traigo, no te preocupes.

Magdia se dio la vuelta y tomó la mano de Lot para que tocara todo lo que ella le indicaba. Poco a poco ambos enloquecieron, se besaron y tocaron, hasta que Magdia sintió en la oscuridad aquello que tanto deseaba, descubrió que Lot se había bajado los pantalones y movía su cadera como un demonio. Hasta que su miembro saltó y Magdia lo tomó para iniciar el deseo de pasión. Durante quince minutos, Lot se introdujo en el cuerpo de Magdia, pero alguien tocó a la puerta del baño. La adrenalina los invadió aún mas.

—¡Esta ocupado! —dijo Magdia mientras Lot seguía enlazado con su cuerpo.

—¿Continuo?

—Sigue —contestó Magdia.

Cada empujón encendía más a Magdia, cada vez Lot lo hacía con más fuerza, y por un momento, se detuvieron.

—¿Ya? —preguntó Magdia entre gemidos.

—Ya —contestó Lot mientras retiraba su cadera de Magdia.

Rápidamente se vistieron, y se dieron un último beso. Cansados y sudados se limpiaron, y abrieron la puerta. Afuera estaba Loren que chupaba un bombón. Magdia se lo quitó de la boca y festejó frente a ella con movimientos sexuales.

—Ustedes son unos dementes —dijo Loren mientras se reía a carcajadas

—¿Qué hacías aquí? —preguntó Magdia.

—Te seguí por seguridad, sabía dónde iban, y se me ocurrió vigilar antes que los descubrieran.

—Por ahora, todo bien, no te preocupes, ve a tu lugar y disfruta el concierto —dijo Magdia.

Lot estaba fascinado con aquella muestra de amor, y esa furia de Magdia. Cada momento parecía que iba a explotar, pero se contuvo y dejó para otros días más sensaciones.

—Voy a tomar una cerveza, ya es hora, necesito ponerme loco para cantar esas estupideces que escribo —dijo Lot mientas le dio un beso profundo a Magdia.

—Ahora sí tráeme una —dijo Magdia.

Lot se fue a buscar las cervezas, mientras Magdia y Loren conversaban.

—¿Te gustó?

—No se puso…

—¿Condón? ¿Magdia qué estabas pensando?

—No importa, voy a tomar la pastilla y listo.

—Estás loca, nunca te había visto tan loca por un tipo.

—Es Lot, el vocalista de The occupants. Me vuelve loca.

—Bueno, toma la pastilla, si quieres voy a comprarla. Pero no debes tomar, solo toma dos, evita ponerte ebria.

—Claro, no te preocupes —dijo Magdia.

Cuando Loren salió del Centro Musical Unidos, Lot se acercó con las dos botellas.

—Están heladas —dijo.

—Qué delicia, vamos, brindemos.

Ambos alzaron sus botellas y brindaron. Mientras tanto, la primera banda The Camels, subieron al escenario.

—Somos The Camels —dijo el vocalista en el micrófono.

La gente se llenó de euforia entre gritos y aplausos.

—The camels, no The occupants, guarden sus aplausos para esta banda de demonios —dijo el joven.

Después de media hora, The camels dejó de tocar y le tocaba el turno a Mausoleo, una banda de gringe core. De inmediato, la batería acelerada y la guitarra que chichaba impactaron al público, abriendo paso a un caos en el centro. Los jóvenes tiraban golpes y patadas, mientras la banda y el vocalista desataban la locura de una música estruendosa.

—Estos tipos están locos ¿escuchaste la última canción? Parecía que un cerdo gritaba, ya los había escuchado, pero cambiaron su estilo, antes eran más relajados, ahora son un caos.

—Es buena la variedad, así no se aburren con mi rock experimental —dijo Lot.

—Lo tuyo no es cualquier cosa, tienes talento, nunca lo olvides —dijo Magdia mientras abrazaba a Lot.

—Pues sí, la locura de leer poemas en vigilia ha ayudado, además Pink…

—Pink Floyd, lo sé querido, lo sé.

Loren había vuelto hace rato, sin embargo, esperó que Magdia le hiciera señal para que Lot no se diera cuenta de la pastilla.

—Cariño, es tu turno, ve al escenario.

Lot se despidió de un beso, y se fue a juntar con el grupo.

—¿Qué estabas haciendo con la gótica? —preguntó Camile mientras se montaba el bajo.

—Diviertondeme, como todo joven. Deberías tu también hacer lo mismo, Loren es amiga de Magdia. Te puedo presentar.

—Esas chicas están locas, ya he escuchado, es mala suerte conocer una mujer en un concierto —dijo Camile entre risas.

—No te burles, además, todo esto se debe a tu noviecita Kelly.

—Oye, eso es mi vida privada, además es un pasado oscuro, tú lo sabes bien.

—Eso lo sabe todo el mundo —dijo Yoshua, el guitarrista de la banda.

—Callate, que tu nunca has tenido novia, hasta eres virgen —dijo Camile burlándose de Yoshua.

—Tranquilos, chicos, no peleen.

—Déjalo, que ni se aprende bien las rolas en el bajo —dijo Yoshua.

—¿Llamas a eso rolas? —además, yo sigo a Lot. Tu solo eres la segunda guitarra.

—Callense, que yo les sigo toda esta locura y pendejadas, concéntrense y toquen con furia —dijo Karl, el batero.

—Oye, Karl ¿te tomaste tu energizante?

—Claro, tengo que aguantar tocando esta onda de ustedes —dijo Karl.

—Calmados, que somos un equipo, tenemos que dar una buena presentación esta noche —dijo Lot.

Después de afinar las guitarras, el grupo se presentó.

—Buenas noches a todos, sé que han estado esperándonos, y aquí estamos. Esto para ustedes, The occupants.

El baterista marcó el tiempo, y las guitarras agitadas comenzaron a sonar. Eran arpegios delicados, con efectos de Delay, lo cual hacía que el sonido fuera desenfrenado por las notas que se repetían una y otra vez. Mientras tanto, Lot tocaba una acorde extraño, y se acercaba al micrófono para reproducir una voz limpia y luego entre balbuceos y agitado por la batería, se retiraba a tocar la guitarra unas notas oscuras. El público enloqueció, y de tanto bailar aquella música experimental, pronto se rindieron a la euforia y danzaron con tanta furia al centro de la pista, que algunos salieron con golpes en la cara y el cuerpo.

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