C102 Solo en casa con el amigo de su padre 13
Estaba tan mojada que ya había goteado sobre la silla, y su aroma ya llenaba la habitación. Casi podía saborear sus dulces jugos: ya le había lamido el coño muchas veces y sabía lo maravilloso que sabía.
Sin embargo, lo que más le sorprendió fue que sus grandes pezones rosados tenían unas brillantes pinzas plateadas. Estaban sujetas por una fina cadena casi tensa por el tamaño de sus pechos