Serendipia/C4 Capítulo 4
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C4 Capítulo 4

El salón estaba cubierto de gala, el color de las luces era tenue y al fondo una presentación digital con el nombre del libro y el autor, a un extremo el atril café, en la última fila Gustavo cubierto de espantos, muerto de nervios tras el encuentro. Al bajar de la tarima Alejandro se sentó en la primera fila, apenas se divisaba pues el espacio del público estaba oscuro. Al verlo Gustavo colocó su mano derecha en el pecho para intentar calmarse, pasó su mano izquierda por la frente y sintió como el sudor lo había invadido, sentía que no tenía el valor suficiente para caminar hacia él; ni siquiera sabía qué decirle, sacó su cámara y tomó unas cuantas fotos para disimular, uno de los muchachos que era parte del protocolo lo llamó.

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Al joven fotógrafo que está atrás le pedimos que pase hasta aquí para que tome mejores fotos, agradecemos desde ya su colaboración en este evento- Dijo usando el micrófono. Todos los del salón voltearon a verle al mismo tiempo, Gustavo sintió que se le encendió la cara, él era chaparro, delgado, tenía los ojos claros como color avellana, el pelo castaño y la piel muy blanca que en aquel momento se había vuelto roja por la vergüenza.

Lleno de miedo, tomó su bolso y su cámara y avanzó una fila antes de donde se encontraba su padre, desde ahí continuó tomando fotos, Alejandro en ningún momento volteó a verlo. La actividad concluyó, la gente se fue marchando luego de despedirse del autor del libro, los escritores principales se quedaron un momento para tomarse las ultimas fotos fue ahí cuando Gustavo tomó valor y se acercó, mientras Alejandro se acomodaba junto al escritor y demás amigos se quedó perplejo, pálido cuando ante él Gustavo disimulaba tras la cámara.

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¡Hijo!- Gritó de momento desacomodando la mano de la espalda del poeta y corrió tras Gustavo, lo abrazó con fuerza, después le tocó la cara con una alegría interminable, Gustavo lleno de emociones encontradas no supo moverse.

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¿Qué haces aquí, cómo sabías que me encontraba en este lugar?- Preguntó con gran emoción Alejandro

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Con la voz cortada Gustavo contestó- Mi madre, mi madre que murió hace cuatro días me dijo que aquí podía encontrarlo.

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¡Martha se ha muerto!- Aseveró Alejandro alejándose de Gustavo, se quedó asombrado se puso la mano en la boca para no gritar o llorar.

Los escritores al ver aquel momento tan inusual se despidieron y advirtieron que era mejor salir porque ya debían cerrar el local. Gustavo no habló, tomó su bolso y cámara y continuó hacia la puerta, Alejandro lo siguió en silencio, salieron a la plaza juntos sin decir nada, todo había sido duro, habían pasado diez años y aquella noticia de golpe solo había dejado un silencio sepulcral. Ya la tarde había caído, la noche se aproximaba, ya la gente se marchaba, también Clara guardaba las cosas de la venta y contaba emocionada el dinero ganado ese día cuando vio pasar a los dos hombres mudos del asombro.

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¡Alejandro, no me diga que usted conoce a este muchacho que en la tarde estaba muerto de miedo viendo tanto alboroto! - Le gritó a Alejandro burlándose

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Pues sí, niña, es mi hijo- Contestó orgulloso el hombre mientras se disponía a ayudarle a guardar las cosas.

Gustavo se quedó absorto, asombrado por esta casualidad que la vida le estaba presentando. No entendía su alegría

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Mira, Gustavo, ella es Clara, es la mejor amiga de mi hija Valeria- Advirtió Alejandro

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Ya lo conozco, don Alejandro, le digo que en la tarde hablé con él porque usted lo hubiera visto parecía pajarito ahí en medio de la plaza todo asustado, le ofrecí refresco y me compró dos porque sentía mucho calor entonces ahí supe que no era de aquí, pero mira, qué casualidad que es tu hijo ¿Me das raid? - Concluyó la mujer que hablaba sin parar

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Claro que sí, muchacha ¿Dónde te dejo? ¿En la casa o en la universidad? – Preguntó

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En la casa, hoy es feriado y no tenemos clase- Respondió

Gustavo permanecía inmóvil oyendo la conversación y apreciando el brillo de aquellos ojos negros, Clara no dejaba de reírse, hablaba mucho, tenía una habilidad increíble para interactuar se notaba completamente feliz, ahora había descubierto que aparte de trabajar también estudiaba, parecía ser una mujer comprometida con su desarrollo personal y profesional pero sobre todo tenía un carisma que la hacía lucir más hermosa, ese día vestía un vestido floreado como rojo, blanco y amarillo y unas sandalias que la hacían ver más alta. Gustavo observó cómo se iluminaba el Palacio de la cultura y sacó su cámara para tomar fotos, eso realmente le apasionaba, Clara y Alejandro habían terminado de subir las cosas a la camioneta, ella se acercó un momento a Gustavo y con mucha confianza le pidió que le tomara fotos en la enorme plaza, él asintió y sintió el estómago revuelto y una sensación de ansiedad como si aquella mujer lo hubiese hechizado, sentía sudor en las manos y el corazón acelerado, la miraba hermosa, supremamente bella, era imposible no apreciar la escultural silueta y la sonrisa mágica, no se acordaba siquiera de llamar a Laura, en aquel momento no existía más que el encanto de la vida reflejado en un cuerpo moreno, unos labios gruesos y unos ojos brillantes. Le tomó seis fotos, ella le tocó el hombro y se pegó a su cara para definir cuál le gustaba más, Gustavo sintió que le hervía la sangre, él solamente había sentido así de cerca el cuerpo de Laura y esa nueva sensación le provocaba nervio, no logró escuchar lo que Clara decía pues se sentía totalmente absorto y ella hablaba sin parar llena de emoción viéndose.

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Nos vamos ya, muchachos- Interrumpió el momento Alejandro desde su camioneta

Ella lo tomó del brazo advirtiéndole que cruzar la calle era peligroso y que le ayudaría, Gustavo no tenía opción, esa mujer en un segundo lo había vuelto loco y él se estaba dejando llevar por la situación, pero es que la locura tenia nombre y cuerpo: Clara, era sin prejuicios, sin ataduras ni falsedades ella actuaba por instinto, por naturaleza propia, aguerrida sin miedos, ya en la camioneta no hizo más que interrogarlo sobre su pueblo y hacer mofa de sus cualidades y lo que había sucedido en la plaza, Gustavo con su timidez solo asentía y se quedaba embelesado viéndola, apreciando su jovialidad. Llegaron hasta la casa de Clara, ahí se despidió con mucho afán, le insinuó que ella le mostraría la ciudad y Gustavo asintió.

El momento mágico se había acabado y ahora debía enfrentar la situación, durante el camino no había hablado con su padre por la insistencia de Clara, pero era momento de romper el miedo y hablar con Alejandro sobre lo que había sucedido desde su partida falsificada.

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Vine porque necesito que me diga si la casa pasará a mi nombre- Manifestó Gustavo con temor. Mi madre murió de un infarto, no pudo hacer nada, supe por su abogado, mi amigo Marcelo, que cuando usted se separó de ella no fue por las razones que yo creía y que incluso esa casa que habitamos está a nombre de la que es ahora su esposa, yo nunca me enteré de nada porque mi mamá fue muy reservada en todo con tal de que yo no tuviera una mala imagen de usted y dado que yo he vivido la mayor parte del tiempo dedicado a la fotografía y a Laura, mi novia.

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Ah, no te dedicaste a la contabilidad- Dijo Alejandro disimulando

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No, sí concluí la carrera pero no me dedico a eso, soy fotógrafo y me siento bien con ello, pero no es eso lo importante, le pido disculpas si lo ofendí, solo considero necesario hablar con sinceridad, lo de mi madre está reciente y solo quiero que me ayude con lo de la casa porque pronto me caso y no tengo adonde ir, de verdad es lo único que le voy a pedir, prometo no molestarlo más- Repitió Gustavo

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Hijo, han pasado diez años en los que no he tenido comunicación alguna contigo, quien debe pedirte perdón soy yo, no te preocupes, mi familia te acogerá bien, cuando lleguemos a casa hablaremos todo, en cuanto a lo de tu madre, me ha sorprendido en gran manera esta noticia y sobre todo que ella no te haya dicho la verdad, tu madre era una santa, Gustavo, no obstante la vida es así, uno no decide a quien amar, a veces creemos que la mujer que tenemos al lado es nuestro todo pero un día de pronto aparece otra que en un segundo te deja estancado en la deriva y la única opción que queda es seguirla porque el corazón te hala con una electricidad interminable, tal vez Martha supo comprenderlo bien y por eso no me odió- Concluyó soltando un suspiro que congeló las respuestas

Gustavo asintió, reflexionó en lo que había dicho Alejandro, él se sentía de la misma manera, Laura era su todo desde adolescentes, era la mujer por la que él había corrido, de la que había estado enamorado siempre y con la que se iba a casar porque era como su sombra sin embargo jamás había sentido una chispa tan grande que la llamara hacia ella, sino más bien un compromiso social; era una relación de muchos años que se había vuelto monótona y sentía miedo de hallar una mujer que lo volviera loco así como decía su padre.

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