C46 La vida puede ser buena
No podía dejar de mirarla, a Lana bajo el resplandor de las farolas mientras conducía por las calles casi desiertas de la ciudad. Todo el mundo charlaba y hablaba del grupo y de lo buena que estaba la comida. Sabía que sus pasajeros estaban borrachos por el alcohol.
Afortunadamente, nadie se dejó llevar demasiado y no hubo ninguna tontería de borrachos