LEILANI.

Soy una huérfana que fue recogida en la carretera y abandonada en la puerta de un convento cuando era un bebé.

Fui criada por hermanas Reverendas y pasé los veintitrés años de mi vida en el convento.

Fui a la escuela allí y todo lo hice en el gran convento, nunca estuve sola hasta hace seis meses.

Cuando les dije a las hermanas que quería salir sola, la hermana Bernadette se asustó porque nunca antes había estado sola. Seis meses después, estoy bien. En un pequeño pueblo tranquilo, todo es genial. La gente es buena.

Todo iba muy bien... hasta el día en que apareció.

El hombre más aterrador que he visto en mi vida. ¿Y la forma en que me mira? Es una mirada que no entiendo pero que nunca deja de provocarme escalofríos.

¿Quién es él? ¿Qué es lo que quiere de mí?

CERO

ÉL ES LA OSCURIDAD....

Yo soy el malo de esta historia. Cada historia tiene un villano y yo soy ese villano.

Puedes llamarme, Número Cero. O Cero, para abreviar. Francamente, no me importa.

Soy un asesino nato y me llaman La Máquina Asesina en el mundo oscuro, la parte del mundo que los bienhechores no ven.

Piensa en cada nombre con el que llamarías a un asesino profesional y dame ese nombre, porque no te equivocarías. Me gustaría decirles que trato de hacer el bien, hacer lo correcto pero eso sería mentira. No veo ninguna necesidad de tener que quedarme aquí.

Soy un hombre muy malo, no busques el bien porque no está.

Tengo tanta oscuridad en mí que si permaneces en mi mente por mucho tiempo, también te oscureces.

No confundas esto con una confesión porque no lo es. No busco perdón y si me lo das, no lo aceptaré. No estoy buscando redención aquí. Mis pecados son míos.

El primer día que la vi, supe algo. Mi nueva fascinación. Mi primera fascinación en mis treinta y tres años de vida.

Debo tenerla. Debo hacerla mía.

C76 EPÍLOGO

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