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C2 Mi vida

LILLIE

Siempre había sido muy puntual, estaba acostumbrada a llegar temprano a clases y salir a la hora exacta.

Siempre había planificado mi vida, había tratado de mantener el control de todo mi entorno y no me gustaba la improvisación.

Pero a punto de cumplir 20 años y cursando la facultad de medicina en dos años, me hice un poco más responsable y exigente en mi tiempo, siempre lo había sido pero ahora lo era más.

Al igual en mi trabajo cada noche llegaba con tiempo al lugar, ya que nunca me gustaba andar a las prisas y que me presionarán con el plazo. Por eso a donde fuera llegaba antes.

Mi vida era común, todos los días acudía a la universidad y en las noches cinco veces a la semana trabajaba en un club. Llevó ya un año trabajando en ese lugar, al momento que entré allí fui una mesera, pero mi jefa y el público al verme bailar arriba del escenario aclamaron mi presencia todos las noches.

La verdad es que ya tenía experiencia en el baile. Había practicado ballet desde pequeña, pero cuando mi madre recayó en su enfermedad tuve que dejarlo, el dinero ya no alcanzaba y ella había dejado de trabajar, mi hermana mayor se convirtió en sustento del hogar y yo no podía darme esos lujos, fue entonces cuando decidí buscar un empleo. Mi verdadera pasión no era detrás de los libros, era una apasionada de la danza, pero sabía que ese mundo no me garantizaba un futuro estable.

Mi familia sabe que trabajo en un club nocturno, pero solo mi hermana Alexa está al tanto de mi nuevo ascenso como bailarina exclusiva en ese lugar.

Desde que mi jefa Julie, me ofreció el trabajo no me dejó ir, ya que yo soy su "joya más preciada," siempre me lo ha dicho.

El club no es un prostíbulo ni nada que se le parezca, es un lugar donde van hombres poderosos y millonarios, de esos tipos que les gusta la elegancia pero también la lujuria. Las chicas que trabajamos en ese lugar solo ofrecemos un baile y compañía, si lo pide el cliente. El servicio que se les brinda no incluye tener relaciones sexuales con ellos. No somos prostitutas.

Algunas de ellas si lo hacen, ya sea por necesidad o porque les guste hacerlo, pero el club no se mete en eso, los servicios que ellas ofrecen son por fuera. Son reglas del lugar y Julie siempre dice que ella no prostituye a sus chicas. Por eso acepte bailar ya que nadie iba a obligarme hacer algo que no quisiera.

Mi madre se decepcionaría de mí si supiera a lo que me dedicó por las noches, ella sabe de mi trabajo en el club, no le he mentido solo le oculte que me ofrecieron otro puesto en ese lugar, y así seguirá ya que no quiero que se enteré de todo. Ella a puesto toda esperanza y confianza en mí, espera el día en que me gradúe de la universidad de medicina y llegue a ser una gran medica.

Mi sueño desde niña fue ser una bailarina profesional de ballet pero con el tiempo y las circunstancias me vi en la necesidad de elegir otra profesión, eso no significa que no me guste lo que estudio si no que yo antes tenía un mayor sueño antes de elegir medicina, al crecer mis intereses y pensamientos cambiaron y por eso decidí buscar un empleo con mejor paga. La facultad de medicina es muy costosa, también tenia la obligación ayudar a Alexa. No podía dejarle toda la carga a ella.

Mi hermana ha sufrido mucho, en su adolescencia se enamoró de un tipo sin ningún futuro ya que era un delincuente, pero ella estaba tan cegada de amor que no miraba sus defectos; hasta que la dejó embarazada de mi sobrina Sandy. Él terminó yéndose, desapareciendo de su vida. Nunca más se volvió a saber de él.

Ella no quería aceptar su partida y se deprimió por un largo tiempo, mi madre y yo siempre estuvimos ahí para ella hasta que se volvió a levantar Hoy en día sigue lamentándose por haberlo conocido, no por haber tenido a mi sobrinita, si no por lo perdida que llego a estar, después de cuando la dejó.

No entiendo eso del amor, nunca he estado enamorada y no creo llegar a estarlo, con solo ver a mi hermana era suficiente para no querer saber del amor. Aunque no puedo decir lo mismo de mi madre. Ella tuvo un matrimonio muy feliz y duradero, bueno hasta donde pudo durar, ya que nuestro padre murió de un infarto, cuando a penas mi hermana tenía siete años y yo estaba en el vientre de mamá, eso me había contado ella. No creo poder llegar hacer tan fuerte como ellas lo han sabido ser. Y superar algo así.

Cuando llegó a la cocina para desayunar, antes de irme a la universidad. Veo a mi madre sirviendo la comida en los platos, desde que dejo de trabajar se ofreció ayudarnos en el hogar, los papeles se habían cambiado.

Desde que le detectaron el cáncer en su seno, fue algo completamente devastador tanto para ella como para nosotras. Llegue al punto de negarme que esto le sucediera a mi fuerte madre, había sido una situación de las más fuertes que había vivido en toda mi vida. Afrontar la enfermedad de mi madre a sido uno de los procesos más difíciles de sobrellevar.

La amaba profundamente, había una relación muy cercana a ella, ya que siempre había sido una buena madre y tenía temor de perderla.

—Buenos días —salude con una sonrisa.

—Buenos días, mi niña —me respondió, esforzando una sonrisa.

Estuvo hospitalizada durante tres meses seguidos, sufrió recaídas duras, y fuertes tratamientos que tuvo que pasar para tratar de seguir con vida, se había deteriorado a causa de eso y se veía más cansada y muy delgada, ya no era la misma mujer de hace dos años atrás. Se había apagado su brillo y su hermosa sonrisa.

—Mamá te he dicho que no es necesario que nos prepares el desayuno —la regaño —

¿Cómo te sientes el día de hoy?

—Y yo te he dicho que mientras este en esta casa de inútil, les ayudaré en lo que pueda. Y como aún puedo cocinar lo seguiré haciendo —me regresa el regaño.

Está señora nunca entenderá.

Llega corriendo mi tormenta Sandy, así le digo de cariño a mi pequeña sobrina, mi hermana viene detrás de ella.

—¡Buen día, Abu! —corre y abraza las piernas de mi madre — ¡Buenos días Tití! —llega a mí lado y se avienta a mis brazos, la cargo y la siento en mis piernas.

Abu y Tití es como nos llama desde bebé y así se quedaron esos apodos, es una tormenta pero también es pura ternura. La amo.

—Buen día pequeña tormenta —le doy un beso en su cabeza, ella sonríe.

Es casi igual a mí hermana tiene una melena castaña oscura, al igual que nuestra madre. Yo en cambió tengo el cabello claro casi rubio y ondulado, el color de mis ojos también son distintos a los de ellas, son verde esmeralda. Ellas tienen el mismo tono de ojos, piel clara y estatura media, yo soy un poco más alta. Siempre le pregunté porque era muy distinta a ellas, y me decía que había heredado por parte de la familia de nuestro padre, lo más raro era que no había ninguna foto del para recordarlo, mi madre decía que era porque a él nunca le habían gustado. Pero siempre me pregunté porque los rasgo de Alexa eran muy distintos a los míos.

Mi hermana se acerca a mi madre y le pide que se siente, ya lleva un rato de pie y eso hace que se agote más rápido. Alex es muy responsable, a sus 26 años trabaja doble turno en la cafetería que está cercas de mi universidad y también ayuda a mi madre con las tareas de la casa, cuando esta aquí. Yo también cooperó, pero normalmente estoy más tiempo en la facultad y en el club, que en mi casa. El tiempo no me alcanza, pero cuando me toca descansar lo dedicó ayudarlas.

Alexa tuvo que dejar la facultad de derecho con tan solo un año por terminar su carrera, por falta de dinero. Fue cuando nos enteramos que mi madre estaba enferma y ella decidió trabajar, se dio cuenta que no alcanzaba para sus estudios y se vio en la necesidad de dejarlos. Aparte que tenía los gastos de Sandy.

Termine de desayunar y me despedí de mi madre, le hago saber que cualquier cosa que suceda y si se siente mal me llamé lo más rápido posible. Antes de salir siempre le dejo dicho que me avise cualquier cosa. Ya debo de tenerla harta, pero tengo que estárselo recordando.

Le doy un beso y salgo junto con mi hermana y mi sobrina. Ella toma el mismo autobús que yo ya que tenemos el mismo recorrido. Su trabajo está a una calle de la facultad, pero antes de llegue a la cafetería se baja para dejar a mi sobrina en su escuela. Yo bajo con ella para no dejarla que camine sola, ya que de allí se va caminando.

Ya cuando dejamos a Sandy en la puerta de la escuela, nos encaminamos a nuestro destino.

—Yo veo que no está bien mamá —le confieso preocupada a Alexa.

—Sabes bien que los tratamientos la agotan.

—Lo sé, pero veo en sus ojos que algo no va bien, me refiero algo fuera de lo normal. —hago un gesto.

Cruzamos las calles, son pocas para llegar, nos toma como unos cinco o ocho minutos, lo bueno que siempre vamos con tiempo de sobra, ella entra a las 8 y yo 8:30.

Llegamos con quince minutos de sobra a la cafetería.

—Solo esta agotada —repite, asegurando.

La acompaño adentro ya que aún no terminamos nuestra conversación.

—¿Tu crees? —pregunto.

—Sí, no te preocupes. Es normal —dice, mientras deja su abrigo en su casillero y toma su mandil, se ata el cabello. Ya está vestida con el uniforme de la cafetería.

—Eso espero —suspiró.

—Ya ve a clases, que se te hará tarde —me apura al ver la hora en su reloj de mano.

—Ya voy, solo quería saber más de mamá, como casi no estoy todo el día —gruño molesta —Además siempre llegó temprano.

—Pues si sigues como perico charlando, dudo que esta vez llegues temprano.

Le saco la lengua, y le doy un abrazo de despedida, salgo de la cafetería y me encaminó a la facultad.

Espero que el día se vaya rápido, para así llegar temprano a casa y darle algo de mi tiempo a mamá.

Hoy tenía un examen muy importante a mitad de clases. La ventaja que tenía de los lunes y martes es que descanso por las noches, ya que no voy al club. Aprovecho esos días para estudiar hasta tarde y ayudar en el hogar. Esperaba poder pasar el examen y salir con un buen promedió.

El horario de clases pasó y fui almorzar algo ligero y rápido. Después tendría la clase donde me pondrán el examen que estaba esperando.

Al llegar veo un brazo meneándose, son mis compañeros de clases. No los frecuento mucho así que no somos muy cercanos, y como son jóvenes de dinero están acostumbrados a otro mundo, muy diferente al mío.

Camino hacia la mesa donde se encuentran sentados. Son muy buenos chicos pero siempre están hablando de fiestas, coches, mansiones con albercas y cosas así, por eso siempre estoy fuera de su plática. Ellos me han invitado a esos lugares pero yo no tengo tiempo para divertirme y mucho menos para gastar en cosas que no son necesarias.

Me siento a lado de las chicas son Ashely, Vanessa y Dafne. Ellas son unas chicas alegres y fiesteras, a pesar de su buen estatus ellas nunca me han tratado mal o despreciado por ser de bajos recursos. Saben que yo no tengo dinero como ellas y que estudio aquí por una media beca que obtuve por mis calificaciones.

Los chicos son muy lindos también, solo que ellos son más amables que las chicas. Nathan y Jonathan son hermanos y primos de Ashely, por ella es que los conocí. Son muy bromistas y alegres sin preocupación alguna, son rubios al igual que su prima, solo que ellos se ven más castaños, son atractivos y están casi iguales hasta parecen gemelos, pero no lo son.

Ashely es rubia, bajita y delgada, al principio creí que iba hacer una chica presumida por ser popular, de ese tipo de chicas que porque es muy bonita y tiene el mundo a sus pies piensan que pueden hacer menos al alguien pobre. Ella era todo, menos eso, nunca llegó al punto de humillar a nadie. Después sigue Vanessa, es una chica muy extrovertida y sexy, le encantan los chicos y las fiestas, es alta, morena con unos ojos oscuros grandes, un cuerpo de infarto, se nota que ella hace mucho ejercicio y cuida lo que come, por último. Esta Dafne es castaña, ella si es algo presumida pero es del tipo de chica indefensa, al igual es guapa y con un cuerpo de modelo.

Y luego estoy yo, que no temo a engordar y como de todo, desde que dejé el ballet me doy esos lujos, aún así no engordo es mi metabolismo, mi cuerpo no tenía mucho que envidiarle a otras, no es por nada pero tenía muy buenos atributos por eso en la danza fracase por parte de mi cuerpo ya que la maestra me traía a puras dietas, mis anchas caderas y piernas no bajaban como ella quería. En ese tiempo fue una tortura para mí, aún así fue un sacrificio que valía la pena mientras duró, ya que en ese periodo el baile era mí sueño.

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