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C3 Mi infierno

DANTE

Sentí el calor de la bala al pasar junto a mi cabeza, rompiendo en pedazos el cristal de la ventana que había detrás de mí. Cayeron algunos encima mientras rodaba para cubrirme, aún con el arma en mí mano.

Mire hacia el otro lado buscando a Iván, estaba agachado detrás de un barril enorme de combustible. Lo mire y fruncí el ceño — ¿qué demonios está haciendo? — Rápidamente se puso de pie para dirigirse a mi lado, después disparó varias veces hacia el contenido peligro y se lanzó conmigo, al momento que ocasionó una gran explosión.

Y mientras tanto nos cubríamos atrás de unos contenedores grandes de metal. Nos habían emboscado los rusos esa madrugada, no entendía el porque si yo tenía trato con el jefe de su organización. Pero por supuesto que después de este atracado, iba a investigar muy bien ese asunto y llegar al problema que originó todo este problema.

Yo tenía varios aliados en la mafia, en casi todo el mundo. Ni a ellos ni a mi les servía que fuéramos enemigos ya que yo les entregaba cargamentos de armas y drogas, como ellos a mí me entregaban otro tipo de mercancía y como al igual manejamos el lavado de dinero.

―¿Ves eso? —señale hacia una escalera de metal que se encontraba a unos metros. —Sube. Yo te cubriré —ordene.

Mira hacia la escalera y después a mí.

—Creo que es una estúpida idea —dijo —Mejor ve tú, y yo te cubro.

—¡Ve, es una puta orden! —grito molesto. Este idiota siempre me lleva la contra, y más cuando pasa algo así.

Iván gruñe, pero se mueve y me mira para esperar mi señal. Asiento con la cabeza, y tan pronto como sale detrás del contenedor, me pongo de pie para disparar. Distrayéndolos y tomándolos por sorpresa. Así fue como le pude dar a dos de ellos haciéndolos caer al suelo, mientras tanto otro alcanza a dispararme.

Alcanzo agacharme, y echo un vistazo a Iván, ya casi termina de subir las escaleras. Ellos se dan cuenta de mi amigo y todos comienzan a tirarle disparos a él. Aprovecho que están concentrados en él y apuntó con mi arma a uno de ellos, derribándolo rápidamente. Volvieron hacía mi para volver atacarme.

Le di a uno en una pierna y a otro al costado, en cuanto caen, salgo detrás del contenedor y corro lo más deprisa que se hacer, subo las escaleras. Al llegar arriba escuchó más disparos y veo que es Iván luchando contra dos tipos.

Cuando hago por acercarme sigilosamente, veo caer de rodillas a mi amigo.

—¡Iván! —grito, sin importarme que me escucharán.

Al acercarme a él noto la sangre que se esparce por su camisa. En eso escucho unas pisadas y me giro rápido para dispararles hasta que caen. Me quito la camisa y le presione la herida a Iván.

El sonido de un helicóptero me hace alzar la cabeza, se trata del nuestro, ya se habían tardado en llegar. Pero en ese momento veo de reojo que vienen otros tipos subiendo las escaleras, tomó a mi amigo con el otro brazo y para ayudarle a ponerse de pie. Hago que se apoye en mi para así caminar juntos hacía la soga que nos habían lanzado.

El helicóptero no puede bajar más de lo debido por el lugar en el que nos encontramos. Por esa razón tenemos que colgarnos de esa soga, el problema es que Iván no tiene muchas fuerzas en este momento ya que la herida estaba goteando y se mira pálido. Yo lo puedo alzar para que se cuelgue, pero no se cuanto puede aguantar él.

En cuanto nos colgamos de la soga, el helicóptero asciende y se aleja del lugar. Los hombres que subieron a la azotea nos disparan, pero hay se nota su mal puntería ya que ninguno de ellos nos da.

La soga la lanzan para después ayudarnos a subir, les paso el brazo de mi amigo y lo ayudan y sube primero.

Ya estando arriba lo primero que hago es revisar su herida, cada vez está más pálido, y sudando frío. Ha perdido mucha sangre lo noté en la camisa que le había colocado, seguía goteando.

—Hermano, háblame —le pido, no quiero que se duerma, necesito distraerlo. —Mírame, lo logramos como siempre, ya pronto estaremos en casa. —le digo al ver que sus ojos se medio cierran —¡Deseen prisa! —les grito a los que están encargados de llevarnos.

Minutos después estamos en el lugar donde tenemos una de las clínicas clandestinas. No podemos ir a ningún hospital ni nada de eso. Y menos en este país, estamos fuera de Italia. Aquí en Rusia contamos con un servicio médico ilegal, pero como están las cosas no podemos quedarnos más tiempo, así que apuro a los médicos para que lo atiendan lo más rápido posible.

Los médicos dicen que solo fue un roce de bala y que lo grave era que había perdido mucha sangre, eso fue lo que lo debilitó. Le hicieron una transfusión y como aun sigue inconsciente así lo llevaré al avión, en una de las camillas que tienen, mientras siguen pasándole sangre toda necesaria que ocupa. Debemos irnos ya, no queda de otra, tenemos que hacerlo si no queremos otro tiroteo.

Le pido a un se los médicos que me preste uno de sus empleados de enfermería, le aseguro que le haré volver sano y a salvo, cuando mi amigo ya esté estable.

Ya en el avión cuando asciende, comienzo a relajarme un poco. Tomo siento en uno de los asientos que están cerca de la camilla de Iván. Esto siempre ha sido así, cuando uno está entre la vida y la muerte cuidamos del uno al otro. Eso y muchas cosas más es lo que hace de nuestra amistad única y fiel en todos estos años de conocernos.

Es mi amigo de la infancia, su padre trabajó por muchos años para él mío y ahora él lo hace para mí al mismo tiempo que su padre sigue continuando. La diferencia entre Edgardo y su hijo es que él ya no puede andar en estos trotes como nosotros. Él se encarga más que nada de los negocios, las financias y toda esa mierda, mientras nosotros hacemos el trabajo más sucio y peligroso.

No le tengo miedo a la muerte, siempre he dicho si me va tocar es porque ya era mi turno. Soy consiente en el mundo en el que me encuentro y a lo que me dedicó, y se que tarde o temprano moriré de un puto balazo. Este es mi origen, el legado que dejó mi padre, naci para esto y es algo que no puedo dejar como si fuera un simple trabajo. Aparte es lo que más amo hacer, me gusta ver como derramo la sangre de mis enemigos, cuando corre por mis manos, y cuando suplican por su vida. Por eso me llaman el Diablo. No le temo a nada, no temo a perder nada porque nada tengo, solo esta mierda de mundo. Y se que después de que muera nada me llevaré y que lo que hoy tengo se lo quedarán otros.

Yo solo disfruto de la adrenalina cuando una bala sale disparada e impacta contra mi adversario. Siempre he aprovecho cada instante de mi vida con lo que más me guste y a mi manera, las mujeres, el alcohol y las peleas, son lo mejor para mí.

Me encanta pelear y por eso participo en combates de Bare-knuckle boxing, hay un lugar al que asisto los sábados por las noches donde voy a tomar y a pelear. Las mujeres me sobran, cada día tengo una diferente en mi regazo con la que tengo sexo salvaje, y ya sea en cualquier lugar que la calentura me lo permita.

Soy un hombre que disfruta del sexo duro y sin contemplaciones, ya que follar es una de mis actividades favoritas. No me gusta repetirlo con la misma mujer, es raro que pase eso, no me gusta que se en caprichan y después quieran esas jodidas cosas que le llaman compromisos.

No soy el tipo de hombre que les habla bonito al oído para conquistarlas y enamorarlas. Mi único objetivo en esto es llevarlas a la cama y tener sexo por solo una noche, si se da que bueno y si no ella se lo pierde. No me gusta rogar y mucho menos por polvo de una noche. Nunca las obligó, si quieren las haré gozar toda la noche hasta complacerlas por completo, pero solo follandolas.

Las chicas que me traen para servicio son para mis hombres, y son mujeres que ellas mismas han elegido estar aquí. Su única tarea es cumplir órdenes y su trabajo. Y aunque su labor fuera a la fuerza, yo nunca las obligaría para estar conmigo, no era algo que necesitara hacer, ya que solitas venían a mí.

Y hablando de mujeres, la chica de sobre cargo ya tiene tiempo ofreciéndose. No negaré que es atractiva, si esta para comerse esa preciosa rubia. Pero no acostumbro a meterme con el personal que trabaja para mí, y más si son buenas en su trabajo, ya que si lo hago tendré que despedirla. Así que solo la ignoró, pero creo que mi debilidad por las mujeres me hará caer un día de estos. Temo pensar que pronto perderé a una buena empleada. Bueno nadie es indispensable en este podrido mundo.

Iván despierta después de dos horas, pide agua, tiene la boca seca.

—¡Mierda! Que susto me sacaste —le digo cuando pone sus ojos a mí. —No vuelvas hacer eso. Porque si ellos no te matan, lo haré yo, por ser un idiota.

—Gracias... por la bienvenida —responde con dificultad, esta agotado pero aún así sonríe.

—No seas nena —le doy un leve puño en su pierna, ya que su herida está en su abdomen.

—¿Y por qué sigues sin camisa? —me pregunta, no me había dado cuenta que seguía desnudo de la cintura para arriba —Si lo hiciste para seducir al personal de médicos, y así me atendieran más rápido, te aseguro que tu plan funcionó.

—Sabes que no necesito de esas estrategias para seducir a una mujer, solitas caen con solo mirarlas. —curveo mi labio en una sonrisa.

—Eres un idiota engreído —gruñe.

—Sí, un idiota engreído y con suerte para atraer al sexo femenino —le guiño el ojo.

—Ni que me lo digas, ya te haz dado cuenta como traes a esa azafata enamorada de ti, hasta sus bragas mojadas deben estar —hace un movimiento con la cabeza hacia la cabina donde entro la mujer —Pobre chica, ya hazle caso. Al diablo nunca se le escapa ninguna presa.

—Sabes lo que pienso del personal —le respondo.

—Pero si solo será un polvo y listo, no le vas a pedir matrimonio.

—Ese es el puto detalle, que se ilusionan creyéndose que ya estando con ellas ya les pediré casarse contigo. —resoplo cuando mi celular vibra en mi bolsillo del pantalón. Y me vuelvo a ver sin la prenda de arriba ¡Demonios lo había olvidado! Lo primero que tenía que hacer es conseguir una camisa.

Deslizó la pantalla para tomar la llamada, es Leo. Me pone al tanto de unos asuntos financieros de los negocios que tengo en Nueva York, la matriz de mis empresas está en ese país y otros asuntos de la organización DM. Es el nombre de la asociación que mi padre formó en su tiempo y que yo mismo he sabido conservar estos ocho años.

Tenía veintiuno años cuando comencé hacerme cargo de la organización y de todo. En ese entonces mi padre había muerto, y no me quedo de otra más que tomar se lugar. Ya llevaba años de preparación para cuando llegara el día, un poco antes de mi adolescencia ya me había enseñado a usar las armas y a pelear. Todo eso ya lo sabía desde mi niñez, yo mismo me peleaba en el colegio con otros compañeros, es algo que traigo en la sangre. Mi madre solía vivir siempre preocupada por mí, pero estaba consciente de que ese era mi mundo y el futuro que me esperaba, porque ella sabía quien era su esposo, el rey de la mafia italiana y yo era el único que heredaría todo.

Mis padres no tuvieron más hijos, ya que mi padre dijo que no quería traer más hijos a este mundo a tener un futuro como en nuestro. Él siempre tuvo rivalidad con su hermano menor porque el abuelo dejó a cargo a mi padre por ser el hijo mayor. Y quedando de toda la mafia italiana, mi tío nunca estuvo conforme con lo que su padre dicto, por eso siempre los odio. Siempre hubo rivalidad entre ellos y ahora la había entre Bruno y yo, mi primo. Es un poco menor que yo, y aún así es bueno también en las peleas y que decir el uso de un arma, y por algo lo han de llamar el cuervo. A pesar de que son mi sangre no me tiento el corazón para regresarles el golpe cuando ellos me atacan.

Varias veces he competido con él en peleas y siempre le he ganado, a pesar de que es bueno aun le falta pulirse. Pero como no es de mi incumbencia y tampoco me importa yo le parto toda su estúpida cara. Se lo merece a puño por seguir metiéndose conmigo. Y sobre los negocios, ya nos han jugado varias veces mal, como su padre, Giorgio está a cargo de una parte que el abuelo le dejo, hace cualquier cosa para sacarme del camino, pero con lo que no cuenta es que yo ya conozco todas sus artimañas.

No confío en nadie, absolutamente en nadie que no sea Iván y Edgardo. Los que han estado durante años a mi lado fielmente, que son los únicos.

—¿Quién era? —pregunta mi amigo.

—Era Leo. Es necesario que viaje urgente a Nueva York.

—¿Fallas?

—Algo así —gruño —Pero esta vez tendré que ir solo.

—Estas loco, sabes bien que no puedes ir solo. Alguien de nosotros te tiene que acompañar —me ve molesto.

—Es algo que debo hacer, no te estoy pidiendo permiso —ahora lo miro yo y con un gesto molestia —Además no tengo de otra formar, Leo y Enzo están ocupados con otros unos asuntos en Italia. No me pueden acompañar.

—Entonces iré yo.

—Creo que el loco es otro, te acaban de disparar y quieres ir a trabajar —lo fulminó con mi mirada —Cuando lleguemos a Italia, tú te quedarás y yo me iré.

—No exageres solo fue un roce, ya dije que yo iré contigo.

—Y yo acabo de decir que NO, ¿piensas desobedecer mis órdenes? —Masculle.

—Diablo, es mi deber cubrir tu espalda, es mi trabajo y mi lealtad como amigo.

—Sí pero no estás en condiciones, además así no me sirves de nada, solo estorbarías —le digo de esa manera para que no insista, él nunca me estorbaría.

—En cierta tienes razón, no quiero ser un estorbo, mi trabajo es cuidar tu espalda, no que tu cuides la mía —gruñe molesto, se que esta enojado con sigo mismo —Tan siquiera lleva a los mejores hombres contigo, no puedes quedarte desprotegido.

—Iván, no me trates como un idiota que no sabe cuidarse y defenderse solo, a pesar de que eres el mejor sicario del continente Europeo y de América, yo soy muy bueno con los puños como tu lo eres con las armas, con ellos ya he matado a varios. No sé si lo recuerdas.

—Tú lo has dicho, con los puños —me sonríe.

—También soy demasiado bueno con las armas, solo que no me gusta presumir. Ya que sino te quitaría título —le guiño un ojo y se le borra su estúpida sonrisa de la cara. Me carcajeo mientras él me mira mal.

Ahora tendré que ir a América para viajar a Nueva York. Tengo asuntos muy valiosos que resolver, pero esta vez seria sin mi gente de confianza. Llevaré conmigo a mi mejor soldado, Franco el que siempre andado a mi lado, y al equipo que él tiene bien entrenado y controlado. Con eso es suficiente para que nadie se nos acerque.

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