C10 Persecución del ganso

Lucas ya estaba harto del juego del gato y el ratón con su compañera. ¿Por qué insistía en escaparse? Se preguntaba. La noche anterior se había entregado a él sin reservas, y al amanecer, había desaparecido sin más. Se había esfumado, igual que aquella vez en el restaurante cuando se conocieron. ¿Qué sentido tenía jugar así con sus sentimientos? ¿Acaso le parecía divertido?

Revivía su primer encuentro, incapaz de saciarse de su cuerpo, de su dulce inocencia. Tras su momento de intimidad, la había llevado dormida en sus brazos a su cabaña de troncos, una de sus propiedades en el bosque cerca de Chester, y la había contemplado mientras descansaba en su cama. Ansiaba más de ella, pero no quería despertarla; no había prisa. Podrían retomar donde lo dejaron al despertar. Mientras tanto, tomó su guitarra y se sentó junto a la chimenea, comenzando a tocar una melodía. Planeaba cantársela cuando despertara y luego volver a seducirla y amarla, pensaba con una sonrisa. Pero al regresar a la habitación, ella no estaba. Le estaba dando vueltas otra vez; no le gustaba ni le encontraba la menor gracia. Había pasado el día buscándola sin éxito. El rastro de su aroma terminaba en la orilla del río. ¿Habría saltado al agua? ¿Se habría quitado la vida? Inspeccionó la zona sin hallar rastro de su cuerpo. Entonces notó el charco de lodo seco y su camiseta, que él le había puesto, tirada al lado del charco. No necesitaba que nadie le explicara lo sucedido. Pero, ¿por qué se alejaba y escondía su olor? ¿No se sentía atraída por él? La situación le resultaba exasperante al recordar cómo había abandonado la búsqueda y regresado a la casa de su manada, a varios pueblos de distancia de Chester. Antes de todo esto, disfrutaba de unas cortas vacaciones en una de sus residencias predilectas, la cabaña de madera en el límite del bosque de aquel pueblo, sin imaginar que allí encontraría a su destinada.

"Mmmm", los gemidos de la rubia debajo de él interrumpieron sus pensamientos. Vivian, una de sus mujeres, todavía envolvía su miembro con su boca. Le regaló una sonrisa orgullosa al ver el trabajo bien hecho, con su semen desbordándose de sus labios y goteando sobre sus pechos. Ella sabía que sería recompensada por haber logrado que su amo alcanzara el clímax ese día.

Con un gesto de desaprobación, él presionó la cabeza de Vivian contra su entrepierna una vez más, agarrando un mechón de su cabello y guiando su movimiento en un ritmo vertical. El solo pensar en ella lo excitaba de nuevo, y aunque Vivian se esforzaba al máximo, la felación no conseguía desviar su mente de su compañera.

"Llama a Ria", mandó, tomando su copa de vino de la mesa y vaciándola de un solo trago antes de posarla en el pequeño taburete a su lado. "Quiero disfrutar de un espectáculo".

La rubia desnuda se puso de pie, contoneando las caderas mientras se alejaba para hacer la llamada. Poco después, las dos mujeres entraron en la habitación y Ria comenzó a despojarse de su ropa y de sus delicadas prendas íntimas, ofreciéndole un striptease seductor bajo su atenta mirada. Quizás el entretenimiento proporcionado por dos de sus favoritas lograría distraerlo; se había agotado buscándola, a Ava, así se llamaba. Su lobo, Erasmus, que había estado en contacto con la loba de ella, se lo había revelado. Le dolía no haberla encontrado y la decepción seguía pesando en su pecho, pero ahora se consolaba con la presencia de Ria y Vivian, dispuestas a hacerle olvidar los sucesos del día.