Su Alfa posesivo/C6 Reclamado
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C6 Reclamado

"Eres pura, inocente. No llevas el aroma de otro hombre; eso significa que soy tu primero. ¿Y sabes lo que eso me provoca? ¿Tienes idea de lo que me haces sentir, mi preciosa?" Susurró con un gemido apenas perceptible en su oído, mientras sus manos se deslizaban para masajear su pecho, depositando besos en su mejilla y cuello antes de proseguir.

"Esto solo incrementa mi deseo por ti, mi tesoro, me enciende y me impulsa a querer explorarte de maneras que jamás he explorado a otra mujer", y una vez más, sus labios encontraron los de ella.

Ava no alcanzaba a comprender qué quería decir con hacerle cosas; sin embargo, su curiosidad ardía por descubrirlo. Rodeó con sus brazos la espalda de él y lo atrajo más hacia su cuerpo. Él dejó un sendero ardiente de besos a lo largo de su piel, hasta posicionar su cabeza entre sus piernas, y el solo pensamiento de lo que estaba por suceder la hizo ruborizarse al instante en que sintió su lengua húmeda en la entrada de su clítoris. Tan sensible y abultado estaba, que él comenzó a lamer y succionar su anhelante y hambrienta intimidad, provocando que ella arqueara la espalda al sentir la lengua penetrarla con profundidad. Ava llevó su mano a enredarse en los rizos de él mientras él adoraba su clítoris con la lengua, entrando y saliendo en un vaivén que la llevó a gemir hasta alcanzar otro clímax.

Sintió algo mucho más grande buscando espacio en su entrada; sabía que esta vez no era su lengua, pues su cabeza estaba al mismo nivel que la suya, colmando su boca con besos voraces y permitiéndole saborear su propia esencia mientras la besaba, la punta de su miembro turgente ya encontraba acogida en su sensitivo núcleo.

Luego, él se apartó de sus labios y, de nuevo, le susurró al oído con esa voz suya, sexy y grave.

"Es tu primera vez, mi preciosa, así que seré delicado contigo esta noche, pero la próxima no seré tan gentil", murmuró él con una sonrisa centelleante que revelaba sus caninos blancos. Si ella no estuviera tan atrapada y revolviéndose en el torbellino de sus propios deseos ardientes por él, quizás habría tomado sus palabras con más seriedad. Pero por ahora, lo único que anhelaba era sentirlo completamente dentro de sí, mientras su mente se perdía en otros pensamientos y la parte de ella que lo deseaba tomaba el control.

La primera embestida llegó con lentitud, como él había prometido, pero eso no mitigó el agudo dolor que la atravesó cuando rompió su himen. Dio un grito cortante, las lágrimas ya formándose en sus ojos y deslizándose por su rostro. Intentó empujarlo, pero él la mantenía firmemente sujeta bajo su cuerpo, inmovilizando sus manos sobre su cabeza y sellando su boca con un beso para calmarla mientras se adentraba más en ella; para apaciguarla en su primera vez. "Shhh... tranquila, preciosa", susurró al apartar sus labios de los de ella, y lo único que ella podía ver eran esos ojos azules gélidos y una sonrisa apenas perceptible. Cuando su cuerpo se relajó un poco, él emitió un gemido y se retiró, para luego volver a entrar, esta vez con más suavidad y delicadeza. Las embestidas que siguieron fueron cada vez menos dolorosas, hasta que el aire se impregnó únicamente del placer erótico con el que habían iniciado su encuentro íntimo, hasta que ella comenzó a disfrutar de la sensación de él poseyéndola allí, en el frío suelo del bosque, reclamándola como suya.

Era consciente de que habría consecuencias más adelante, mientras él continuaba moviéndose dentro y fuera de ella hasta alcanzar el clímax y colapsar exhausto a su lado. Él la atrajo hacia sí y la acurrucó en sus brazos, con la mano de ella sobre su pecho, sintiendo su corazón latir al unísono con el suyo. Ella lo miró; él estaba absorto en la luna y las estrellas resplandecientes que la rodeaban, dibujando un patrón en el cielo. Las consecuencias podrían esperar, se dijo a sí misma, pero por ahora, se deleitaría en este exquisito momento en los brazos de su compañero. Sin embargo, había algo importante que estaba olvidando, ¿qué sería? No importaba, intentaría recordarlo más tarde, pensó.

"Nunca te dejaré ir, mi tesoro", escuchó esas palabras con claridad, pero el sueño que pesaba sobre sus ojos no le permitió entender su significado. Solo suspiró y, poco después, se sumió en el sueño entre sus brazos.

**********

Ava despertó a la mañana siguiente envuelta en una sensación reconfortante, una alegría que le indicaba que algo bueno había sucedido la noche anterior; algo que jamás había vivido, seguramente gracias al hermoso sueño que tuvo. No recordaba haberse sentido tan plena en mucho tiempo. Abrió los ojos y enseguida se percató de que su despertar no era el habitual.

Lo primero que notó fue que no se encontraba en la habitación que compartía con su prometido Ray, sino en un espacio mucho más pequeño y acogedor, y definitivamente no estaba en la casa de la manada donde residía; lo sabía por el ambiente rústico del lugar, distinto a lo que estaba acostumbrada, con paredes enteramente de madera y, a diferencia de su hogar, desde la ventana se apreciaba una vista impecable del bosque, acompañada del susurro del viento y el canto matutino de los pájaros; no necesitaba que nadie le confirmara que estaba en una cabaña de troncos. Se observó y notó que llevaba puesta una camiseta blanca grande, demasiado amplia para ser suya pero que le sentaba bien, impregnada de un aroma masculino, esa fragancia embriagadora que la noche anterior le había parecido irresistible; y fue entonces cuando se dio cuenta de que el maravilloso sueño que había tenido no era tal sueño, sino la realidad. Soltó un gaspido de asombro.

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